Presentado por Doña María del Carmen Caraver Cornejo.
Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2015
XIX PREGÓN DE PASIÓN
XIX
PREGÓN DE PASIÓN
‹‹EL CORAZÓN DE JESÚS››
por Isabel Casín Cornejo
Ya estamos en Cuaresma
Se acerca.
Bajo un sol madrugador
y atardeceres más bellos
los aires de primavera
nos alejan del invierno.
Las flores quieren abrirse
y los pájaros volver
para ninguno faltar
a lo que va a acontecer.
Naranjos sobre arreates
con plantas recién sembradas
perfuman con rico aroma
las calles afortunadas.
En fachadas blanqueadas
balcones donde en sus rejas
colgaduras de damasco
esperan su palma nueva.
Revistiendo los jardines
encuentras la rosa abierta
que antes de morir anhela
arrancar la petalada
al paso de la más bella.
Se acerca.
Escaparates cofrades
se improvisan en las tiendas
rituales ornamentos
para cumplir penitencia.
Ensayos de costaleros
que cargaran con el peso
enclaves de esta misión
por su valorado esfuerzo.
Las túnicas ya planchadas
que llevaran nazarenos
de fila, cruz, estandarte
guardamantos o manigueteros.
El sueño de un nuevo músico
que se ha estado preparando
para por fin este año
ya poder salir tocando.
El empeño y el afán
de esa junta de gobierno
un prefacio de ilusiones
de trabajo y sentimiento
para que llegado el día
se disfrute del momento.
Se acerca.
Una iglesia engalanada
misas, triduos, besamanos
madres que visten de hebrea
cultos para el cristiano.
Es momento de conversión
de arrepentirse, de compartir
retroceder en el tiempo
y volver a resurgir
nuestra fe y consentimiento.
Porque hoy, te digo hermano
que ya estamos en cuaresma
que poquito falta ya,
que poquito, ya se acerca
Aquí en mi pueblo culminan
estas pregonadas señas
ya llega nuestra querida
SEMANA SANTA RUBEÑA.
Reverendo Sr. Cura Párroco, Arcipreste y Director
Espiritual,
Honorables hermanos mayores de las Hermandades de Pasión
y Gloria,
Sra. Alcaldesa de El Rubio,
Estimada
presentadora,
Queridos
amigos y hermanos todos.
Me sentí sorprendida,
reconocida, honrada, contenta, y porque no decirlo, orgullosa.
Debo
confesar que en un principio estuve tentada a decir que no, por la inseguridad
de no saber reflejar con palabras mis sentimientos. Pero luego me dije que si
en lo que se hace se pone corazón, no hay cabida para el miedo.
Y aquí estoy,
enfrentando un reto, en el que es para mí el más respetable de los atriles,
para exaltar la Semana Santa de mi
pueblo.
Es mi deber
y deseo comenzar expresando mi más sincero agradecimiento a mi presentadora,
cuñada y amiga Mari Carmen.
Como sabéis,
ella es una gran persona, afable, creyente, cofrade, amante de su pueblo y sus
costumbres, y por supuesto de su Semana Santa.
El año
pasado nos regaló un Pregón maravilloso e inolvidable y hoy, después de llevar
toda la mañana sosegando mis nervios y aconsejándome, se sube de nuevo aquí
conmigo para abrir este acto con esas bonitas palabras que me ha dedicado en su
presentación.
Gracias
Mari, por haber formado parte en este capítulo tan importante en mi vida.
Ser pregonera
de la Semana Santa es una responsabilidad y un aviso a la propia modestia, pero
al mismo tiempo permite satisfacer un sueño; exponer, sacar de nuestro interior
un cúmulo de sensaciones y vivencias que uno siente la necesidad de compartir.
Tengo pues
que dar las gracias a Dios y a todos los que habéis contribuido a que yo hoy
este aquí.
A Don Manuel, por acercarme la palabra de Dios y guiarme en
el camino que me lleva hasta Él.
Gracias a
Paco Gálvez y Mari Carmen González porque
en su día, me hicieron sentir capaz de embarcarme en este proyecto, asimismo a
Juana, Mari Carmen y Manuel, por depositar también en mi su confianza.
A Bautista
Caraver , a Isa Prieto, por animarme a llevarlo a cabo.
Gracias a mis padres, a mi marido, a mis hijas, a mi
familia.
Gracias a
todos mis amigos, por todas las muestras de apoyo que he recibido durante todos
estos días.
Mi
agradecimiento a la Asociación Musical Rubeña por su colaboración.
Y por
supuesto gracias a todos vosotros, por prestarse a escuchar durante un ratito a
esta humilde pregonera.
GRACIAS A
TODOS.
La marca de
la ceniza nos sumerge en los días que preceden a la Pascua del Señor.
Cuarenta días
de nervios, de incertidumbre, de ilusiones, en los que los cristianos seremos
llamados a reforzar nuestra fe.
De nuevo, la
faja se ajustará, la música se hará oración, la cera se consumirá, el incienso
impregnará nuestras emociones…
Dentro de
unos días disfrutaremos con la majestuosidad, el fervor y la belleza de las
salidas procesionales de nuestras hermandades por las calles de nuestro pueblo.
Un hombre bueno
La
Semana Santa es el momento litúrgico más
intenso de todo el año.
En ella,
reflexionamos en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Para los
cristianos es nuestra Semana Mayor, pues fue la última que estuvo con nosotros,
y lo importante no es recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino
entender por qué murió y resucitó.
Jesús de
Nazaret, el mesías que todos esperaban.
Su venida al
mundo cumpliría las profecías anunciadas en el Antiguo Testamento.
Un hombre
humilde, que cuando nació fue colocado en un pesebre, que montó a lomos de un
asno; un hombre que sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, y que
había salido de Dios y a Dios volvería, se despoja de sus vestiduras, se ciñe
una toalla a la cintura y se pone a lavarle los pies a sus discípulos.
Su vida fue
en todo momento servicio y entrega a los demás; a los pobres, a los enfermos, a
los excluidos, a los pecadores, a los indefensos .Él sabiendo que habían
planeado matarlo y teniendo la posibilidad de librarse, afrontó el servicio más
duro que se le puede pedir a un ser humano; morir siendo inocente por los
culpables.
Un hombre
bueno, lleno de sabiduría, que vino a abrirnos su corazón con mensajes de amor.
‹‹ No juzguen ›› (Mt 7,1)
‹‹ Amaos unos a los otros como yo os he amado ›› (Jn 13,34)
Dios nos
brinda la oportunidad de sentir su grandeza y su amor, a través de Jesús.
Testimonio de la fe
Fe, que
palabra tan pequeña y tan grande a la vez.
No creo que
haya en nuestro diccionario otra palabra tan corta y que encierre tanto
significado como ésta.
La Biblia
define la fe en la carta a los Hebreos,
‹‹ La fe es
el fundamento de lo que se espera; la garantía de lo que no se ve››
(Heb
11, 1)
Los
cristianos sabemos que la intranquilidad y la angustia son síntomas de falta de
fe.
Son tiempos
difíciles los que nos toca vivir.
Injusticias,
dolor, sufrimiento; problemas que nos alejan de Dios y hacen que otros
intereses ocupen un primer lugar. Ponemos en duda su amor y nuestra fe decae.
Nos
apartamos de Él continuamente y después salimos de nuevo a su encuentro.
Y de nuevo,
Él nos recibe con brazos abiertos
porque Dios no se cansa nunca de
perdonar.
Dios es
Santo, puro y limpio, no tiene ninguna maldad.
La fe es un
don de Dios que nos permite encontrar el rumbo y nos devuelve de nuevo al
camino.
La fe es
luz. Es como una candeleria siempre encendida. Gracias a ella vivimos instantes
maravillosos y nada nos parece imposible.
‹‹ Tomás, mete tu mano en la herida
de mi costado y no seas incrédulo sino creyente›› (Jn 20,27)
Cuántas
veces también metemos nosotros las manos en su costado.
‹‹ Dichosos
los que creen sin ver›› (Jn 20, 29)
Dichosos
vosotros, hombres y mujeres, gente sencilla, que cada año salís a la calle al
encuentro de Dios y su Madre, sin más protagonismo que el de vuestra presencia
y acompañamiento.
Domingo de Ramos
Y eso es lo
que hacemos en Semana Santa, salir a la calle para celebrar sus sagrados
misterios, recordando en primer lugar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
El Domingo
de Ramos abre solemnemente la Semana Santa.
Esa mañana,
no es una mañana cualquiera. El cielo amanece despejado, las campanas tañen
contentas en un día en el que revivimos la esperanza de tener ya con nosotros
Aquel que viene en nombre del Señor.
Huele a aire
limpio que en pocas horas quedará impregnado por el aroma del incienso. Ese
olor tan intenso y a veces un poco molesto, pero que sin embargo significa
mucho. La quema del incienso denota celo y fervor por la Gloria de Dios y el
bien de las almas, su perfume es la virtud, y el humo que se eleva, las
oraciones al cielo.
Hablar de
Domingo de Ramos es hablar de reencuentros, de estrenos, de niños. Y aquí en El
Rubio lo celebramos de una forma muy sencilla.
En torno al
mediodía, tiene lugar la bendición de los ramos y la tradicional procesión.
Los niños y
niñas que van a realizar su Primera Comunión, ataviados con trajes de hebreo,
protagonizan la estampa más bonita del día, la alegre, bulliciosa y gloriosa
aclamación de Jesús como Rey, entrando en Jerusalén entre vítores, palmas y
ramas de olivo.
Esa
rama que desea
ser
colgada en un balcón
augurando
bendición,
y
mirar desde lo alto
al
rubeño que pasea
ya en tardes de Lunes
Santo.
El Domingo
de Ramos es un día alegre, pero a su vez es un día triste.
Jesús es
ahora aclamado para después ser condenado.
La Pasión se
acerca.
Sentimiento cofrade
En Semana Santa demostramos más que nunca que
somos una gran familia, formada por las diferentes hermandades y cofradías y
unida por nuestra fe, el amor a Nuestro Padre, y el más puro sentimiento
cofrade.
La familia
cofrade es una agrupación generosa y desinteresada y un ejemplo de
participación colectiva.
Nuestro
pueblo se prepara para vivir sus días grandes y eso requiere de tiempo y
trabajo. Una labor que debemos hacer con prudencia y templanza, desde la
humildad, para que nadie nos vea a nosotros sino a la acción de Dios dentro de
nosotros.
‹‹ Cuando
des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha ›› (Mt 6,
34).
Mayores y
jóvenes se dan cita en la que se
convierte en su segunda casa. La experiencia y la veteranía se mezclan con el entusiasmo y la ilusión en
una iglesia que ya huele a nardo y clavel.
La Iglesia
se convierte en una escuela para niños que pronto serán cofrades.
Y fuera de ella, se dispone todo lo necesario
para retransmitir las procesiones en directo por la televisión local. Que
trabajo tan sustancial el que realizan estas personas acercando y comentando la
Semana Santa hasta los hogares de los rubeños que ya no pueden asistir a ella.
La Semana
Santa que comienza nos ofrece la oportunidad de reencontrarnos y reconciliarnos
con valores muy importantes como la convivencia, el respeto, la rectitud, la
entrega, el voluntarismo…
Quiero dar
las gracias a todas esas personas que desde estos valores, hacen posible cada
año las salidas procesionales; que se vuelcan en estos días con su hermandad,
colaborando con los hermanos que forman la directiva.
Destacar la
responsabilidad altruista de los hermanos mayores.
La entrega y
dedicación de los priostes, que montan
los altares y pasos cuidando hasta el más mínimo detalle.
El honorable
trabajo que realizan vestidores y camareras, una labor casi siempre a la sombra
que se vuelve imprescindible para el día a día de las cofradías; esas manos
delicadas que se pierden en un laberinto de encajes, alfileres y motivos para ensalzar aún más su
belleza.
Y qué decir
de esas cuadrillas de costaleros, ese grupo de hombres pilares fundamentales en
el cortejo. Esos hermanos que cargaran con el peso sobre sus hombros y que
dirigidos por su capataz, nos llevan la gloria a las calles.
“A la voz del capataz,
se levanta el costalero
y empieza la chicotá
elevándola hasta el cielo.
Qué bonito es escuchar
como anima a sus valientes,
y entre palmas y alabanzas
emocionan a la gente.
Qué bonito es escuchar
cuando recuerdas a alguien
que entre nosotros no está
y al toque de llamador
dedicas la levantá.
Y tú hermano costalero
que con pisadas de gloria
vas caminando escondido
y haces de tu rachear
el mejor de los sonidos.
Con el peso remarás
como el más fiel marinero
con el fin y el objetivo
de dar sentido a tu fe
y que todos disfrutemos.
No correr.
No correr que no se acabe
dejádme que estoy gozando
mecedlo y entretenerse
que llevo un año esperando.
Como nos hacéis vibrar
y disfrutar del momento
y hundirnos sin salvación
en un mar de sentimientos.
Sois la impecable armonía
que vais abriendo el sendero
CORAZÓN de CAPATAZ
y ALMA de COSTALERO.
El silencio
Todo listo y
preparado,
la flor ha
sido pinchada y la cera ajustada,
la plata ha
quedado limpia y brillante,
los triduos
se han cumplido,
el guión, ya
está dispuesto.
La Cuaresma
va llegando a su fin y ahora darán comienzo los días grandes de Nuestra Semana
Mayor.
En la noche
del Miércoles Santo la hermandad del Stmo. Cristo de la Salud será la primera
en realizar estación de penitencia en Vía Crucis, por las calles de nuestro
pueblo.
Bajo un
cielo raso, cubierto de estrellas, meditaremos en los dolorosos momentos
vividos por Jesús desde el Pretorio hasta el Calvario.
Es conocida
también como la procesión del Silencio.
Un redoble
de tambor abrirá el recorrido en el que reviviremos las estaciones de la cruz.
Un camino de
oración, un acto de piedad, que será sellado por nuestros cantos y rezos.
La hermandad
del Cristo ha demostrado ser una hermandad solidaria, siempre brindada a las
necesidades de los demás y ha visto cumplidas numerosas obras de caridad.
El Stmo.
Cristo de la Salud comparte ahora también su altar con la Madre Angelita, que
se encuentra allí a su vera, donde siempre quiso estar .Y desde allí escuchará
al que le pide lo justito para salir adelante, al que le ruega salud. Ella
siempre junto al pobre y el enfermo.
Los hermanos
del Cristo no tienen ningún hábito especial, salvo el cirio rojo y la medalla
al cuello.
Además,
podrán sentir el peso de la cruz sobre sus hombros, cargando con la imagen
durante unos minutos.
Qué momento
tan auténtico el que se vive esa noche.
Participar
en las estaciones de un Vía Crucis conlleva experimentar en el Espíritu Santo
el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo.
Nosotros,
los cristianos, somos conscientes de que el vía Crucis del Hijo de Dios no fue
simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del
condenado, cada gesto o cada palabra suya, así como lo que vieron e hicieron
todos aquellos que tomaron parte en ese drama, nos habla constantemente.
En su Pasión
y en su Muerte, Cristo también nos revela la verdad sobre Dios y sobre el
hombre.
“Te adoramos Cristo y
te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.”
Para mí
durante esas horas se viven momentos únicos y difíciles de explicar.
Jesús es
condenado a muerte.
Jesús carga
con la cruz.
Jesús cae
por primera vez.
Jesús cae
por segunda vez.
Jesús muere
en la cruz.
Cuando oigo
estas palabras un profundo dolor ensombrece mi alma, al tiempo que un sentimiento
de culpa entristece mi corazón.
Perdona a tu
pueblo Señor.
Pero Jesús
ha de ser crucificado, tiene que ser exaltado.
‹‹El Hijo
del Hombre tiene que ser levantado en alto para que todo el que cree en Él,
tenga vida eterna.›› ( Jn 3, 14-15).
Todo estaba
escrito y así había de suceder.
Es una noche
para reflexionar profundamente en la importancia que tiene el sacrificio tan
grande que hizo Jesús por nosotros.
Solo puedo
decirte gracias Señor, perdón y gracias.
En una noche
fresca y despejada, miro hacia arriba y veo que el reloj marca las doce en punto de la medianoche.
La paz reina
en el paseo, y escucho crujir los pestillos de unas puertas que se abren.
“Dentro, la oscuridad
de la iglesia
fuera, una brillante
luna llena
dentro, un Cristo cogido
a hombros
fuera , un pueblo que
lo espera
dentro, hermanos unidos
en fe
ya fuera, el olor a
incienso y cera.
Y un absoluto silencio
Se percibe dentro y
fuera
todos juntos recordamos
la más grande de las
penas
el Camino de la Cruz,
porque un trocito de
cielo
pone sus pies en la
tierra
cuando sale en
procesión
EL CRISTO DE LA SALUD.”
La Madrugá
Llega el jueves santo.
Al caer la
tarde se celebran los Santos Oficios. El Sagrario está vacío y la puerta
abierta. El Altar Mayor adornado con cirios, sin flores hasta la Resurrección
del Señor. Todo preparado para celebrar el primer día del Triduo Pascual: La
Pasión.
Jesús nos
entrega su Cuerpo y su Sangre en la última cena. Nos remontamos hasta aquella
noche para observar y escuchar, y formar parte de esa experiencia como uno más
de los doce para ser testigos de esa alianza de amor que nutre nuestra misión y
marca nuestra identidad.
Daremos la
bienvenida a la Eucaristía y al sentimiento del amor y también recordaremos su
oración en el huerto.
“No pudieron hacer nada
los
olivos que allí había
sólo
muy tristes lloraban.
En
la fría noche oscura
ya la hora se acercaba
y
en un lugar apartado
sus
fuerzas le flaqueaban.
Fue
testigo un olivar
llamado Getsemaní
donde el mismo Dios
bajó
y para poder seguir
sus temores alejó.
Y veían esos olivos
todo lo que allí
ocurría
antorchas que se
acercaban
en manos de la jauría
el fuego del
prendimiento
que con odio iluminaba
al más traidor de los
besos.
Y al Rey de todos los
hombres
como un reo se lo
llevaban.
No pudieron hacer nada
los
olivos que allí había
sólo muy tristes lloraban.”
De la mano
de mi querida hermandad nos embarcaremos en una tarde larga que se extenderá
hasta la madrugada.
La Hermandad
de la Pura y Limpia Concepción de María, Nuestro Padre Jesús Nazareno y
María Stma De la Esperanza, nos harán
disfrutar de una nueva Estación de Penitencia.
La Gran
noche de la Semana Santa rubeña.
Dentro de
unos días, las calles de mi pueblo se llenarán de nazarenos Morados.
Mi Cristo
caminará al son de la corneta abrazando la cruz del triunfo.
Va a ser
crucificado, mientras el pueblo lo aclama.
Que
sensación más agradable la que se siente esa noche al contemplar el paso seguro
y firmísimo del Nazareno.
Que delicadeza,
que destello tan divino cuando la luz de la luna llena dibuja su silueta en la
pared.
El Rubio se
hará Cirineo para ayudarte a cargar con la cruz.
Para calmar
tu agonía, tus pies descalzos caminarán sobre un monte de claveles rojos.
Serás levantado de tus caídas en cada toque de
martillo y salto de costalero.
Una fila de
cirios a ambos lados de la calle iluminarán el camino, y el calor de tu pueblo
calmará tu frío y secará tu sudor.
A golpe de
trabajadera y con tres marchas seguidas subirás la cuesta al Calvario para
luego recibir la voz de una Saeta agradeciendo tu esfuerzo.
En ese
instante, todas nuestras miradas se dirigen al balcón del saetero, y después a
tu rostro, que sigue cabizbajo y coronado de espinas.
Deseo Señor
que sean muchas las primaveras que me permitas caminar contigo, besar tus pies,
emocionarme, llorar, sentir cada instante a tu lado.
Y mirándote
a la cara te digo que ya pronto acabará tu amargura y sufrimiento, pronto el
amor vencerá al pecado.
“¿Pero quién con esos
ojos que piden misericordia no cae a tus pies rendido?
Esa túnica morada
ese caminar sencillo
esa ternura que siento
cuando te llevan Cautivo.
Eres el rey del amor
la esencia del Jueves
Santo
por donde quiera que
vas
humildad vas
derrochando.
A la cima del Calvario
vas subiendo Nazareno
abandonado y burlado
por ser hombre justo y
bueno.
Nuestras faltas y pecados
hacen que pese el
madero
el que descansa en tu
hombro
y salvará al mundo
entero.
Bendita sea la gubia
que te talló
y la mano que la
empuñó.
No concibo otra mirada
que desprenda tanta paz
y brille con tanta luz
que la cara tan divina
de NUESTRO PADRE JESÚS.”
Al pie de la cruz
A las tres
de la tarde la tierra tembló.
Jesús exhaló
su último suspiro y entregó su espíritu.
Clavado de pies y manos y aún en profunda agonía, el poder
del Dios Celestial le dio fuerzas para pronunciar todavía Siete palabras;
palabras en las que perdonó y demostró una vez más su amor.
Por eso no
debemos conformarnos, debemos abrirnos al Espíritu Santo y dejar que Él nos reconforte y nos guíe.
El Viernes
Santo todos estamos al pie de la cruz llorando la muerte de Jesús junto a la
Hermandad del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de los Dolores; una
hermandad organizada, participativa, innovadora, siempre involucrada
en muchos de los actos que se celebran en nuestro pueblo a lo largo de
todo el año.
Con esta
cofradía y sus benditas imágenes concluirán las salidas procesionales en
nuestra Semana Santa.
De nuevo, la
calma, la paz, el más absoluto respeto a
las puertas del Paseo de la Iglesia.
El cuerpo de
Cristo muerto se muestra al pueblo sin apenas oírse. Sólo se deja sentir el
racheo de alpargatas acompañado de la música de capilla.
Al abrirse las puertas del Templo, sentimos un
escalofrío que se injerta en la memoria, el mismo que siente el nazareno Blanco
y Negro, que bajo su antifaz percibe la
exacta visión de la grandeza que
encierra el Paso del Stmo. Cristo
Yacente.
El Viernes
Santo la Iglesia celebra la muerte victoriosa de Jesús.
El silencio se convierte en el mejor cofre
para cobijar todos los rezos ante el réquiem al Cristo del Santo Entierro.
He aprendido
tanto observando tu cuerpo sin vida, lo miro de pies a cabeza y veo tus
heridas,
tu rostro
ensangrentado,
tus hombros
amoratados,
la lanzada
que atraviesa tu costado y de la que aún brota el agua de la vida.
Que arrojo y
que amor tan grande el de esos hombres costaleros que tienen la valentía de recoger
el cuerpo de Jesús para darle sepultura.
Un golpe
preciso de llamador quebrará la calma, y su prodigioso caminar inundará las
calles de nuestro pueblo.
Como en su
paso por la calle Bécquer, que se estrecha suavemente para acoger y dar calor
al cuerpo desnudo de Jesús. A pesar de ser un nuevo lugar de aglomeración, ante
el cuerpo muerto de Jesús depositado en su urna de cristal, solo cabe el
silencio. Ante la imagen del Cristo del Santo Entierro es imposible quedar
insensible e indolente.
Su muerte no
fue en balde. La cruz es la revelación de nuestro destino.
Y cada
oportunidad en que vuelva a encontrarme contigo, mi callar será sencillamente
suplicarte, pedirte un poco de la calma que me guardas, rogarte la serenidad
que tantas veces en mí echo en falta y llenarme de la paz que me transmites.
Tu caminar decidido y elegante abre las
puertas de mi alma.
“Te bajaron
de la cruz,
donde
te crucificaron
las manos de
una piedad
en mi pueblo te
dejaron.
Bendito Cristo Yacente
En tu mirada
profunda
se percibe
tanta paz
tanto amor,
tanta dulzura
tantos signos
de humildad.
Piadoso Cristo Yacente
En tu cuerpo
lacerado y malherido
ninguno de
tus cuerpos fue quebrado
y la sangre
derramada de tu frente
lavará y
redimirá nuestros pecados.
Grandioso Cristo
Yacente
Sobre una
suave colina
de lirios
aterciopelados
tu cuerpo es
alzado al cielo
y hasta el
sepulcro llevado.
Y vuelve a
imperar el silencio
Mi pueblo
sabe callar
ante su
cuerpo ya muerto
y ante la
dulce mirada
del CRISTO
DEL SANTO ENTIERRO”.
María
Y llegado a este punto, siento que todos
estáis esperando que os hable de una mujer.
Aquella que
no fue alcanzada por el pecado original, sino que fue concebida Pura e Inmaculada.
María, la
mujer que fue elegida por Dios para ser la Madre de Jesús. Ella aceptó sin
condición su voluntad a la que quiso adherirse y entregarse con toda
disponibilidad.
En el Ave María, rezamos unidos a los sentimientos
y al corazón de la Virgen, recordando las palabras de la Anunciación,
‹‹
Alégrate mujer, llena eres de Gracia, el Señor está contigo››.
( Lc 1,28)
Y
de la Visitación a su prima Isabel,
‹‹
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno››.
(Lc 1,42)
Postrados
ante éstas maravillas de escenas de María, que es la madre de Dios y Madre
nuestra, acudimos a Ella como hijos a su madre y al final de esta oración le
confiamos la hora de nuestra muerte.
La Virgen se
reconoce como la esclava del Señor y se ofrece para ser el Arca de la alianza
entre Dios y el hombre.
A partir de
las palabras del anciano Simeón, María une de modo intenso y misterioso su vida
a la misión dolorosa de Cristo. Se convertirá en la fiel cooperadora de su hijo
para traernos nuestra salvación.
La Virgen es
el camino seguro para llegar a Jesús.
En los días previos a la Semana Santa, el sentimiento cofrade une
a todo un pueblo para exaltar a la Madre de Dios en esos cultos y besamanos
donde la Virgen está más cerca de todos nosotros.
En la tarde
del Jueves Santo sale esperanzada a buscar a su hijo amado.
Todos
quedamos embelesados con esa mirada bendita que se alza sobre una candeleria
plenamente encendida. Un bosque de cirios blancos que iluminan su divina mirada.
La Virgen de
la Esperanza se presenta al pueblo. Está esplendida, y luce más bella que
nunca.
Ya en la calle,
a ritmo de una bonita marcha, el paso de palio va girando y mis ojos contemplan
su rostro, ahora atrapado entre varales que aun de perfil, sigue precioso.
Sé quién
eres, te conozco hasta por detrás. Y cuando estoy perdida observando tu manto
de terciopelo verde, una lluvia de pétalos seca tus primeras lágrimas y eclipsa
toda alma allí presente.
Bajo la
túnica morada he caminado muchos años a tu vera.
Y para
rematar este cuadro tan divino, una delantera de gala luciendo la fina
mantilla. Tuve un año el honor y la suerte de formar parte de ese grupo de
mujeres. Rodeada de buenas amigas, acompañé durante toda la noche a Nuestra
Madre, en una de las madrugadas más bonitas que recuerdo.
Pero que
regalo para la vista es verte subir la cuesta de Cueto entre naranjos en flor.
Qué difícil es explicar el júbilo que allí se vive.
Madre mía de
la Esperanza,
qué bonito
como bailan en tu pecho esas mariquillas
que se
mezclan con el brillo que desprenden tus mejillas
y concluyen
ese porte de elegancia.
Esta Virgen nazarena llora y ríe al mismo
tiempo. Su semblante es la fusión del
dolor y el gozo. Su rostro es un joyero de lágrimas y sobre él la flor de una
impalpable sonrisa.
La esperanza
a la que todos somos llamados.
Porque allí donde todas las cosas mueren y terminan,
hay un algo que se extiende con largura infinita; ese algo es la esperanza,
vencedora del dolor hiriente de la vida, triunfadora, luz del amor cuyo objeto
es Dios.
Ella enciende
la claridad alentadora por las calles de
nuestro pueblo y todo parece decirnos que su corazón es ancho y Aquel que va
delante con la cruz hacia el Calvario va
a convertir esperanza para nosotros, la noche en día, el llanto en gozo y la
muerte en vida.
Tras una
larga madrugada, su manto se tiñe de negro, su sufrimiento se intensifica y sus
lágrimas siguen cayendo por sus mejillas.
El Viernes
Santo acompañamos a María en su experiencia en un muy profundo dolor; el dolor
de una madre que ve a su hijo amado incomprendido, acusado, abandonado,
flagelado por los soldados romanos y coronado de espinas. Escupido, abofeteado,
caminando descalzo bajo un madero
astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la
agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
Siete
puñales atraviesan su corazón, siete dolores, siete sufrimientos, que
experimenta María desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte.
Ésta
advocación de la Virgen nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de
la vida.
Primorosa
flor de la tarde
en tu hermoso rostro sólo
la primavera tiene cabida
porque
sabe que eres jardín donde la Gracia anida
corazón
apuñalado que en tu pecho arde.
Mirar a la
Virgen de los Dolores en la plenitud de su recorrido es entender porque Ella
disimula en su sublime belleza tanto dolor y tanta pena.
Madre
mía dolorosa,
déjame
acompañarte por ese valle de lágrimas como lo hacían las mujeres de Jerusalén,
déjame
estar a tu lado y fundirme en los varales donde nadie me vea,
déjame
ser un angelito de tu palio o ser oración entre tus bambalinas,
déjame
ser pañuelo de encaje para secar tus lágrimas y consolarte la pena que llevas…
La Virgen
María es el ejemplo a seguir, por eso nosotros alabamos su grandeza, y sobre
este Altar principal, nuestra Madre del
Rosario es venerada ocupando el lugar que se merece.
“Eres torre de marfil
causa de nuestra
alegría
eres la puerta del
cielo
y el camino que nos
guía.
Reina de todas las
reinas
Madre de todas las
madres
Madre y Reina coronada
que por Ángeles Divinos
al cielo fuiste llevada.
Yo te digo a Tí , Mujer
con Esperanza o Dolor,
El Rubio entero te
quiere
por ser la MADRE DE
DIOS.”
El corazón de Jesús
Y al tercer
día como todo estaba escrito, resucitó.
Han pasado
veinte siglos.
Cientos de
reyes han gobernado y después han desaparecido.
Muchos
imperios se han levantado y después se han caído.
A lo largo
del tiempo ha cambiado la concepción del mundo y han surgido nuevas ideas pero
ninguna ha logrado sustituir a Cristo.
Su mensaje
sigue inmutable y vigente.
Señor danos
tu bendición, sólo Tú eres eterno, Aquel que todo lo puede.
No me
gustaría terminar este pregón sin transmitiros un sentimiento que además comparto
con alguien de mi familia; el amor y la devoción que sentimos por una imagen de
esta iglesia, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Para mí, el
Resucitado.
Si lo miráis
de cerca, aún pueden verse la llagas en sus manos, heridas que le propinaron
esos clavos que atravesaron su cuerpo; los clavos del triunfo.
Don Manuel
pasa todos los días por delante suyo y
es tocado con su Gracia para interceder por nosotros y orientarnos en sus
homilías.
Jesús
resucitó, abandonó aquel sepulcro para traernos un mundo nuevo.
Cristo vive.
Veo al resucitado en la Divina Imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que está
ahí para dar respuesta a nuestras plegarias y así será por siempre, por los
siglos de los siglos…
Para
finalizar, me gustaría dedicar este pregón a todo mi pueblo de El Rubio y muy
especialmente a esa persona que comparte conmigo este mismo sentir y devoción.
Una mujer
sencilla, creyente, cuyas limitaciones no han servido más que para acrecentar
su fe y su amor a Dios.
Nunca se ha
casado ni ha tenido hijos, pero cuenta con unos sobrinos que la queremos como a
una madre y sentimos recíprocamente su amor porque ella nos ve como unos hijos.
De su mano
he dado mis primeros pasos como cristiana.
Todo el
mundo la conoce. Ella es muy chiquitita pero tiene un corazón muy grande.
CON TODO
MI CARIÑO PARA
TI TITA DOLORES
Conclusión
“Predicó siempre el perdón
nunca devolvió una ofensa
había magia en su presencia
y
era puro corazón.
Hizo lo que un hombre hace
amó, sufrió y trabajó
pasó frío, pasó hambre
como todo hombre murió.
Venció al dolor y a la muerte
Y después resucitó
con su enorme sacrificio
nuestro destino marcó.
Y ahora vive en esta Iglesia
para el que busque su amor
vive dentro de la imagen
del Sagrado Corazón.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario