lunes, 2 de noviembre de 2015

2016- XX PREGÓN DE PASIÓN. José María Díaz Fernández

 
EXALTACIÓN DE LA SEMANA SANTA
 
Pronunciada por Don José María Díaz Fernández
 
Presentada por Don Luis Miguel Prieto Rodríguez
 
Parroquia Nuestra Señora del Rosario
 
EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2016

(Exaltación pendiente de texto)

lunes, 18 de mayo de 2015

2015- XI PREGÓN DE GLORIA. Jesús García Alarcón

Pronunciado por Don Jesús García Alarcón.

Presentado por  Doña María Ángeles Valor Sanz.

Parroquia Nuestra Señora del Rosario.

EL RUBIO, ROMERÍA 2015

XI PREGÓN DE GLORIA



XI PREGON
DE GLORIA
A
NUESTRA SRA
DEL ROSARIO





Dedicado a mi esposa y a mi hijo,
por estar siempre a mi lado.
Que Nuestra Sra. del Rosario
los bendiga siempre.





“Dios te Salve María
llena eres de gracia,
El Señor está contigo
Bendita tu eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.”


Que hermosas y simples palabras con las que de forma habitual oramos a María. El Ave María, oración mariana por excelencia y elemento fundamental del rezo del Santo Rosario, es con total seguridad la primera oración dirigida a María, que aprendemos en nuestra infancia dentro de nuestra formación cristiana. Estas palabras están tomadas de dos de las menciones que aparecen en los Santos Evangelios sobre  María, Madre de Jesucristo. Las primeras son las que le dirige el arcángel Gabriel cuando le anuncia laConcepción virginal del Hijo de Dios, María, turbada y sorprendida por esas palabras, asiente ante el razonamiento del ángel y no puede responder de otro modo: “Hágase en mi según tu palabra”. María acepta con total humildad su papel en el plan de salvación diseñado por Dios para liberar a la humanidad del pecado original y lo hace sin ambages, con ofrecimiento absoluto a la voluntad de Dios. La segunda parte corresponde al saludo que su prima Isabel le traslada, imbuida por el Espíritu Santo, cuando María la visita al enterarse de su embarazo. María al escuchar estas palabras le responde entonando lo que se conoce con ese hermoso texto de alabanza que constituye el Magníficat:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto sus ojos en la humildad de su esclava y por eso desde ahora todas las generaciones me llamaran bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho obras grandes en mi, su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
María en estas palabras reconoce el poder de la obra de Dios con total humildad pero al mismo tiempo profetiza que, por ese mismo poder divino, será exaltada de generación en generación de ahora por siempre. Por eso permíteme que mis primeras palabras sirvan de alabanza y de petición hacia ti:

Dios te Salve, Reina del Rosario.
porque el Señor está contigo,
llena eres de gracia entre nosotros.
El Rubio siempre te espera.
Dios te salve, Señora del Rosario,
consuelo en las aflicciones,
brisa suave de amor,
bálsamo de tantas penas.
Dios te salve, Madre del Rosario,
Señora y Abogada nuestra,
memoria de los que se fueron,
esperanza para quienes llegan,
Dios te Salve, Virgen del Rosario.
bendita siempre Tú seas,
que generación tras generación,
El Rubio siempre te espera.


Rvdo. Sr. Cura Párroco de ésta de Nuestra Señora del Rosario, Arcipreste de Osuna y Director Espiritual de esta Hermandad de Romeros.
Excmo. Sr. Diputado Nacional.
Ilma. Sra. Alcaldesa-Presidenta del Excmo. Ayuntamiento de El Rubio.
Sr. Hermano Mayor de la Hermandad de Romeros de Nuestra Sra. del Rosario.
Sras. Hermanas Mayores y Sr. Hermano Mayor de las Hermandades de Pasión de esta villa de El Rubio.
Romeros y romeras todos en María Santísima del Rosario, amigos todos.
Permitidme que mis primeras palabras sean para mi presentadora,sé que tus palabras salen de tu corazón y de la profunda y larga amistad que nos une, una amistad iniciada por motivos laborales por la profesión que compartimos, la de ser enfermeros, continuada por mi llegada al El Rubio y reforzada en esas muchas y largas jornadas de trabajo que hemos realizado juntos, jornadas en las cuales hemos visto debatirse entre la vida y la muerte a muchas personas y seguro que ati al igual que a mí, por la fe que compartimos, en muchas ocasiones, de forma silenciosa, se nos ha venido a la cabeza un rezo por esas personas, pidiéndole a Dios y a la Santísima Virgen que hiciesen el milagro de ayudar en su recuperación. Gracias Mª Ángeles por tus bonitas palabras e inmerecidas por mi parte. Seguro que Pepe en los bancos celestes estará con su gorra y su medalla al cuello tremendamente orgulloso de verte, o de vernos a los dos, compartiendo este atril.
Puede ser un tópico decirlo, pero cuando Manuel, el Hermano Mayor, me trasladó, hace poco más de un año, su petición de que fuese pregonero de la Romería, mi primera respuesta fue un no rotundo. En primer lugar por ciertas cuestiones de ética personal, que considero que no vienen al caso referir aquí y en segundo lugar, no, porque para este rubeño de corazón y a todos los efectos, aunque ecijano de nacimiento, ese cometido entendía que me sobrepasaba, que estaba por encima de mis capacidades y, sobre todo, porque la responsabilidad era y es enorme, puesto que el pregonero, al menos desde mi punto de vista, se convierte en este acto en el portavoz de todo un pueblo. Mi pregón, estas humildes palabras, van más allá de mis vivencias y de mis pensamientos, deben intentar ser la expresión de los sentimientos de todo un pueblo y del modo de vivir la Romería de cada rubeño y de cada rubeña. Ahí radica la dificultad: Cómo poner palabras a lo que siente un niño recién nacido cuando durante su primer año de vida es presentado a Nuestra Madre para que lo proteja bajo su manto, cómo poner palabras a lo que siente ese niño o esa niña que por primera vez realiza el camino, con total seguridad en brazos de su padres o de cualquiera de sus familiares o conocidos, porque ese camino hacia la Ermita del Cerro no deja de ser un reflejo del camino que recorrerá en su vida, con subidas y bajadas, con circunstancias difíciles pero con otros periodos de mayor facilidad; cómo poner palabras a lo que sienten esos niños y jóvenes que realizan el camino por primera vez andando ellos solos, realizando ese esfuerzo de seguir el paso suave de la carreta que traslada por esos caminos entre olivares y trigales a Nuestra Madre; cómo poner palabras a lo que sienten esos hombres y mujeres de cualquier edad, que año tras año siguen realizando el camino que va hacia el Cerro, siempre con alegría, con la sonrisa en la cara,  olvidándose por unas horas de las preocupaciones cotidianas o de sus dolores, molestias o pesares; cómo poner palabras a lo que sienten esos rubeños y rubeñas que acompañan a la Virgen en el recorrido hasta la salida del pueblo porque ya no pueden, muy a su pesar, realizar el camino completo, muchos de ellos que estarán esperándola en la Ermita o bien estarán a su regreso por la tarde en el mismo lugar para volver a acompañarla hacia la Iglesia; cómo poner palabras a lo que sienten esos mayores o no tan mayores, incapacitados, que desde sus casas ansían en su corazón disponer de un solo momento para poder acompañarla en ese día tan especial; cómo poner palabras a los sentimientos de sus cuidadores que buscan un solo momento para asomarse al paseo o a las calles por la que discurres para rezarte al menos un Ave María y pedirte tu protección; como poner palabras a los sentimientos de todos los rubeños que desde la diáspora se trasladan en mente, porque en cuerpo no pueden hacerlo , para acompañarte otra vez hasta el Cerro; como poner palabras a los sentimientos de todos esos rubeños que desde los bancos celestes dirigen sus miradas hacia este atril recordando todas las romerías que vivieron. Para lograr trasladar a palabras toda esta amalgama de sentimientos solo hay un camino: ponerme en tus manos y bajo la protección de tu mirada para que te dignes aceptar estas palabras que surgen de mis labios, no soy poeta y mis rimas serán torpes y deslavazadas pero intentaré que este pregón sea digno precursor y que sepa reflejar todo lo que tu pueblo siente cuando acontece esa explosión de fe de cada primer domingo de mayo. Simplemente pedirte tu indulgencia con este pregonero, que no habla con el lenguaje exquisito de la sabiduría, ni mucho menos, sino con ese otro lenguaje, más llano y más sincero que mana directamente del corazón de los hombres.

Hoy que he tenido la suerte
de sentir vuestra amistad
quisiera poder contar
todo lo que el alma siente.
Y es tan grande la alegría,
que fluyen con ilusión,
palabras que la razón,
jamás componer podría.
Y a esta dulce aventura
de pregonar Tu grandeza
el temor a la torpeza
llenanmi cuerpo de dudas.
Sin embargo, Madre Mía,
desde que en mi te fijaste,
mi vida entera cambiaste
llenándola de alegría.
Por eso no me preocupa
que falte rima en el verso,
si en ellos puedo expresar
todo lo que llevo dentro,
se bien que a Ti no te importa,
pues digo lo que siento
lo que no quieres son penas,
ni lágrimas ni lamentos,
ni cariños afligidos,
ni vivir sin Ti no puedo,
nimuero por Ti Señora,
que la Virgen solo quiere
ver la sonrisa en tu boca,
que me alegro de vivir,
quiero que todos lo sepan,
quiero que te quieran guapa,
quiero creer que te quieran
queriéndote con el alma
quiero que te quieran mucho,
que ese querer no sea un sueño,
quiero que te quieran tanto
como yo te estoy queriendo,
porque queriéndote así,
cuando llegue ese momento
de rendir cuentas a Dios,
vivirán el Cielo Eterno.
Y así te quiero cantar
pregonando tu grandeza
hablándole al mundo entero
de tu gracia, tu belleza
del cariño que te tienen
en El Rubio, esta tierra,
que sepan lo que es sentir,
que sepan que soy sincero
que sepan lo que es vivir
sintiéndoseromero,
que sepan Virgen Mía
que no existe más consuelo
que sin haber nacido en El Rubio
ser hoy tu pregonero.

A pesar de todo, una vez aceptado el nombramiento, muchas dudas se me generaron, en más de una ocasión estuve tentado de llamar a Manuel y decirle que no, que no podía ser el pregonero, pero al final no lo hice por varios motivos: el primero de ellos que considero lógico y humano, y como tal, lleno de defectos entre los que se encuentra el del orgullo, el que uno siente cuando se fijan y piensan en ti para afrontar una tarea de tal calibre como la de ser Pregonero. Ese orgullo me llevó a mantener mi decisión y por ello estar hoy detrás de este atril, y en el fondo de mi corazón les agradezco a Manuel y a toda su Junta de Gobierno la confianza depositada en mi persona.
El segundo motivo es mucho más profundo y en él intervino de forma más íntima, serena y meditada el sentido propio de ser Pregonero de la Virgen del Rosario y además serlo en El Rubio. El motivo era que utilizando la protección, la inspiración y el cobijo de la Señora tenía una oportunidad única para expresar, no los sentimientos del rubeño que con sus abuelos y sus padres, vive y siente la fiesta, porque no los tengo, sino los que desarrolla alguien que como en mi caso, viene de fuera, se comienza a integrar en un pueblo, en una sociedad, procura participar de su vida, de sus costumbres, sus vivencias y su idiosincrasia, para terminar inmerso en el grupo totalmente integrado en él e intentar desde ese punto de vista, como dije con anterioridad, proclamar las vivencias y sentimientos de cada rubeño respecto a la Romería.
Hoy he venido aquí para pregonar a la Virgen del Rosario
Hoy he venido aquí para manifestar un símbolo de amor que se hermana en las mayores devociones de El Rubio
Hoy he venido aquí, a tu Iglesia para cumplir la misión imposible de cantar tus glorias como Madre de todos los rubeños.
Hoy he venido aquí para pediros que nunca la olvidemos, que seamos fieles a su amor.
Hoy he venido aquí para deciros que el Rosario nunca pasará de moda
Hoy he venido aquí para defender a María como Reina y Madre del siglo XXI y de todos los tiempos
Hoy he venido aquí para recordaros que las mentiras de quienes la desprecian nunca prevalecerán contra su verdad.
Hoy he venido aquí para pedir que sus manos bendigan a El Rubio durante todas las horas.
Hoy he venido aquí como uno más, entre tantas personas que vienen a rezarle.
Hoy he venido aquí para pedirte por los parados, por los que pasan hambre y sed, por los enfermos y por los que más sufren.
Hoy he venido aquí para pedirte por tantos cristianos, seguidores de tu Hijo, que son perseguidos y asesinados simplemente por ello, por proclamar su fe en Jesucristo Nuestro Señor.
Hoy he venido aquí para mirar el rostro de los que la miran y se admiran al encontrarse con tu mirada.
Hoy he venido aquí con el sueño impaciente de que ya fuera 3 de mayo para verla por los caminos que conducen a la Ermita.
Hoy he venido aquí para pregonar a la Virgen del  Rosario y recordar los gozos que le cantó el Beato Fray Diego José de Cádiz:

Cantemos con devoción
A la que es de Dios Sagrario;
Señora, por tu Rosario,
Logre yo mi salvación
En El Rubio hay un clamor
Va de calle en calle,
De sendero en sendero,
Santa María es Rosario,
Y Ella es faro de amor.

Mi infancia son recuerdos de un patio conventual ecijano, de lectura y juegos en la amplia entrada al convento junto con mis hermanas, de un Ave María Purísima como las primeras palabras que leí al estar grabadas encima del torno del convento,  de la misa matinal en el convento como monaguillo, antes de ir al colegio, de juegos en la Barrera de las Gemelas antes de ir nuevamente como monaguillo, a las misas diarias de la Parroquia Mayor de Santa Cruz de Écija en la que se venera y se da culto a la Patrona de Écija, la Virgen del Valle. Cuando hace ya 24 años, en 1991, asistí a mi primera Romería me quedé gratamente sorprendido por la vivencia de la misma y por la trascendencia que tenía. Tuve la inmensa fortuna de que mi novia entonces, esposa en la actualidad, era y es una mujer de profunda fe y que por tradición familiar, vivía y vive la romería desde el  punto de vista cristiano de la fiesta.En Écija no existía tradición de realizar romerías, la patrona sale cada 8 de septiembre en procesión pero un paso típico ecijano llevada por costaleros por las calles del pueblo. Como romería se puede considerar la que se realizaba en la parada que efectúa la Hermandad del Rocío de Écija en la aldea de Villanueva del Rey. Recuerdo con nostalgia y cariño las visitas que realizábamos con mi abuela en autobús y como pasábamos unas horas en la aldea hasta regresar a Écija. En mis primeras Romerías viví la parte más lúdica de la fiesta, sin dejar de asistir a las ceremonias religiosas que son la parte fundamental de la misma. En el año siguiente, por circunstancias del destino o más bien por designio divino, dentro del grupo de amigos que nos reuníamos para ir a la Romería, varios de ellos, entre los que se encuentra mi esposa, entran en la directiva de la hermandad con diferentes cargos. Al año siguiente, uno de ellos asume el cargo de Hermano Mayor, Manolo Guerra Moral  y tuve el inmenso honor de que Manolo me pidiese que entrase como vocal en la Junta Directiva para cubrir una de las  bajas que se produjeron. Ello me permitió acercarme más a la Hermandad y por ende a la organización y planificación de la Romería, pero sobre todo me permitió acercarmemása Ti, a tu Imagen y a la de tu Bendito Hijo.
Hablar de la Romería de El Rubio, más allá de la propia intrahistoria de la Hermandad, es hablar de una larga historia que se remonta ya a casi tres cuartos de siglo. Cuentan las crónicas que en los años cuarenta, en aquellos años complicados de la posguerra, se inició una peregrinación con motivo de la festividad de San José Obrero a diferentes lugares de la comarca sin tener una ubicación definitiva. La historia de estos años no está documentada salvo en los distintos recuerdos fotográficos que algunas familias del pueblo puedan guardar.
Es en el año 1972 cuando un grupo de rubeños se plantea la creación de una Hermandad de Romeros de Nuestra Señora del Rosario, probablemente no de forma improvisada sino fruto de las inquietudes que sentía aquel grupo de rubeños y rubeñas, y que se plasmó en la fundación de la Hermandad con una primera Junta Directiva con Carlos Sánchez Mora como Hermano Mayor. El germen ya estaba sembrado aunque desgraciadamente no se puede documentar la actividad de la Hermandad hasta el año 1981, que es cuando aparece la primera acta fechada en libro de actas. Desde entonces hasta nuestros días se han sucedido hasta ocho hermanos mayores con sus respectivas juntas de gobierno. De todos ellosmás que el legado material lo que nos queda es el espiritual: Todos han actuado para propagar y mantener la fe en Nuestra Señora del Rosario y, a través de ella en su Bendito Hijo, porque sin ellos nada de esto tendría sentido, la Romería sería algo vacío y falto de sustancia. Es una fiesta sí, pero sobre todo es una exaltación de la Virgen y de sus virtudes, de la humildad, de la aceptación de su papel en el plan de redención divino, de su papel de madre de todos nosotros, porque ella siempre está ahí para escucharnos y como corredentora para transmitir nuestras peticiones a su Hijo y por medio de él, al Padre Celestial.
Evidentemente todos han contribuido en cierta medida a mantener y aumentar el patrimonio material de la Hermandad. Probablemente por su relevancia, recordar a Eduardo Ruiz Ledesma porque bajo su mandato se encargó en 1984 la Bendita Imagen de Nuestra Señora del Rosario que fuera bendecida en esta Iglesia el 7 de octubre de 1985 por su Eminencia Reverendísima, el Cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo. Los demás Hermanos Mayores contribuyeron también a mantener a la Hermandad como con Pepe Fuentes o a aumentar el patrimonio como la ampliación de la Ermita primigenia y la colocación del azulejo con la Imagen de la Virgen en la pared principal de la Ermita con Manolo Guerra Moral; el plateado de los varales de la carreta con Manuel Pérez Rodríguez; el plateado del techo y la tumbilla de la misma con Leonardo Berral Pérez; la adquisición de la corona de plata para la Imagen de la Virgen con Concepción Rico Muñoz; la construcción del altar en esta Iglesia donde se coloca a la Virgen junto a San José, además de la ampliación del recinto de la romería, con José Pachón Guerrero; la adquisición de la casa hermandad con Manuel Martín Páez, del que también se puede destacar la organización de los actos de celebración del vigesimoquinto aniversario de la llegada de la Virgen a El Rubio y la posterior salida extraordinaria en otro día grande para este pueblo. Con Manuel Ruiz Matas, actual hermano mayor, la historia está por escribir,pero no tiene que ser recordada en si por lo material sino por ser capaz como el resto de mantener el vínculo espiritual que supone la celebración de la Romería entre Dios y el pueblo de El Rubio a través de María Santísima del Rosario.
Pero todo esto, además de por los hermanos mayores que han dirigido los pasos de esta Hermandad no habría sido posible sin la colaboración de los que lo acompañaron en esta tarea como miembros de sus Juntas de Gobierno o sin serlo, pero que colaboraban desinteresadamente en la organización de la Romería. Nombrarlos a todos sería largo e imposible y probablemente me dejaré muchos nombres en el camino pero con vuestra indulgencia si quisiera recordar a personas comoJosé María Maraver, Manuel Caraver Rodríguez, José María Pérez Caro, Manuel el Chispa, Pablo Moral, Luis Guerrero, Antonio Baena, Antonio Martín, Rafael Valor, Juan Maraver, Paco Martín, el tío del bigote, porque no nombrarlo y todos y cada uno de los miembros de las juntas de gobierno y colaboradores que han discurrido en la historia de esta Hermandad. Algunos de ellos presentes en este acto o entre nosotros y otros que nos estarán mirando desde los bancos celestes. Pero sobre todo permitidme hacer un pequeño homenaje al papel de la mujer rubeña en el devenir histórico de la Hermandad, un papel oscuro y en ocasiones no reconocido,  pero fundamental en esos primeros años, ¿Isabel, Cuánto trabajo has tenido durante muchos años?, pero que ha ido adquiriendo cada vez más importancia a lo largo de la historia de la misma de igual modo que lo hacía el papel de la mujer en la sociedad actual, en principio como camareras de la Virgen como Asunción Díaz, Araceli Baena, Natividad Caro o Juana Pardillo, posteriormente como miembros de la Junta de Gobierno con Toñi Blanco, Amparo Guerra, Carmela Caro, como ejemplos de elloy que alcanzó su máxima expresión con el ascenso al cargo  de Hermana Mayor, por primera y única vez hasta ahora, de Concepción Rico, con la que tuve el inmenso honor de formar parte de su Junta de Gobierno. Sirvan estas humildes palabras de reconocimiento a su importantísima labor sin la cual la Romería de El Rubio no tendría probablemente la trascendencia que actualmente posee. Quisiera asimismo tener hoy un recuerdo especial hacia D. José María Ortiz Caballos, el que fuera párroco de esta Iglesia y al que la enfermedad obligó a abandonar prematuramente su puesto. Todos recordamos aquel 1 de mayo de 2005 en el que subido en una frágil escalera,  vimos como colocaba la corona de plata que la hermandad y el propio pueblo de El Rubio habían adquirido para la Imagen de la Virgen y con la cual la proclamábamos simbólicamente como Reina. A ella que es

Reina de los Ángeles
Reina de los patriarcas
Reinas de los profetas
Reina de los apóstoles
Reina de los mártires
Reina de los confesores
Reina de las Vírgenes
Reina de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina asunta al cielo
Reina de la Paz
Reina del Santo Rosario
Reina de la Campiña
Y Reina de El Rubio


Andalucía es tierra de María, de norte a sur y de este a oeste, con advocaciones que trascienden por todo su territorio como la Blanca Paloma almonteña, la Virgen del Rocío,  la Macarena o la Virgen de la Cabeza de Andújar y con otras que se enmarcan en su propio ámbito local: Angustias en Granada, Cinta en Huelva, Fuensanta en Córdoba, Victoria en Málaga, Rosario en Cádiz, de la Capilla en Jaén, del Mar en Almería y de los Reyes en Sevilla, además de las múltiples devociones que jalonan cada ciudad y pueblo de nuestra Andalucía.Pero a pesar de todo, de toda esta pléyade de advocaciones marianas, debemos pensar que todas se resumen en una: María, la Madre del Salvador. Da igual el nombre con el que la queramos llamar, con el que nos queramos dirigir a ella, todas son Una y solo Una y que todas vienen a representarla a ella, en diferentes momentos o actitudes, pero su gracia, su amparo y su protección las obtenemos de ella como tal, en su condición de Madre de Cristo y de Madre nuestra por indicación del propio Jesucristo en la cruz.
La provincia de Sevilla no podía ser menos, desde Consolación en Utrera y Osuna, Remedios en Estepa, Gracia en Carmona, Setefilla en Lora y en Écija la nombran Reina del Valle. ¿Y en El Rubio? En la Iglesia de El Rubio, se podría realizar un curso de mariología: proclamamos el dogma de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, le pedimos ayuda en nuestras aflicciones como María Auxiliadora o María Milagrosa, la veneramos como Reina del Carmelo en esa advocación tan marinera, la elevamos a la categoría de Reina de los Reyes, compartimos los rezos de los pastorcillos de Fátima, cada Viernes Santo la acompañamos en el cortejo fúnebre de su Hijo compartiendo su Dolor por la muerte de Nuestro Señor, pero al mismo tiempo, estamos con ella en la Esperanza de que la vida vencerá a la muerte en esa paradoja tan cristiana de que la muerte del pecado será vencida por el sacrificio de Cristo al resucitar al tercer día y con el recuperaremos la gracia que se perdió por el pecado original. De igual modo que estamos con ella en la expectación ante el nacimiento del Hijo de Dios por esa dualidad que el propio origen de su nombre indica.
Pero sobre todo la advocación con la que la veneramos en El Rubio es como Reina del Rosario por partida doble: con la preciosa talla que preside este altar mayor de la Parroquia, y fundamentalmente, ante la maravillosa Imagen de la Virgen del Rosario de los romeros. Rosario que como su nombre indica es “ramillete de rosas”. Rosas que le ofrecemos a la Virgen en cada oración, en cada rezo, en cada piropo que se le dirige ante la belleza de su Imagen y que se van uniendo una tras otra hasta formar ese ramo de rosas que conducen hasta tu nombre. Manos divinas guiaron las gubias de Luis Álvarez Duarte cuando cinceló toda Tu Imagen y la de tu Bendito Hijo. Yo que he tenido el inmenso privilegio de contemplar tu rostro cara a cara, puedo afirmar sin temor a equivocarme que la sensación es la de estar ante el rostro vivo de la Madre de Dios y ante ello hay dos opciones: o quedarse sin palabras o la más coherente con el sentir del cristiano, dirigirle una oración de loa, de alabanza y de agradecimiento por permitirme estar tan cerca de su Divina presencia.


Tantas cosas te diría, Señora
que tiempo quizás no tenga.
Tantas cosas que ni ahora
Que tan cerca te tengo
Pueda articular palabra,
Tan solo puedo decirte
Rosario, te quiero.
Te quiero, Madre Mía del alma
Como quiere la carreta al sendero
Como quiere el Sol a la mañana
Y la noche al lucero.
Te quiero Rosario y te venero
Te lo digo con el corazón.
No me dejes nunca solo, Señora,
Ampárame y lléname de tu Gracia
Que aquí en mi pecho, tu casa
Escrito está con amor.
Te quiero Rosario, te quiero.


El Santo Rosario, además de ser una de las grandes expresiones de religiosidad popular, desde un principio, su rezo, propagado por Santo Domingo de Guzmán, representó para la cristiandad una poderosa arma de defensa contra la herejía y fomento de la piedad popular. El Rosario ha sido objeto de meditación y de estudio por numerosos Papas y Santos de la Iglesia. Hablar sobre él sería interminable.
Dijo el Papa León XIII: “No hay nada mejor ni más oportuno que recomendar y promover esta forma de oración, para que mediante el Rosario, gracias a la consideración frecuente de los misterios de la salvación, la fe despierte más viva en el corazón de los hombres y el fuego sagrado de la oración, se reanime y resplandezca como prenda de paz, de elevación moral y de prosperidad”.
Pablo VI lo calificó como una oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación profundamente cristológica; pero sobre todo recordar por su cercanía a San Juan Pablo II, que en octubre de 2002 a través de la carta apostólica RosariumVirginisMariae, declaró el año del Rosario desde octubre de 2002 a octubre de 2003 y añadió una nueva serie de Misterios a las tres series tradicionales: los Misterios Luminosos.
En dicha carta, nos indica además que el Rosario era su oración predilecta, que el Rosario, además de oración vocal, es oración mental, oración del corazón, meditación, contemplación de los Misterios de Cristo. El Rosario es una oración eminentemente contemplativa que trata de modelar al cristiano según el corazón de Cristo. Por eso Juan Pablo II propuso meditaciones adecuadas a cada Misterio del Rosario. Además podríamos llamarlo el camino de María. Recorrer con María las escenas del Rosario nos conduce a conocer a Cristo en su vida, en sus misterios y en su doctrina, a comprenderlo y a intentar entender su mensaje.
Con el Rosario el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario obtenemos abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la madre del Redentor.
El Papa Francisco también es un fiel devoto del rezo del santo Rosario. Así dice de él: “En este mes de mayo, quisiera recordar la importancia y la belleza de la oración del Santo Rosario. Rezando el Ave María, somos conducidos a contemplar los misterios de Jesús, es decir, a reflexionar sobre los momentos centrales de su vida, para que como María y para San José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras acciones.
Para escuchar al Señor, es necesario aprender a contemplarlo, a percibir su presencia constante en nuestra vida; es necesario detenerse a dialogar con Él, darle espacio con la oración.
Y como final  del Santo Rosario ese compendio de gloria y alabanza hacia ella cuando le rezamos sus Letanías:


Santa María
Eres la Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
Eres Madre de Cristo
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima y castísima
Madre inmaculada
Nuestra madre santa
Madre amable y admirable
Madre del buen consejo
La madre del creador
Y la Madre del Salvador
Eres Virgen prudentísima
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen poderosa
Virgen clemente y fiel
El ideal de Santidad
La Morada de sabiduría
La causa de nuestra alegría
El templo del Espíritu Santo
El honor de los pueblos
El modelo de entrega a Dios
La rosa escogida
Torre de David
Torre de Marfil
Eres casa de oro
Y Arca de la Alianza
Puerta del Cielo
Estrella de la Mañana
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consuelo de los afligidos
Auxilio de los Cristianos
Madre de todos los rubeños
Que te llamas del Rosario
No nos vayas a abandonar
Por este mundo perdido.
Ampáranos de verdad
Madre de todo consuelo
Y llévanos hacia Dios
Reina nuestra del cielo.
Rosa encendida de amores
Azucena entre romero
Lucero de resplandores
Jara y lirio del sendero.
Flor de romero florecido
Que todo se encierra en un nombre
Todo se encuentra en el tuyo,
Rosario.


La primavera vuelve a El Rubio. Cada año surge la vida del aletargado sueño del invierno. Todo parece dormido y de pronto, aparece esa eclosión de colorido de la que hacen gala nuestros campos, nuestros parques, nuestras plazas. La primavera está hecha para los ojos, para que estos la disfruten suavemente, está hecha para que podamos percibir los suaves olores florales, está hecha para poder saborear todo el regusto de una rancia tradición muy arraigada en nuestro pueblo, está hecha para que nuestros oídos se llenen de dulces notas que proceden de una marcha procesional o de una flauta rociera o mejor dicho romera que anuncia las vísperas de una fiesta. En definitiva, a través de los sentidos nos encontramos inmersos en la estética de la primavera, de nuestra primavera. Este tiempo que nos ocupa, nuestras cofradías y una carreta que camina hacia la Ermita del Cerro hacen que nuestra primavera sea distinta, sea especial.
Y nosotros que somos fieles amantes de nuestro pueblo y de sus tradiciones, hacemos al igual que cada primavera que esta tierra se convierta en un trocito de cielo que baja hacia lo terreno para que siga ocurriendo el milagro. El milagro de la vida, el milagro del florecer de nuestras esperanzas, el milagro de oler esas esencias que nos purifican, el milagro del Sol que alumbra el camino, el milagro del alma que vuela buscando el calor de Dios, el milagro del que se despierta tras un letargo en la fe, el milagro, en definitiva, de Dios que transforma nuestra tierra en un génesis que se repite año tras año y que además de nacer la vida, sabemos que vuelve a nacer nuestra fe. Vuelve a reafirmarse con la Pascua de Resurrección, porque Cristo está vivo y se encuentra en cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros corazones. Por todo eso, así empieza todo, con la Resurrección. Cuando todo parecía acabarse, Cristo convirtió la derrota en una gran victoria. Resucitó para poder quedarse entre nosotros y además nos envió su Espíritu para fortalecer nuestra alma y nuestra fe.
Y en El Rubio, me vais a permitir el atrevimiento de decirlo, tenemos la inmensa fortuna de recibir dos veces el Espíritu de Dios: una en el día de Pentecostés y con anterioridad en el domingo de la Romería, porque al levantarnos ese día, al llegar a tu Iglesia, al entrar y estar delante de tu Bendita Imagen y de la de Tu Hijo en tus brazos, nos sentimos imbuidos del Espíritu Santo, nuestro corazón se llena de fe y salimos a proclamar la grandeza de Dios a través de Ti, no hablamos lenguas extranjeras como los primeros apóstoles, pero en cada una de nuestras palabras se advierte el amor y la devoción hacia Ti y por medio de Ti, hacia Dios Nuestro Señor. Un Espíritu de Dios que llena el Paseo, que se prolonga durante el camino, que se adivina en la llegada a la Ermita, que se prolonga con el rezo y canto del Ángelus y con la celebración de la Eucaristía, que continúa en nosotros mientras te visitamos en la Ermita en un día de exultación, con el que te acompañamos en el camino de regreso, que llena nuestros corazones mientras que rezamos o te cantamos la última oración tras ese día maravilloso al volver nuevamente a la Iglesia y que nos hace volver a nuestras casas, cansados pero dichosos y llenos de fe, tras pasar un día de comunión con Dios a través de su Bendita Madre.
La Romería no es solo una fiesta ruidosa, tenemos que verla con los ojos de la inmensidad y del anhelo infinito del que se siente lleno del Espíritu Santo, de estar llenos de la profunda luz que nos proporciona tu hermosa mirada, esa que siempre mira hacia nosotros. La Romería es la Virgen, la que va con sus romeros para entregarles lo mejor de Ella, entregarles a su Hijo en una comunión espiritual y material para que el Espíritu entre de lleno el alma del que devotamente se pone en sus manos.
Solo esto justifica y hace posible el sentido religioso y profundo del romero, del que se desborda de alegría contagiosa en explosión de amores. El sentido de la Romería es una constante, porque la Romería es camino y no meta, porque es ir dejando atrás todo lo farragoso de nuestra vida, es romper con lo que dejamos para entrar en la bella utopía y hacer realidad lo que fue un sueño durante todo un año. Es abrir el corazón con fe verdadera y no rezada a la vista de todos, es hacerla conciencia y esperanza ilusionada; es dar vivas en la tierra para que el viento los lleve a otros lugares donde otros hermanos han alcanzado la gracia de habitar en las campiñas celestes; es desprenderse de ese pesado equipaje para poder levantar los ojos al cielo y traspasar la línea del horizonte; es extender las manos suplicantes buscando la verdad que nos hará libres.
La inmensa alegría que se apodera de nuestro vivir espiritual hace que le rindamos esa alegría a quien solo lo merece, con la humildad y sencillez que caracteriza a quien da todo lo que tiene solo por agradar a la Virgen y sin pretensiones, ni luchas, ni ensalzamientos personales que llevan a la vanidad de la grandeza material pero con su correspondiente vacío del alma. La inmensa alegría que desborda nuestros sentidos a medida que nos vamos acercando a aquel paraíso terrenal en el Cerro donde se unen el cielo y la tierra.

Dios te salve, Virgen pura
Reina del cielo y la tierra,
luna clara y sin menguante,
luciente y hermosa estrella.
Dios te salve, Blanca Aurora,
que disipa las tinieblas
del pecado malicioso,
que influye en nuestras miserias.
Vida que nos vivificas,
dulzura que nos consuelas,
y Esperanza cuyo amparo
nuestras desdichas ahuyenta.
A ti te llaman los romeros,
tus devotos a ti apelan,
a ti como su Patrona,
porque los socorras ruegan.
A ti llamamos nosotros,
desterrados hijos de Eva,
y los que de su desgracia
arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
a Ti porque nos defiendas,
suspiramos los mortales,
en este valle de penas.
¡Ea, preciosa Señora¡
¡Ea, dulcísima Reina¡
¡Ea, Madre del Rosario¡
constante abogada nuestra;
vuelve a nosotros tu vista,
de misericordia llena.
Y después de este destierro,
al bello Jesús nos muestra
a ese Sol, bendito fruto
de tus entrañas excelsas
a ese salvador del mundo
que nos cría y nos sustenta.
¡Oh clemente, oh piadosa,
misericordia y buena
¡Oh dulce Virgen María¡
Madre de Jesús y nuestra,
intercede por tu pueblo,
las necesidades todas
mira piadosa y remedia,
a este pueblo que te invoca
salud y gracia dispensa.
Por medio de tu gracia,
ten con nosotros tal cuenta
que alcancemos por tu influjo
del buen Jesús las promesas.
Amen, Jesús repitamos
y así para siempre sea,
y alabemos a María
en los cielos y en la tierra.


El Camino. Hablar de la Romería es hablar del camino hacia la Ermita del Cerro, van juntos los dos una con el otro unidos indisolublemente, pero pensemos una cuestión: La Romería y el camino no se inician el domingo por la mañana con la llegada a la Iglesia y con la salida de la Virgen ni terminan el domingo por la tarde con la vuelta a la Iglesia y con la última estrofa del último canto de la Salve, debemos considerar que vivimos en una Romería continua pues los valores cristianos y marianos que nos llenan ese día son los que deben estar inculcados y marcar nuestra actuación en nuestra vida cotidiana. Vana sería nuestra fe si fuera solo flor de un día.  La Romería continua que debemos mantener se inicia desde el jueves con el primer día del Triduo que se celebra como preparación para la misma. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es el primer paso que damos para iniciarla, la asistencia al Triduo nos sirve de preparación para poder afrontar, espiritualmente hablando, todos los actos del domingo y el resto de año para conservar esos sentimientos. Son tres días en los que prevalece la Comunión con Dios a través de la celebración de la Sagrada Eucaristía con el rezo anterior a la misma del Santo Rosario, con la meditación de la Palabra de Dios a través de la lectura de la vida de los primeros apóstoles en las primeras comunidades cristianas, de los pensamientos que transmitían a los fieles de otras comunidades y de la propia vida de Cristo en la lectura del Evangelio, de asistir una vez más, al milagro de la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo en la Consagración, de la Comunión con él al recibirlo y además, de dedicar un momento a orar delante del Sagrario, donde no olvidemos encontramos a Cristo vivo y glorioso tal y como está en el cielo.
El domingo con el alba, con el sonido de los primeros cohetes, todas las casas del pueblo son un rebullir de personas, ha llegado el gran día y a todos nos pueden las ganas. Hay que prepararse para continuar el camino iniciado, se hacen los últimos preparativos de la comida y la bebida que se compartirán en el cerro, pero, sobre todo, ultimamos los detalles para realizar el camino en peregrinación unos, acompañar a la Virgen hasta la salida del pueblo otros o bien verla salir de la Iglesia y montarla en su carreta. Las mujeres se colocan sus trajes de volantes, se engalanan con flores en el pelo y adornos a juego y las que vayan a caballo se colocarán sus trajes de amazona. Los hombres se visten igualmente de corto si van a caballo o los que no lo hacemos nos preparamos igualmente para afrontar el camino siempre con la medalla puesta en el cuello para sentirla cerca de nuestro corazón.
La llegada a la Iglesia es un momento especial, se entra para verla, para orarle, para dejarle un ramo de flores,  para pedirle por los que no están, para solicitarle una gracia, para pedirle su amparo en este día y que nos cubra con su protección…, cada rubeño y cada rubeña que entran lo hacen por un motivo diferente, pero todos salimos con un ánimo diferente, reconfortados y fortalecidos en nuestra fe.
Papel especial tienen los caballos en el desarrollo de la propia Romería,  piafar y movimiento continuo de caballos, montados por hombres y mujeres se producen en el paseo y en las calles aledañas, todos ellos preparados para servir de punta de lanza de la comitiva que recorrerá los caminos hasta la Ermita del Cerro, para servir de escolta a la Reina de la Campiña en su transitar por los caminos y senderos.
A la señal del Hermano Mayor, mujeres cogen la peana y al son del tamboril y de la flauta rociera se inicia el camino propiamente dicho. Son momentos emocionantes, el Paseo se hace silencio por un momento, roto por el repicar de las campanas que anuncian que la Reina de la Campiña sale ya de su Iglesia para iniciar su Peregrinación hasta la Ermita del Cerro. Lluvia de pétalos de flores caen sobre la Virgen para que formen una alfombra sobre la que pase su Imagen. Entre el gentío la Virgen se va aproximando a la Carreta, totalmente engalanada, donde los bueyes se mueven nerviosos obligando al boyero a tener que tranquilizarlos con pequeños golpes de su vara. La Virgen es montada en la carreta colocando a su alrededor todos los ramos y centro de flores que se han llevado para agasajarla. La Imagen de la Virgen y del Niño parecen refulgir, diríase que su eterna sonrisa se hace más pronunciada y que sus mejillas se arrebolan ante los múltiples piropos que se le lanzan, Ella siempre tan discreta en la vida pública de su Hijo, no quiere ser el centro de atención ni en ese día, por eso sonríe y baja su mirada aunque en el fondo de su corazón, ese que está repleto de todo lo que le dijeron el Ángel, los pastores, los Reyes Magos, el Viejo Simeón, sobre su Hijo, aún le queda espacio para guardar los piropos que recibe, año tras año, de sus amados hijos de este querido pueblo.
Poco a poco se inicia el camino de la carreta dificultada por el gentío que hay a su alrededor, pero ya se pone en marcha con el lento caminar de los bueyes a las órdenes de los boyeros. Nuevas lluvias de pétalos de flores alfombran los primeros pasos del camino para que la carreta de la Virgen discurra casi sin pisar ni el suelo.
El recorrido continúa por la calle Écija, llega a la Laguna y en la Avenida de Andalucía te esperan parte de los remolques engalanados para la ocasión, que durante el camino te acompañarán detrás de Ti y de tus romeros, llevando a niños y mayores que de igual modo, realizan el camino.
Al llegar a la salida del pueblo parece que un sentimiento especial nos embarga, romeros delante de tu carreta, otros que continúan detrás, pero todos con un brillo especial en la mirada, las desigualdades propias de los caminos no importan, y en las lindes las flores del campo se asoman a ellas para ver el paso de la Flor más hermosa, margaritas y amapolas empalidecen ante su paso, pero no les importa; las espigas de trigo se agolpan en los campos para ver el paso de la carreta que transporta a la Madre del Creador y a El mismo en sus brazos. Entre olivares y trigales llega la primera parada obligada en el Molino Marqués, hay que dar un pequeño descanso a la comitiva. Y allí como por generación espontánea, sin necesidad de ningún tipo de organización previa, inmediatamente vuelven a sonar la flauta y el tamboril, se produce un revoleo de volantes y entre Vivas a la Virgen y al Pastorcillo Divino se inicia la primera Sevillana


A ti mi Virgen Morena
quiero escribirte rezando
ati que eres luz y guía,
a ti que te quiero tanto.
A ti Reina de El Rubio
Señora de tierra y cielo,
te pido de corazón
por todos los romeros.
Bendita seas Rosario,
bendito tu santo nombre,
enséñame Tu el camino
para la paz de los hombres.
Quisiera ser tu corona,
quisiera ser tu rostrillo,
quisiera ser tus varales
para estar siempre contigo.
A ninguna hora del día
tú te quitas de mi mente,
Virgencita del Rosario,
siempre te tengo presente.
Gracias te doy Señora
benefactora de amor,
gracias te doy Rosario
por limpiar mi corazón.


Tras la parada prosigue el camino con el lento discurrir de la carreta tirada por los bueyes, con el tintineo de las campanitas que adornan los varales y el bamboleo de los rosarios colocados en los mismos.
Un camino que transcurre además con un recuerdo especial a las madres pues la Romería no se podía celebrar en mejor fecha que en el día de las madres, sobre todo, para honrar a la Madre por excelencia, la Virgen María. Las felicitaciones se suceden, algunos de nosotros con una oración dirigida hacia el cielo pues, al no tenerla con nosotros, tenemos la certeza de que se encuentra compartiendo con María la gloria celestial. Y en este momento, permitidme que haga una mención a una madre muy especial. Gracias Matilde por ser mi compañera, gracias por haberme hecho padre, gracias por estar siempre a mi lado en los buenos y en los malos momentos, sobre todo, por tu paciencia y benevolencia en estos. Gracias de todo corazón.
El siguiente hito dentro del camino se produce al llegar a la Laguna Escalera a los pies del camino que sube al Cerro de la Cabeza, una subida que podríamos interpretar como una subida hasta el cielo, hasta la gloria que todos esperamos gozar algún día. La subida supone un esfuerzo más, pues el cansancio ya empieza a hacer mella en algunos de nosotros, pero la fe y las fuerzas que da el Espíritu que nos guía hacen más llevadera la subida.
En mitad de la subida se produce un momento importante, es el mediodía y como tal hay que saludar a María con el rezo del Ángelus, e incluso, que mejor forma que alabar a María y Nuestro Señor que además de rezarlo, cantarlo.
(Canto del Ángelus)
Una vez terminado el rezo del Ángelus, se inicia el último tramo de subida, de esa subida hasta la gloria, en la lejanía se va adivinando la Ermita, los que ya se encuentran allí esperándola se agolpan en el borde del camino para verla pasar, para dedicarle una oración o una petición.
En la campiña resuena una pequeña campana que anuncia que su Reina ya está en la puerta de su Ermita, se oyen nuevos vítores hacia ella y hacia su Hijo. La Virgen es introducida en la Ermita a los sones, con flauta y tamboril, de la Marcha Real. Poco después se inicia el momento culminante del día, la celebración de la Eucaristía, sin la cual no tendría sentido nada de lo que celebramos. La Comunión con Dios a través de la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
En todos estos actos, como siempre desde hace más de 30 años, destaca la presencia del coro de la Hermandad. Voces diversas de hombres, mujeres, niños y niñas que se unen con un solo objetivo: glorificar a su Patrona, la Virgen del Rosario. Como bien dicen en la página web de la Hermandad: “quien canta reza dos veces”, palabras sabias de un santo sabio, San Agustín, porque su canto es oración viva hacia Nuestra Madre. Mi agradecimiento a ellos por su participación en este acto.
De igual modo que durante la salida, el camino y la entrada la presencia de la flauta y el tamboril son imprescindibles. Mi agradecimiento también a José Antonio Vega por su colaboración hoy.
¡Qué arte tiene el coro
Para cantarle a su Rosario¡
En la Ermita del Cerro
le canta Rosario contigo vengo
traigo la garganta seca
y los pies tos doloríos,
mi camisa que era blanca
y hasta el color ha perdido
pero merece la pena
para ver tu cara pastora.
En los caminos le canta a Ella
por acompañarla a Ella se engalana el Cielo
ya los caminos se visten de primavera
soñando con Ella que es la Pastora mas bella,
soñando con Ella el pueblo entero espera.
Quiero Madre,sentir en mí, tu mensaje.
Quiero refugiarme,en tu amor que me protege.
Quiero abrazar,el canto, de tu profecía.
Quiero rezar el Rosario, en romería
con el corazón, en armonía.
Quiero meditar,los misterios de tu vida.
Quiero alabar,a Dios, en tu compañía.
En fin, Madre Mía,que tu amor florezca;
Y resplandezcaen mi camino cada día.
Tras la Misa viene un día de convivencia, un día de compartir con todo el que se acerca tanto la comida como la bebida que se ha preparado para ese día. Es normal recuperar las fuerzas después de haber realizado el camino, pero incluso en ello podemos encontrar sentido cristiano, porque en esa atalaya que supone el Cerro de la Cabeza nos debemos acordar de Cristo y convertirlo en un nuevo Monte de las Bienaventuranzas donde cobre nueva fuerza cada año el Sermón de la Montaña, sobre todo en estos momentos difíciles para muchos cristianos que se ven perseguidos, torturados y asesinados por el nombre de Cristo, tu Bendito Hijo, en algunos países de Oriente Medio, como bien dijo Él, su recompensa será grande en el cielo, pero tengamos un recuerdo en forma de oración por ellos, tal y como recomienda el Papa Francisco pidiendo además una intervención para evitar esta nueva persecución. Además de tener un recuerdo especial también para todos aquellos hermanos, cristianos o no, que sufren las penalidades o la muerte en el mar por huir de la miseria de sus países en su deseo de alcanzar una vida mejor en nuestras tierras. Tengámoslos presentes también en nuestras oraciones.
Bienaventurados nosotros también porque cada primer domingo de mayo damos ejemplo de estos preceptos con una demostración de fe manifestada por el amor y la devoción que siente El Rubio por su Virgen del Rosario y por su Bendito Hijo acompañándola hasta la Ermita y en el camino de regreso hasta la Iglesia y que se repite año tras año, generación tras generación.
Tras un día repleto de vivencias y de visitas a la Ermita, reconozco que por mi parte no todas las que debería, se inicia los preparativos para el regreso cuando el sol va ya decayendo. El camino de vuelta, hay que reconocerlo no es igual que el de ida, aunque en el fondo debería ser más reconfortante pues nuestra fe debe haber salido reforzada después de un día de convivencia con María Santísima y con su Hijo.
El caminar de los bueyes parece más cansino aunque al llegar al pueblo parecen revitalizarse nuestros cuerpos. La llegada a la Iglesia siempre es especial. Los últimos cantes y rezos, con la voz entrecortada por la emoción y por el largo día pasado en el Cerro marcan esos momentos. Una vez cantada la Salve a la Virgen y con los últimos Vivas volvemos a casa, cansados pero contentos y fortalecidos un año más en nuestra fe. Pero recordemos algo importante: María está siempre ahí, en ese altar junto a su esposo San José o en cualquiera de los altares donde se encuentra una Imagen de María con cualquier otra advocación y sobre todo, detrás nuestra tenemos a Jesús vivo en el Sagrario. Tengamos un momento de oración para ellos durante el año, porque como dije antes debemos considerar que estamos en una Romería continua, que no es flor de un solo día o de una semana, sino que para los cristianos debe ser un proceso continuo de manifestación de fe.
Ahora que el pregón llega a su fin permitidme que antes de terminar tenga un recuerdo muy especial: en primer lugar a mis padres, los planes de Dios quisieron que se fueran pronto a su presencia, pues tengo la seguridad de que están ante él, a ellos debo mi formación y la fe que me inculcaron y que debo reconocer que no he sido capaz de desarrollar totalmente. En segundo lugar, es difícil para un rubeño pasar una Romería fuera de El Rubio, pero más difícil se hace pasarla en un hospital mientras tu hija se debate entre la vida y la muerte, sabiendo además, que a pesar de que la fe y la esperanza son lo último que se pierden, las posibilidades son escasas. Hace ya 14 años tuve que vivir esa circunstancia, pero no es un reproche, María, te doy las gracias porque me permitiste durante esos 9 días disfrutar de ella, poder sentirla, poder tocarla, poder acariciarla, hasta que un 13 de mayo, el día en el que te apareciste a los pastorcillos de Fátima, decidiste que ya era hora de que un ángelmás subiera al cielo, de que tu Hijo tuviera una compañeramás de juegos en las campiñas celestes. Sé que están bien cuidados bajo tu Bendita Mirada. Simplemente espero hacerme digno durante mi vida y lo que me quede de ella, para poder gozar de su compañía en Vuestra presencia. Porque además te doy gracias Madre por permitirnos tener otro hijo a quien dedicarnos y a quien amar, gracias a él la vida tiene otro sentido. Gracias José María por estar ahí, por tu alegría, por tu sonrisa, aunque a veces nos preocupas más de lo que tú crees.
Estas últimas líneas del pregón se convierten en sentido rezo para que la Virgen nos ayude a seguir viviendo con fe. Con la fe como única arma para salir de estos momentos duros respecto a tantas cosas que necesitan de tu intercesión, para pedir tu ayuda para aquellos que lo pasan mal, que no tienen empleo, para los que están enfermos, para los que están fuera, para pedirte en definitiva que los que nos rodean puedan ser más felices y agarrarse a ti como un clavo ardiente.
Porque al final siempre queda Ella, al final de todo, al final de cada Romería, al final de nuestra vida, al final de los tiempos, al final de este pregón, siempre queda Ella. Permitidme que clave mis esperanzas en la que es esperanza. Permitidme que deposite esta fe y estos sentimientos en la que es agua de mi sed, en la que es manantial de bondades y rio de todas las gracias.
Ya está todo dicho, porque a partir de este momento en que todos salgamos por las puertas de este sagrado templo, esperaremos sentir como se estremece nuestra alma con el primer toque de campana, con el primer sonido de flauta, con el primer tintineo de las campanas de tu carreta, con sus sonidos al pasar por los caminos que conducen hacia el Cerro. Sentiremos entonces la necesidad de ese encuentro con Ella, la necesidad interior de encontrarnos con su bondad. El resurgir cada año de las cenizas que nos incita en el transcurrir de los días a marcarnos nuestros objetivos y nuestra vida como Dios quiere que lo hagamos, desde el compromiso con Dios. Porque solo así de esa forma estaremos seguros plenamente de que un día podamos mirarla de frente y sentir para siempre el hechizo de su mirada porque nos encontraremos donde se descansa eternamente junto a los que ya no están con nosotros.
Madre, ahora sí, en estos instantes empieza el pregón de cada uno de los que este mediodía se encuentran convocados en tu nombre. Porque el mejor de los pregones es el que todos te ofrecemos con una mirada llena de esperanza ilusionada. El mejor de los pregones es el que se da cuando se tiene el alma llena de tanto amor y el recuerdo inundado de momentos que no se pueden describir con palabras porque esos momentos son encabezados por los sentimientos los cuales no se pueden plasmar en un papel porque jamás se podrían encontrar las palabras precisas para transmitirlos a la perfección.

Al mirarte mi cuerpo se estremece
contemplando Rosario tu grandeza,
y a pesar de la humildad que te precede
no puedes ocultar tanta belleza.
Es tu cara Señora tan hermosa,
que ni soñando pudieran igualarte,
solo el candor de una escogida rosa,
podrá, sin tu presencia, compararse.
Eres el Sol que allá en el Universo,
destaca por su luz, de las estrellas,
es tu sonrisa tan dulce como el verso,
que brota alegre de labios del poeta.
Tu mirada Señora nos consuela
y la esperanza de nuevo resucita,
tu cuerpo y tu presencia nos augura,
toda la paz que el mundo necesita.
En este pueblo Rosario te veneran
como Reina de todo lo creado
y yo Señora mirándote quisiera
vivir eternamente enamorado.
Te estoy diciendo Rosario que te quiero,
con el alma rebosando de alegría,
no teniendo Señora más deseo
que verte sonreír en este día.
Porque Tu, eres la luz que en el sendero,
de mi existencia los pasos iluminas,
manteniendo mi amor y mi desvelo,
dando razón de ser, paz, a mi vida.
Ya no quiero que digan más mentiras
ni cambien la verdad con el engaño,
Tú has hecho que la gloria de este día
se repita con fervor todos los años.
Y si algún año, Señora, no pudiera,
llegar, hasta las puertas de tu Iglesia,
no dudes ni un momento que quisiera,
morir, a no volverte a ver por primavera.

HE DICHO