Presentado por Don Antonio Joaquín Romero Baena
Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2013
XVII PREGÓN DE PASIÓN
Pregón de Semana Santa de El Rubio
2013
Conchi Romero Baena
Que voy a El Rubio, que voy. Que voy al pueblo que me vio
nacer. A la tierra que guarda los huesos de mis mayores, al paisaje que más le
gusta a mis ojos, al lugar del que vengo y que me ha enseñado a ser la persona
en que me he convertido.
Que voy a El Rubio, que voy. Que voy dando una y mil veces
las gracias, con la ilusión de la niña que se fue, con la madurez de quien soy
ahora mismo.
Que voy a El Rubio, vengo diciéndome durante todos estos
meses. Que me tengo que adornar con mis mejores galas.
No quiero galas que se vean con los ojos, no quiero
adornos elegidos al azar. No quiero las ropas más caras ni las que me hacen más
guapa de lo que soy; no quiero el maquillaje que borra los surcos que dejan las
lágrimas. No quiero las galas que puede comprar el dinero.
Hoy me tengo que adornar con las galas verdaderas, las que
se guardan dentro del corazón. Con mis mejores galas.
Quiero las galas del cariño y el orgullo de sentirme
rubeña; las galas de mis mejores recuerdos, las galas de la Fé, de la alegría
de querer compartirla y el empeño, yo no sé si es una gala o no, de querer
contarte y cantarte a los cuatro vientos, la hermosura tuya, pueblo mío, la
hermosura cotidiana que se presiente en el aire porque sólo falta una semana
para que empiece el primor de tu Semana Santa.
Tengo el alma rota,
las manos vacías tengo;
y en un vilo el corazón
porque desde lejos vengo,
suplicando tu perdón.
Tengo sucias las rodillas,
porque me incliné a rezar.
y la frente tengo alta
porque te vengo cantar.
Tengo ilusión,
tengo miedo,
tengo, de polvo y sudor,
los pies del camino sucios.
Tengo,
sé que la tengo,
que tengo tu compasión.
Y los hombros de recuerdos
tengo cargados. Y la voz
rota, temblorosa, turbia tengo;
humilde, para
pedirte
que me escuches, por favor.
No tengo otra cosa,
no tengo otro don.
Tengo, voluntad clara y serena
de entregarte con ternura
este pequeño pregón
Reverendo
Sr. Cura Párroco de nuestra localidad
Excelentísima
Señora Alcaldesa del Ayuntamiento de El Rubio.
Estimados
Hermanos Mayores y Junta de Gobierno
de las
Hermandades de Penitencia y de Gloria
Dignísimas
autoridades
Queridos
amigos, querida familia
Querido
Antonio, hermano mío
Cofrades
de El Rubio, Señoras y Señores, amigos todos.
El Hijo Pródigo
Lo primero que pensé cuando recibí el encargo de este
pregón, no fue en la dificultad que entrañaba, sino en el enorme honor que
significaba para mí.
Me acordé, desde el principio, de la Parábola del Hijo
Pródigo. Porque, como el Hijo Pródigo vivo lejos, también porque, como el Hijo
Pródigo, no tengo méritos suficientes para ser recibida aquí, en este lugar
sagrado, y en compañía de mi familia y mis paisanos.
No sé si seré capaz de expresar todo el cariño que le
tengo a mi pueblo, todo el agradecimiento por este honor que me ha sido
concedido. No sé si seré capaz de cantar todo lo que merece nuestra Semana
Santa. La veo desde el recuerdo, grande, hermosa, primorosa, llena de detalles
bellos.
Mi propósito es explicar mis sentimientos y alentaros a
todos a disfrutar de esta Semana Grande de El Rubio. Pero, antes de nada,
quiero pedir disculpas por los errores que pudiera cometer y, ¿cómo no?, ayuda
a estas Imágenes Sagradas que hoy nos acompañan para que tengan en cuenta la
intención que me anima, para que no me vea desamparada en un día tan importante
como hoy.
Tal como Lucas relata en el Evangelio en la Parábola del
Hijo Pródigo, siento cómo me llenan el calor y el cariño de la gente de mi
pueblo que viene a recibirme, a escucharme, a saber de mí, en el mejor lugar
que me pudiera recibir.
Agradezco de corazón vuestra presencia ante la que iré
desgranando mis sentimientos, mi Fé y mi Devoción con la esperanza de que
alguno de vosotros se vea reflejado también en mis palabras; y que sean muchos
los que comiencen a preparar su corazón para estos días que se acercan.
Nos cuenta Lucas que
“los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y
come con ellos”. Como indigna pecadora me siento orgullosa de haber
sido llamada a la comida que nos ofrece Jesús: Alimento para que el alma crezca
y se haga grande. Y con este alimento, aquí me veis.
Como para el Hijo Pródigo, estar en este lugar ante
vosotros, es toda una fiesta que no merezco y el mejor de los regalos que se me
podría dar.
Alégrate por mí,
Dolores, porque se me ha concedido el don de sentir la misma alegría que aquel
mal hijo que relata San Lucas, porque se me ha concedido el don de que mi
pueblo vea con mis ojos todo lo que atesora.
Emigrantes
Perdido en la amplitud de la campiña sevillana, tierra de
aceite y pan, duerme mi pueblo; pueblo de terrones y de aristas desde tiempos
inmemoriales. Aquí me crié y aquí di mis primeros y torpes pasos. Aquí aprendí
y soñé.
Con el paso del tiempo tuve que trasladar mi casa, mi
familia, mi pueblo. Mi gente. Me fui, como tantos otros rubeños, en busca de un
trabajo digno y un futuro para vivir. No fui la primera que se marchó, y,
seguramente, tampoco seré la última.
En esta mañana de Domingo de Pasión quiero recordar
especialmente a aquellos otros paisanos que, como yo, un día se marcharon.
¿Quién de vosotros no tiene un hermano, un primo, un hijo que esté lejos?
Muchos han vuelto a sus orígenes, otros vienen a visitarnos de cuando en
cuando, o de vez en vez. Siempre la sonrisa mezclada con la lágrima, siempre un
horizonte en la pupila, un horizonte que se acerca. Una garrafita de aceite y
un paquete de magdalenas es lo que se llevan de El Rubio. Otros no han vuelto
más. Qué poco sabemos de ellos, y, sin embargo, qué presentes están siempre en
nuestras oraciones. Más que paisanos son hermanos. Como la uña se despega de la
carne, así se han despegado de nosotros.
Desde lejos el Rubio se recuerda y se quiere. Y duele aquí
en el costado, estar lejos; como una Lanzada cotidiana con la que se convive
día a día. En estos momentos en que la Semana Santa se acerca y adornamos
nuestra Iglesia, y mimamos nuestras Imágenes. En estos momentos de ilusión, no
dejo de pensar que hay muchos rubeños que viven en otro lugar y que no la
pueden disfrutar. Cuántas veces yo misma he deseado venir a compartir con mis
Imágenes estos días tan señalados. Cuántas veces he llamado por teléfono para
saber si llovía, si había estado bonita, si habían podido salir los Pasos.
Cuántas veces, acompañando a otras Imágenes, me he acordado de las mías.
Cuántas veces he revivido la Semana Santa de mi infancia.
Breve plaza de la Iglesia
de la Virgen del Rosario;
en la distancia me aguarda
un pequeño campanario.
Lo imagino, lo contemplo,
tengo los ojos allí
y tropiezo cada día
con el sitio en que nací.
Si los caminos llevaron
mi vida por otras sendas
hoy vuelvo a este lugar
con mi más humilde ofrenda.
Ay, cómo pasan los días,
ay, cómo pasan los meses,
ay, cómo pesa en el alma;
temo y deseo que empiece,
que todo empiece.
Fé
Semana Santa. Imágenes Sagradas que nos atan el corazón.
Compañía en nuestras penas, motivo de orgullo. Estremecimiento de Pasión.
Representación simbólica con que nuestra tierra honra el amor de Jesús.
Tradición que se repite primavera tras primavera. Imágenes Sagradas donde
expresamos toda nuestra Fé, con paciencia y con fervor. En cada puntada del
manto está la Fé, en cada mecida del paso está la Fé.
Por la Fé estamos ligados a ellas. Nos emociona ver el
encaje que rodea y realza su rostro, porque reflejan la Fé y el más sincero
cariño. Nuestros mejores sentimientos, nuestros más puros deseos. Imágenes
Sagradas símbolo de nuestra Fé. Fé en madera y en carne. Fé en el gesto. Fé en
la expresión. Fé en la Madre y el Hijo. Fé.
Íntima y personal, barrera no quebrada.
esquema propio, que nadie conoce.
Regalo de Dios para el cuerpo y el alma.
Solsticio donde el sol se asoma y no se
pone
Domingo de Ramos
Jesús entra en El Rubio al son de palmas y olivos, de la
forma más humilde posible. De mis días infantiles recuerdo un sencillo
recorrido alrededor de la Iglesia con ramitas de olivo en la mano.
El olivo, que es el
símbolo de la paz desde tiempos inmemoriales. El olivo, que es el árbol que nos
da el aceite. En un huerto de olivos rezó Jesús tras la Santa Cena. Amparado
por la sombra del olivo, el árbol que bendice el párroco. El árbol bendecido
por aquella noche que pasó orando Jesús. Con ramas de olivo recibieron a Jesús
cuando entraba en Jerusalén. ¡Qué pronto se tornó en el látigo de la
incomprensión esa devoción del primer Domingo de Ramos! ¡Qué pronto lo
abandonaron sus Apóstoles, y qué pronto lo dejamos solo!
Tal y como Jesús entra triunfante en Jerusalén así
deberíamos dejarlo entrar en nuestros corazones. Domingo de Ramos, pórtico de
la Semana Grande. Alcemos los ramos para que Jesús venga a nosotros.
Me cuentan cómo se celebra hoy este Domingo de Ramos en El
Rubio, y añoro ver los niños, que siempre
son los protagonistas; ver cómo se visten de hebreos y cómo luce la
fiesta con su banda de música, con nuestra banda de música.
Domingo de Ramos. Jesús entra triunfante en Jerusalén a
lomos de una humilde borriquita.
Vístete de estreno,
calcetinitos blancos.
Péinate esas trenzas,
zapatitos de charol.
Que va a salir el sol
esta mañana.
Vístete de estreno
a recibir al Señor.
Hoy es Domingo de Ramos.
Presienten las golondrinas
que está entrando el Hijo Amado
en Jerusalén.
Niña bonita, carita de amapola,
vístete de olivos,
que la Paz sea contigo
que ya nunca estarás sola.
De estreno, mi niña, vístete.
Aguantamos la respiración porque falta poco, falta muy
poco, para que nuestras Imágenes recorran las calles. Ellas, las calles, están
esperando. Todavía guardan el rumor de las pisadas del año anterior. Todavía se
alegran, se emocionan. Las calles te están llamando, porque ya casi estás aquí,
Cristo de la Salud.
Miércoles Santo
Miércoles Santo. Como en mi infancia, Vía Crucis del
Miércoles Santo para celebrar la Procesión del Silencio. El Cristo de la Salud.
Lo recuerdo acompañado de un solo, un único tambor, recorriendo las calles
oscuras en medio de la silenciosa devoción del pueblo. Un solo tambor para un
Cristo solo en su Cruz. Un silencio denso que se puede palpar. Un silencio que
se hace carne en Cristo. Cada rincón en el que se detiene el Vía Crucis está marcado
con una sencilla Cruz sin adornos. Se detiene el cortejo para escuchar la
Palabra.
Lo llevan en andas por las calles los Hermanos de la cara
descubierta; sólo una Cruz en el pecho los identifica. Esta noche somos
Hermanos todos, hermanados en esa soledad y ese dolor que recorre las calles.
No empieza tarde la Procesión, porque temprano fue el martirio de Nuestro
Señor. Y sin embargo es noche cerrada. Silencio para el Cristo de la Salud.
Miércoles Santo en el Rubio.
Noche cerrada.
Un lucero que por las calles camina.
Cruz de Guía.
Vía Crucis.
Devoción en primavera concentrada.
Alma peregrina.
Velita en papel de hojalata
que alumbra y calla.
Lágrima última
que se oculta en las pestañas.
Camina el Cristo muerto,
Miércoles Santo,
camina en andas.
Estación de Penitencia en parihuelas. Cristo de la Salud.
Cristo Crucificado que se deja llevar.
Llevamos un tesoro en parihuelas.
Llevamos la soberanía,
la calma, el
bálsamo que consuela;
aliento en la noche fría.
Noche de Miércoles y estrellas.
Pasa el Silencio, la Cofradía
del Miércoles Santo y Humilde
que no se tapa el rostro, ni se viste.
Una vela en la mano es la ofrenda.
Y un trocito de cartón,
va recogiendo la cera,
como un lacrimario que guarda
gotitas del corazón.
Velas que temblando ensalzan
al Cristo de la Salud.
Pasito a paso va el alma,
llorando tras de la Cruz.
Silencio para el Crucificado,
Silencio en el Vía Crucis.
Silencio.
No llantos ni lamentos;
plegarias
que florecen en los labios
para que se las lleve el viento.
Que lleve el viento plegarias al
Cristo de la Salud, que está sufriendo El Rubio, que siempre hay alguien
sufriendo. La enfermedad surge no se sabe bien de dónde ni por qué. Roguemos a
este Cristo de la Salud por quienes sufren. Ayer igual que hoy, hoy igual que
mañana. La rueda del tiempo se lleva a nuestros seres más queridos, mientras
nuevas florecillas comienzan a renacer.
No caen en el olvido nuestras plegarias, como no nos
olvidamos de aquellos que hoy ya no están a nuestro lado. Cristo está con nosotros,
silencioso, como en su Procesión, pero su presencia es fuerte y nos acompaña. Y
aunque hoy nos invade la amargura, el creer con Fé nos salva; es la fuente de
la que bebemos el agua más clara que podemos apetecer.
Y rezar al Cristo de la Salud. Rezar no sólo con los
labios, sino con las manos y los pies. Rezar al Cristo de la Salud es
levantarse cada día y pelear porque todo salga bien. Rezar al Cristo de la
Salud es ayudar a aquellos que lo necesitan. Dar la mano a quien lo pide, y a
quien no lo pide también. Rezar al Cristo de la Salud es un compromiso día a
día con todos y cada uno, hermanos todos, hermanos siempre. Hermanos en el
sufrimiento y en la pena, y hermanos en las alegrías.
Creo, firmemente, que las plegarias que más agradan al
Cristo de la Salud son nuestras propias obras, aunque nos parezcan pequeñitas,
insignificantes. La grandeza de Dios sabe ver cada vez que nos esforzamos en
hacer que la vida de otros sea más llevadera y agradable.
Que el dolor que produce ver al Cristo de la Salud en su
Cruz, muerto ya, se torne en caricias hacia todo y hacia todos los que nos
rodean. Se llama Caridad, se llama Misericordia, se llama Oración, yo lo llamo
simplemente, seguir los pasos de Cristo, como en una Procesión, en silencio.
Que esta Salud que nos da Cristo sirva para que ayudemos a los que están cerca
de nosotros.
Jueves
Luce el Jueves un Nazareno que pasa por nuestro pueblo
camino de su Calvario. Y de Nazarenos se visten los hermanos, color morado del
lirio que lo simboliza. Va pisando lirios y claveles y tras su estela lo
acompaña una Virgen que conserva todavía la Esperanza. El verde de las hojas
del lirio, el verde de la Esperanza.
La tarde se viste de fiesta de Pasión con el
consentimiento del cielo. Trompetas. Tambores. Sones para la valentía de las
espaldas de hombres que llevan el nombre de costaleros. Costaleros de Jesús,
Costaleros de Jesús el Nazareno. La dignidad va camino del Gólgota y la tarde
se viste de fiesta morada y roja para acompañarla en su Sacrificio.
La humildad y el perdón están en esa imagen que se esmera
en cada detalle con paciencia y con cariño, para que tú lo entiendas, para que
tú, hombre de bien, lo sientas, para que tú lo conozcas y te reconozcas en cada
esquina que se pierde. Manos de antigua sabiduría en flores y en encajes.
El redoble de la caja te está llamando, un solo de
trompeta anuncia con alegría que sale el Paso. Cornetas y tambores que son como
el repiqueteo de las llaves que abren las puertas del Cielo. Porque el Cielo,
rubeño, está en tus calles estos días.
La pasión corona los morrillos de los costaleros. El
costalero lleva con orgullo ese sudor tan honrado. Un orgullo que se hace sitio
entre los dedos de los pies que arrastran la valentía, que saltan con el dolor.
Costalero. Músculo que respira pasión, carne que se tensa, que aguanta, que se
ennoblece a cada golpe de martillo y con cada voz del capataz
Ay, quién pudiera recibir esas órdenes de la Imagen
Nazarena. Quién supiera escuchar sus voces y suspiros cuando hablan del amor
que es darlo todo.
Ay, la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios encarnada en las manos del Nazareno, en
la mirada que expresa lo que mis palabras no pueden decir. Palabra de Dios
hecha hombre. Palabra de Dios hecha imagen. Nervio y vena que vibra en madera.
Recuerdo de carne dolorida vestida con una túnica morada y un cordón. Oh Carne
humana encarnada de Dios por la voluntad del Padre.
Por la voluntad del Padre
estalla la primavera en las gargantas
y el pueblo te canta.
Rotundo alarde.
Verde primavera, verde
manto de Esperanza.
En cada hueco crece
alguna yerba sin nombre:
espalda de Nazareno que se mece
al borde de un abismo es Dios y hombre.
¡Aparta de mí este cáliz de amargura!
Verde primavera
de un Cristo que camina
hacia un Calvario de locura.
Calvario convertido en cada espina,
Calvario presentido en la penumbra.
Muerte en primavera.
Cristo que se arrastra, que se mece,
que se aclama, que se vence,
que se despierta y se levanta.
Cristo Nazareno transformado
de tanto amado
en Cristo Resucitado.
Nazareno y verde primavera.
No toca la Cruz. Nuestro Nazareno no toca la Cruz con sus
manos puras. Se deja llevar, pero no toca la Cruz. Es como si la Cruz, por
serle más alegre y menos penosa en su peregrinar, no se dejase tocar por sus
Manos Santas. Cristo tiene sus manos dispuestas para nosotros. Nos está
esperando. Para acompañarlo, no en su camino de agonía sino en su camino de
Resurrección y Gloria.
Cómo no recordarte,
si los años más alegres
pasé junto a ti
vestida de fiesta.
Cómo olvidar los sones
por el Paseo de la Iglesia.
Cómo no estremecerse
ante el paso apresurado
de un sencillo penitente
que llega tarde y va descalzo;
y la capa se le vuela
y el morrión quiere escaparse,
recoge la túnica,
se ajusta los guantes
y dice “Que llego tarde,
y es mi Madre quien espera”.
Visión de mi adolescencia,
del divino anonimato
que luce por las callejas
sin rostro y sin zapatos.
Visión que no se marchita.
Historia que causa revuelo
y que a la sonrisa incita
y me hace pensar:
eso es el Cielo
Palio de Esperanza
Si la primavera trae agua verdean los campos. La Esperanza
del trigo con su manto verde, llegando Junio, se tornará de oro para ser harina
blanca de Pan de Resurrección.
Pan
de la tierra, Virgen de la verde Esperanza en la Resurrección de la carne.
Te siento Virgen Santísima, más allá de esa Resurrección,
en el Paraíso que tu rostro de belleza representa.
Manos que dibujan en un suspiro de sus dedos blancos la Fé
en el otro mundo. Coronada de Estrellas en la Esperanza del Cielo. Asunción
bendita. Rosario que desgrana ilusiones en cada oración. Araceli, Altar del
Cielo, que concebiste sin mancha. Consuelo para nuestros pecados. Carmen de
Gloria y de Paz. Pureza que borra errores como una hoguera en torno a la que
reunirse y conversar.
Pureza de Candelaria.
Virgen de la Esperanza. Todos somos Esperanza. Esperanza
en convertirse, Esperanza en esforzarse una vez más. Esperanza de María, espejo
para mirarse, ventana para mirar más allá de nosotros mismos. María, Esperanza
nuestra de cada día.
Con las luces de la tarde sacamos a nuestra Esperanza a
que mire su pueblo. Luz del Cielo que baja a la tierra. Sueño que transita
detrás del amado Hijo que se escapa de calle en calle, de balcón en balcón
¿Dónde, Madre de la tarde, Lucero
nuestro, quieres que te lleven tus costaleros?¿Qué sones te han de acompañar?
Que no me canso de verte
ni de lejos ni de cerca;
no me canso de sentirte,
aunque tu paso se aleja.
No me canso. Espero un año
y si hace falta esperar,
espero lo que haga falta,
que siempre es recompensa.
Mirarte es descansar
tanto si miro de lejos,
como si miro de cerca,
imagen de mi Hermandad
Guarnecida por una nube de flores blancas y el rizado de
las velas que poco a poco se consumen, tu rostro se acerca y nos deja tras de
ti un rastro indeleble que solo puede verse en el alma. Es el rastro de tu
Hijo. Huella para poner en ella nuestro pies. Te acercas calle arriba, ya casi
estás aquí. No te alejes de nosotros no permitas que te dejemos ir.
Palio de la Esperanza.
Varal que mira hacia el cielo.
Palio de flores blancas.
Corazón claro y sereno.
En tu cintura se cimbrean como un junco
tus sueños y todo tu afán.
Y en tus manos el Rosario deja un surco
una súplica de Paz.
Viernes de Pasión
Viernes de Pasión con el fúnebre cortejo del Señor en su
Cajita que los hermanos transportan para su entierro. Visten el blanco de la
pureza y el negro luto que cae sobre todos nosotros con su muerte. Lo acompaña
su Madre Dolorosa, roto el corazón por siete puñales, deshecho el rostro en
lágrimas.
Es viernes de Dolorosa Pasión. Viernes triste de muerte.
Fuego vivo que aprisiona al respirar. Ventolera que se lleva los cabellos y
esparce los pensamientos. Agua salada que se escapa sin querer, como un pequeño
río de lágrimas al que llaman el Salado. Y tierra que muerde, que muerde, como
el látigo o la espuela en el ijar.
En una urna de cristal han colocado su cuerpo lacerado y
muerto. Cuerpo cansado. Cuerpo marchito. Cuerpo manchado por las manos que lo
llevaron a estar así. Cuerpo de Cristo blanco y puro que habrá de Resucitar en todo
su esplendor.
Se entonan sones lúgubres. Cada minuto pesa como una
eternidad en el corazón y se rasga la garganta de cariño por el que se va en
una saeta que corta el miedo como un cuchillo de plata.
Ay, cuántos lamentos porque ya no está entre nosotros.
Quisiéramos volver a tenerlo aquí para seguir aprendiendo de su ejemplo. Pero
se nos ha ido.
Oh
Cristo de luto, oh pueblo de luto. Oh ilusiones rotas.
Oh,
Muerte, cuán grande es lo que te has llevado.
Oh
corazones desolados que quedan tras de ti.
El negro es el color que visten tus cofrades y la Imagen
de este Cristo que se nos ha ido por tanto pecado y tan poquita Fé, nos
acongoja.
No quito ni pongo versos
caminando tras la duda,
que quien un nuevo sol saluda suda
y gana su pan con esfuerzo.
Dios vive aquí en el costado,
habita oculto en un recodo,
se manifiesta en un todo
íntimo de quien lo ha encontrado.
Dios es aparejo y amarra,
ancla que une a la vida;
quien navega a la deriva
tal vez no comprendió la Palabra
Mas yo no quito ni pongo
versos que hagan dudar.
La Fé ha de madurar
en rama que se une al tronco.
No sufras, hermano, en este entierro. No sufras si se van
tus seres queridos. Escucha la Palabra de Salvación que te llama y que te
asegura que este sólo es un destierro temporal, que hay otros terrones más
livianos, que hay un camino menos duro, que hay un lugar adónde nos lleva la Fé
en el que estaremos en su Divina Presencia y en la compañía de aquellos seres
queridos que un día se nos fueron.
No nos olvidamos de ellos. Se nos han ido y no hay bocado
de pan ni vaso de agua que no nos recuerde a ellos.
Como Cristo, un entierro que es sólo un destierro
temporal. Confiemos todos y, mientras el Señor nos permita transitar por estos
lares, recordemos su Palabra.
La Palabra de Dios es Palabra del Amor. Palabra que lleva
el agua al sediento. Palabra que sabe perdonar.
Por su palabra, por su Sagrada Imagen, por ese destierro
temporal, por esa Fé en la Vida Eterna, que no haya un pobre que no reciba
nuestra ayuda, que no haya un triste que no reciba nuestro consuelo. Que
aprendamos a ser mejores cada día, que tengamos siempre presente que todos somos hermanos y, por tanto, que
todos somos iguales. Que hace más hombre al hombre la bondad y la misericordia.
Acompañamos a este Jesús muerto en su Estación de
Penitencia por las calles y las piedras de las calles se enternecen al pasar.
Enternezcamos también nosotros nuestros corazones. Que no haya dureza en ellos
para el dolor y la necesidad. Que cada dolor y cada necesidad sean para
nosotros la obligación de remediarlos. Una y mil veces que no sea duro nuestro
corazón, una y mil veces si fuera necesario.
Pasamos una mala etapa. Justo es acordarnos de aquellos
que sufren. Porque fue Jesús quien vino a pedir por ellos.
Hombre bueno, hombre de bien,
que transitas día a día por mi suelo
escucha esta súplica sin desdén:
Amar a Dios es el consuelo.
Amar a Dios en sus obras,
amar a Dios en sus criaturas.
Amar a Dios, - lo demás sobra -
con las manos, los dientes, la cintura.
Amar a Dios muerto por nuestros pecados.
Amar a Dios, con nuestras obras
y, por la voluntad del Padre,
amar a Dios Resucitado.
Virgen de los Dolores
Cuánto tiempo, Dolores, hace que esperaba yo este día.
Bien lo sabes. Cuánto tiempo hace que deseaba estar frente a ti y, como dos
comadres de toda la vida, sentarnos juntas y conversar.
Tengo tu imagen presente por donde quiera que voy. Ay,
Dolores, déjame que me acerque a ti, y que te cuente mis alegrías y mis penas.
Siempre que me acerco allí, en mi Huelva, a la Virgen de
la Cinta, pienso lo mismo: tiene la carita de rubeña. Me siento allí, casi como
si aquí estuviera. Y, Dolores, tengo allí otra Imagen tuya que sale el Jueves
Santo, y que tanto y tanto me recuerda a
ti.
Mi Estación de Penitencia es seguirte. Mi Estación de
Penitencia es admirarte. Mi Estación de Penitencia la hago con los ojos y el
corazón. Con la cámara de fotos que se empeña en conquistar un instante
volandero en el que todo eres Tú y Tú estás en todo. Mi Estación de Penitencia
es andar, conversar. Contener la respiración a lágrima viva. Mi Estación de
Penitencia es estar cerca, con un bocadillo en la mano, con una botella de agua.
No me pidas que sea más, que yo sólamente puedo ser así.
Hago las cosas como puedo. Dame fuerzas. Sabes que me
equivoco, tropiezo, caigo, y con tu ayuda me vuelvo a levantar. Dame fuerzas,
Dolores. A cambio te doy, lágrimas y sonrisas. A cambio hago lo que puedo, tú
lo sabes bien. Gracias Dolores que, desde El Rubio, viniste a acompañarme en la
Cofradía del Cristo del Buen Viaje. Gracias Dolores, porque estás aquí, con el
Santo Entierro, y allí, acompañando al Cristo de las Cadenas. Gracias Dolores
porque tu rostro y su rostro son el mismo, y porque así allí me siento menos
sola.
Ya no sé qué me hablo y qué me digo;
se confundieron mis sienes ya tan presto.
Vine a cantarte sólo con lo puesto
y en un revés sufro de olvido;
que al mirarte pienso en la alegría,
que al mirarte, hermosa entre las flores,
me olvidé de tu pena, Madre mía,
me olvidé que te nombro Amor, y eres Dolores
Dolores que ascienden al Cielo en forma de plegaria. Igual
que es plegaria y oración que asciende al Cielo el olor del incienso. Ese olor
que se esparce por las calles y en cada recodo susurra que ya es Semana Santa.
Siempre que pienso en la oración, pienso también que hay
muchos modos y maneras de rezar. Aquellos que me conocen bien saben que yo rezo
con las manos, que esa es mi costumbre desde siempre. Cuando nuestras acciones
son buenas, cuando solo persiguen el bien de los demás, seguramente, Dios las
entiende como una oración sin palabras.
Por eso quisiera recordar aquí a una mujer a quien me
gustaría imitar en esa forma de rezar que son las acciones. En estos tiempos
difíciles, recordar su ejemplo no es sólo un reconocimiento para ella, sino una
invitación para ser como ella fue.
Hace más de 30 años yo era una niña que corría por las
calles sin parar, me fijaba en todo y por todo iba preguntando. Un día pregunté
a mi padre quién era Eloísa Rodríguez Ramos, cuyo nombre figuraba en el rótulo
de una calle. Me fijé porque era uno de los pocos nombres de calles dedicados a
una mujer y porque no me sonaba tanto como Severo Ochoa o Cervantes.
Mi padre me respondió que Eloísa fue una buena mujer que
ayudó en unos tiempos muy difíciles a aquellos que lo necesitaron. Que en su
puerta siempre había gente y que ella procuraba remediar el hambre que los
acuciaba como mejor podía y sabía.
Más tarde he escuchado de otros labios estremecedores
relatos de una niña de apenas siete años que vendía espárragos y a quien ella
le compraba siempre los que no había conseguido vender, y si podía “me daba un
trozo de pan”, cuenta todavía con lágrimas en los ojos.
Para mí, esta es la mejor manera de expresar la Fé, y una
hermosa forma de rezar: a través de nuestras acciones.
Mi humilde persona, delante de los aquí congregados, sólo
quiere honrar su memoria con este pequeño recuerdo. Vaya mi más sincera admiración,
y mi empeño en que su ejemplo siga siendo ejemplo hoy.
Que no se trata de
hacer mucho ni poco, sino que cada cual haga lo que sus fuerzas le alcancen.
Virgen de los Dolores,
que al atardecer caminas
por las calles de mi pueblo,
dame fuerzas y humildad;
y haz que en mi vida
se refleje la bondad,
y ayúdame en el esfuerzo.
Hermosa entre todas las mujeres
y para todas las mujeres ejemplo.
Porque ya va a empezar la Semana
Santa en El Rubio y tenemos que abrir de par en par las ventanas del corazón.
Una Semana para disfrutar de nuestras bellas Imágenes, de los sones de la
banda, de las flores, del incienso. Detrás de cada detalle hay un esfuerzo
colectivo y anónimo. Como laboriosas hormigas que trabajan sin descanso, cada
cual se afana en poner un detalle para que luzca el sentimiento que hay detrás.
Se adornan los balcones, se plancha con esmero cada túnica. Y canta el
campanario con dulzura una hermosa canción. Sobre los tejados crece la luz de
la tarde.
Y tú, Dolores, no tengas pena en ser
la última en salir. No tengas pena de recogerte, ya, tan pronto, porque el
tiempo pasa rápido. Hoy acompañas a tu Hijo en una urna, mañana celebrarás su
Resurrección. Y nosotros estaremos aquí, más presentes que nunca, para
alegrarnos de que la muerte no es el final y que Él está con nosotros.
Si quieres ver a tus devotos,
Dolores, ten un poco de Esperanza, porque juntas estaréis de nuevo con todos
los rubeños en el primer Domingo de Mayo, cuando las dos seáis Rosario y el
pueblo celebre su romería.
Rosario, Madre y Patrona de El Rubio
de quien lleva el nombre esta Iglesia.
Virgen del Rosario,
Esta vieja Imagen de la Virgen del Rosario es chiquita. Yo
la miraba de niña y me parecía tan chiquita y tan humilde como yo. Y por eso me
gustaba tanto.
Y esta nueva Imagen, que tan unida está ya a todos
nosotros, es la que pasea entre olivos y trigales camino del Cerro de la
Cabeza. La misma devoción a la cuenta que se desliza entre los dedos mientras
los labios susurran la correspondiente plegaria. En el primer Domingo de Mayo,
cuando la lágrima roja de una amapola se
cuela entre los trigales, Rosario va de Romería
Y allí los cantos y las campanas,
van con la oración sincera.
al Cerro de la Cabeza
donde a Rosario se aclama.
Ni un alma en el pueblo queda
las familias se reúnen
se comparte y se consume
lo que da la buena tierra.
Virgen del Rosario,
Señora del dulce abrazo;
de nuestro pueblo Patrona
que orgullosa te coronas
con tu Hijo en el regazo
Virgen del Rosario, Virgen,
las campanas ya publican
con fervor y Fé Cristiana
que El Rubio entero te sigue
con canciones que suplican,
con rezos y sevillanas.
Pero ahora, es tiempo ya de disfrutar de la belleza, y
hacer gala de la Fé. Ahora, rubeños, os esperan estas calles vestidas de Cielo
y Gloria. Cuánto os envidio y cuántos recuerdos de infancia y juventud dejo
aquí. Cuánto me gustan los sones y las mecidas de los Pasos, cuánto os admiro y
cuánto os añoro. Pueblo mío. Disfruta todo lo que tienes que es mucho y muy
hermoso. Pueblo mío, El Rubio, ¡A vivir esta Pasión! No permitas que pase de
largo bajo tu ventana.
Las palabras
volanderas se las lleva el viento como pavesas. Queda el sentimiento y en ese
sentimiento que nos espera en la Semana Santa de El Rubio, te encontrarás con
Él y con Ella. No hacen falta más palabras. Sólo hace falta el sentimiento.
Ya no me tiemblan las piernas,
ya no me tiembla la voz;
estoy temblando toda yo
de seguro agradecida.
Pues pienso que en esta vida
solo atiende la razón
a un par de cosas queridas:
una es el amor, paisanos,
otra la Fé verdadera,
lo demás todo es quimera.
Para lo importante mi mano
hallarás siempre extendida.
Dejadme aún que lo diga
solo atiende la razón
a aquello que más amamos.
Todo se llama Pasión
He dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario