domingo, 17 de mayo de 2015

2002-VIII PREGÓN DE PASIÓN. Francisco Manuel Caro Caro

Pronunciado por Don Francisco Manuel Caro Caro.

Presentado por Don Francisco Javier Blanco Martínez

Parroquia Nuestra Señora del Rosario.

EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2002


VIII PREGÓN DE PASIÓN


FRANCISCO MANUEL CARO CARO







 

 

PREGÓN

DE
SEMANA SANTA






PRESENTACIÓN


FRANCISCO JAVIER BLANCO MARTÍNEZ


      

FRANCISCO MANUEL CARO CARO







 

 

PREGÓN

DE
SEMANA SANTA



PRESENTACIÓN


FRANCISCO JAVIER BLANCO MARTÍNEZ

       Excelentísimas autoridades, Hnos. Mayores, amigos y amigas todos, muy buenas tardes.



               Es un tópico comenzar diciendo,  cómo pasa el tiempo¡  pero lo cierto es que es verdad. Nos encontramos ante la octava edición del pregón, que nuevamente viene a anunciarnos la inminente llegada de la Semana Santa.
          
                El tiempo pasa y va transformándonos a cada uno de nosotros, quedan atrás recuerdos de la niñez y experiencias de adolescentes que van curtiendo a cada persona en el transcurrir de la vida, momentos que marcan casi sin darnos cuenta un camino a seguir.
    
               Pues bien, hoy vamos a tener la oportunidad de recorrer junto a nuestro pregonero su particular andadura, llena de recuerdos que resonarán en la memoria de muchos de nosotros. Recuerdos que le han ayudado a forjar una visión peculiar de nuestra Semana Santa y que hoy tiene el orgullo de pregonar.         

           Francisco Manuel Caro Caro. Rubeño, criado en la plaza¡ entrando y saliendo del bar de Dolores, su casa, lo mismo con un balón que con un capote hecho por su padre, recreando así los mejores pases de los toreros de la época.
          Afición que ha llevado hasta nuestros días, buen conocedor de la técnica y el arte de la tauromaquia es el compañero ideal para una tarde de toros de quien no sabe distinguir entre una chicuelina y un pase de pecho.

          Siempre se caracterizó por su participación, y en la iglesia no podía ser menos, dos años de monaguillo... de cuando las campanas se tocaban a ritmo de tirón y compás, para que cada toque tuviera su significado y las velas chisporroteaban al quemarse, teniendo que reponerlas cada día.

         Caro, como así le gusta que le llamen, como se acostumbró a oírlo desde niño en el colegio con sus compañeros y maestros, a los cuales siempre traía de cabeza, colaborando en innumerables proyectos, sean cuales fueren, desde una obra de teatro hasta aquel primer intento de formación de banda de música,   con D. Juan Reyes como director y con instrumentos de juguete.      

             Aquel esfuerzo frustrado toma forma hoy con gran recompensa y orgullo para él en Miriam, su hija, magnífica clarinete en la banda municipal de El Rubio.

            Francisco Manuel Caro, tras su paso por el colegio “Carmen Borrego” continúa su formación académica dentro de la especialidad de administrativo, en el instituto de formación profesional  “Vélez de Guevara” de Écija, pueblo al que por diferentes motivos le unen grandes lazos y guarda sus mejores recuerdos.
             Época en la que conoce a la que hoy es su mujer, Mari Carmen, teniendo después que compaginar el noviazgo con el servicio militar.
         
            Gran aficionado a la literatura, va recopilando durante años innumerables poemas, que tras gran esfuerzo ven la luz en la publicación de su libro de poesías en el año 1999.
              Actualmente tiene ya otro libro registrado y listo para la imprenta.

              Francisco nos da una visión de la Semana Santa desde el interior, con el conocimiento que le aporta el haber sido costalero durante buen tiempo.

              Siendo todo un reto para él, vamos a poder disfrutar de un pregón, gestado desde la más profunda sinceridad.
            Francisco imprime en él su fuerte carácter, persona de principios, que sabe bien hacia dónde dirigir su camino.


            Desde mi posición, la de amigo desde hace años y además compañero de trabajo desde hace también bastante tiempo, espero no haber caído en excesiva adulación y haber hecho en esta presentación un retrato lo más fiel posible a la realidad.
            Para terminar, quiero agradecerte la confianza que has depositado en mi al elegirme como tu presentador. Todo un honor poder compartir unas palabras en este maravilloso acto.


             Sin más preámbulo, con todos ustedes, el pregonero de la Semana Santa del año 2002  D. Francisco Manuel Caro Caro.                                            



                             Fco. Javier Blanco Martíne







PREÁMBULO.


En aquel tiempo, yo usaba pantalones cortos y tenía las rodillas heridas de jugar.  Eché  los dientes en una Plaza con una farola en medio. 

Una Plaza adornada, no como hoy, con naranjos perfumados con la flor del azahar, sino con dos grandes moreras, en la que jugaba a torear con mis amigos.

Pasaba la Empresa de Osuna a medio día dos veces, una de ida y otra de vuelta y cuando caía la tarde pasaba la Sevillana. (Que todos sabemos que no era una mujer de Sevilla ).

Una Plaza en la que se ponían los Baratos y aquel día no se aparcaban los pocos coches que había.  Y los taxis y los cosarios eran el único hilo conductor con la capital.

Los hortelanos guardaban su sombrilla, que era un paraguas inmenso, en la “Posá “de Carmen, y en la de Josefa y Pedro. 

La pescadería era un chapón con nieve y agua.  Se hacían los “jeringos” junto a una fuente con una bola de piedra en lo alto.

Las carnicerías, las tiendas, los bares, había dos estancos y dos barberías.  



El cañaduz se voceaba y el aguardiente no necesitaba tabernas para venderse.

La cartelera del cine titulaba en blanco sobre negro y en fotogramas anunciaban las imágenes de una doble sesión a la que yo siempre me quedaba.

En aquel tiempo, no hace tanto, el pregón de la Semana Santa era ver montar la turronería en la Plaza. 

Me anunciaban la Semana Santa unas notas que evaluaban mi rendimiento en la Escuela y que venían con unas vacaciones recién estrenadas que daban el Viernes de Dolores.

Veía pasar el Lunes Santo por la mañana, aquellos grandes cajones de madera pintados con purpurina, con ruedas y empujados hasta la Iglesia para que pudieran montar los Pasos.

Jugábamos a ser músicos, en las Semanas Culturales, con trompetas de plástico y tambores de detergente.

Los anunciadores de la Semana Santa eran los primeros polos de nieve comidos al calor picante de un Paseo de la Iglesia todo repleto de árboles, arbustos y flores, con arriates y calles de amarillo albero, bancos de hierro para las parejas de novios, y una fuente con agua embalsada.

Momentos que están grabados en mi memoria y de los que tengo un recuerdo cariñoso de mi infancia, que no cambiaría en lo más mínimo.

Empecé a enamorarme de mi pueblo, como todo aquel que vive donde ha nacido, con resentimiento y amor.

Enamorado de sus calles, esquinas y plazas como si fuera una niña de azúcar y ojos de caramelo.

Sé tantas historias de este pueblo de penas y dolores, alegrías y esperanzas. 

Este pueblo que se fue a tantos sitios y que hoy también se va, sigue yéndose y que tiene una raíz aquí, que nunca ha estado, ni está, ni estará olvidada.

Mi pueblo es mi paisaje de ayer,  de hoy y espero, que así me sigan contando los años y sea siempre donde pueda vivir los aromas y las sensaciones.

Mi pueblo es el escenario de mi vida, el papel en blanco de mi reflexión, el lienzo donde queda plasmada mi experiencia, y cuando a mi cuerpo, se le olvide vivir, quisiera estar aquí, no en otro sitio, nada más que en este pueblo, que es mi pueblo, El Rubio.




PRESENTACIÓN.


Reverendo señor Párroco. Ilustrísimo señor Alcalde. Hermanos y Hermanas Mayores de Hermandades de penitencia y gloria, señoras y señores.

En primer lugar gracias Javier, amigo desde la infancia y compañero, muchas gracias, por tus palabras. 

Voy a comenzar este pregón, para que deje de desvelarme las noches que pienso en la Semana Santa y descanse con la satisfacción de haberlo hecho como tantas veces lo imaginé en la soledad de la noche.

Nace con el temor a que nunca será terminado, y con la enorme admiración a aquellos, que habiendo sido pregoneros, fueron capaces de concretar y decir lo que ahora yo pretendo expresar.

Es éste, un pregón que nace del sentimiento cofrade y de todo aquel que participa en la Semana Santa. 

Que se renueva cada año con experiencias vividas, y renace cada vez que escucho de boca de otros pregoneros anteriores, este mismo pregón,  pero visto desde otros ángulos, otras fechas, otros matices y otros sentimientos.

Pregones que han sido y son piezas de un rompecabezas que año tras año forman un cúmulo de recuerdos y que es en conjunto lo que siento por la Semana Santa.


Pregón que empieza cada uno de sus párrafos con la palabra recuerdo. Porque son recuerdos los que ahora me hacen hablar de la belleza en conjunto y de resaltar lo bello de cada una de las imágenes de este pueblo.

Este pregón que viene celebrándose desde hace varios años y que sirve para darnos la noticia, decirnos que ya está aquí la Semana Santa.

Cada año da riendas sueltas al pensamiento y pone palabras a los hechos y sentimientos.

Acertado es decir también que cada uno de los pregoneros que han pasado por El Rubio han puesto el listón a una altura casi imposible para los demás.

Y justo es nombrar a;

Don Francisco Jesús Jiménez Reina.
Don Antonio Andrés Verdugo Durán.
Don José Francisco Valor Sanz.
Don Francisco Verdugo Durán.
Don Vicente Durán Recio.
Don Antonio Francisco Díaz Pérez.
Don Antonio Moral Pérez.

Quisiera tener las palabras que a mano y a tiempo tuvieron mis antecesores en este cometido.





Aunque hay que resaltar que son pregoneros todos aquellos que ayudan a los actos de la Semana Santa, y que montando los Pasos, vistiendo a las Virgenes, ornamentando con flores, y cuidando las tallas de los Cristos dan el mejor pregón de la Semana Santa.

Pienso en voz alta en esos recuerdos, para que, con las notas indispensables escuchen y escuchemos la melodía de una música que rítmica, sencilla, y que en una sola pieza forme esta canción.






SITUACIÓN.


Desde la salida por la mañana del Domingo de Ramos, pasando por ese intervalo de tiempo de preparación de los Pasos en la iglesia, para llegar a la noche del miércoles santo y su Vía Crucis, viviendo el Jueves Santo con todo su esplendor y muriendo, como muero, por el Viernes Santo, hasta quedarme sin aliento.  Llego al Sábado para hacer memoria de toda una Semana de Pasión, para revivir el Domingo lleno de regocijo y alegría, por haber pasado un año más este acontecimiento único, esta semana que dura un año. 

Recuerdos, añoranzas, nostalgias y melancolías, que fueron unos de experiencia propia y otros que se han ido agregando a la memoria colectiva y viven hoy en mi retina, de la misma forma que si los hubiera vivido yo mismo.

El Rubio, por su situación geográfica no es un punto aislado dentro de un entorno, sino que su Idiosincrasia es consecuencia del lugar donde está situado.

Es un pueblo del sur, aquí se vive la Semana Santa de una forma más exteriorizada y se puede decir que la Semana Santa; se celebra con toda la carga de contradicción.

El Rubio es un pueblo de Andalucía y que como tal rememora, cuenta, saca fuera la Semana Santa.


Los rubeños degustamos de lo bien hecho, ponemos empeño en conseguirlo, somos trabajadores incansables de los sueños.

Tenemos presente a El Rubio y lo demostramos con esa morriña especial de los que viviendo fuera, vuelven siempre que pueden, o ejercen de rubeño allí donde estén. 
No podemos negar, con críticas y admiraciones que tenemos muchos puntos en común con Sevilla y decir al mismo tiempo, que Sevilla es nuestra guía.

Yo creo que El Rubio, tiene una Semana Santa con personalidad, que huele a Sevilla por los cuatro ”costaos”.

Citando a un autor sevillano; “ A Sevilla la representa todo aquel que en su oficio o profesión logra captar e infundir el espíritu de la ciudad ”, pero que es trasladable a este pueblo, a su provincia en este caso. 

“Cada cual en su esfera, por modesta que sea. Y no olvidemos que este espíritu es la gracia sobre-humana, que nunca muere porque reside sólo en Dios, y Dios la da y otorga cuando le place.”

En el sur hemos sido capaces de hacer algo singular y propio, como tantas veces, los andaluces hemos hecho alegre lo trágico.




Hacer alegre aquello que es más triste.  Hacer alegre la muerte de Jesucristo.   La muerte del que es nuestro Dios. Un Dios andaluz, un Cristo andaluz. 

Esa es la Semana Santa de El Rubio, una Semana Santa que es sevillana, con sentimiento Andaluz y con alma del sur.

Es difícil de entenderla, porque para comprenderla de una forma completa, tendrían que comprender a su gente, a nosotros, con las contradicciones y los aciertos.

La Semana Santa es el  sentimiento de un pueblo.

Si hacemos cosas, que no sentimos, las manifestaciones que conocemos como Semana Santa se perderán.

No podemos retener nuestros sentimientos,  renunciar a ellos, o hacer lo que sentimos y mirar atrás para ver si ha parecido bien.

Ni renunciar a nuestra tradición, porque  la tradición de un pueblo es lo que ha hecho ese pueblo durante muchos años.

Nuestros sentimientos buscan expresarse con arte.   En la Semana Santa, y en su forma de expresarla y de sentirla, buscamos el arte, pero el arte tiene un tiempo de espera, para después manifestarse en un corto instante.  
Como dice un gran poeta: en un momento pasamos del “todavía no”, al “ya no”.

Buscamos el arte, la belleza y la disfrutamos con todos los sentidos, formando un conjunto de luces, colores, olores, sonidos, músicas y silencios.

Buen momento es éste para recordar cómo se definió la Gracia sevillana; “como una gracia que mueve a gratitud, por amor de caridad y amor de poesía, es, a un tiempo, creación recreadora y activa contemplación; es virtud sin esfuerzo, ciencia infusa, razón del corazón, poder y conocimiento que, por modo sobrenatural, recibimos y por grande amor comunicamos a cuanto nos rodea...; alegría de los hombres que hacen de la tierra cielo...”

Arte y gracia hay en la Semana Santa de El Rubio, que se transpira por cada uno de los poros de la piel de todas las personas que participan.

Música de la Banda de El Rubio, que ameniza el Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santo para disfrute de todos los rubeños que se enorgullecen de estos músicos y los anima para que vayan a más.

Marchas procesionales que se suceden en las calles que nos envuelven a los sones de Amargura, Esperanza, Macarena, Rocío, Costalero...

Exaltación y saeta en esa necesidad de hablar con Dios y que Dios escucha al hombre en su agonía,  en un quejío al aire que nos engalana por dentro.  Un lamento, una queja que nos habla con un colorido ancestral que viene cargado de años.


Y una palabra la de Jesucristo que es la mejor guía de la vida, en nuestra cotidianidad. 

Una palabra la de Jesús y una injusticia la de su muerte en la Cruz, denunciable a través de los siglos, sólo por eso, no hace falta nada más, toman parte, tantos y tantos detrás de un hombre.

La Cruz nos recuerda continuamente un atentado a la justicia, la libertad de expresar la palabra y el pensamiento y a la igualdad de todos desde la pluralidad.

A los valores de la vida de Jesucristo se han entregado muchos hombres a través de los tiempos.

La  Palabra Jesucristo es el cimiento desde el que tenemos que construir la virtud fundamental de ser cristiano.

Una figura la Virgen, que debe ser contemplada con admiración y símbolo, donde desde el respeto cada uno veamos; una madre para el niño de nuestro interior, al que no debemos nunca olvidar, un ideal de belleza espiritual y una hija en la que proyectar para que el futuro pueda dar la mano a la continuación

Buscamos el arte espontáneo y natural, el don divino y la belleza:


Con nuestros ojos: viendo la cara de las Vírgenes, los “Cristos”,  jardines de flores, altares traídos del cielo en un idilio bajado desde lo más alto del firmamento, que forrado de colores nos alcanzan la cima, nos ponen el ideal de nuestra vida terrenal más cerca de Dios y a Dios más cerca de nosotros.

Son esas figuras policromadas de perfección absoluta la que nos dicen que Dios puede estar cerca de nosotros.

Que podemos ver a Dios a través de la obra de los hombres, a través de la belleza y del arte.

Belleza que se encuentra en cada una de las tallas de imágenes de El Rubio.  Que sin desmerecer otras, para mí, son las más bellas.

Con nuestros oídos: escuchando la música de las marchas procesionales, el retumbar de los bombos, el ritmo de tambores estridentes, el repiqueteo de la caja tambor.

Escuchando los silencios, esos silencios poéticos y angelicales, música necesaria que marcan los tiempos de ésta Semana Santa.

Los murmullos preliminares; de la expectación, de la espera impaciente, que da pie a escuchar nuestros corazones, que se alteran y aceleran.



Las saetas sevillanas que vuelan al aire, llenas de “quejíos”, de llantos, de sentimiento acongojado de palabras, de coplas y de versos cantados.

El rezo silencioso antes del comienzo de la penitencia, bajo un capillo, o en la intimidad del pensamiento, o a viva voz, o siguiendo el sonido de un megáfono.
La voz de mando del capataz, con la orden precisa, y la respuesta del costalero a la llamada en el respiradero.

Escuchando el ¡ bien ! , el ¡ ole ! a tiempo, sin abuso, con sentimiento, afirmando y asintiendo, aprobando juntos y en soledad, en un solo suspiro y en un solo respiro.

Con el tacto: tacto de nuestras manos, de nuestra piel. Sumergiéndonos y embulliéndonos en el gentío. 

Apreciar de las telas los encajes, de la madera las tallas, del metal el repujado, del oro los bordados, suavidad contrastada con la aspereza del esparto reseco duro y antiguo.

Con el olfato:  el olor a incienso, azahar, flores, lentisco, velas, y con todos y cada uno de los poros de la piel, para estremecernos, vibrar, sentir y vivir la Semana Santa.
Poner nuestros cinco sentidos para regalarnos las sensaciones propias más profundas.

Con el gusto y con el sabor a nuestra tierra, a esas cosas que son diferentes e iguales al mismo tiempo.


LA SEMANA SANTA DE EL RUBIO.



La Semana Santa de El Rubio
tiene muy pocas palabras
pero son tan completas y bellas
que cuentan la historia más larga.



El vía crucis de tu muerte
marca los versos de nuestra vida,
nos unimos a tus pasos lentamente
para lograr entre todos la poesía.


Yace tu cuerpo muerto
tu cuerpo abatido en la cruz
y sangrantes tus heridas,
es tu muerte, Cristo de la Salud.


Camina Jesús Nazareno
la noche del Jueves Santo
cansado y de heridas lleno
con una cruz en sus manos.






Tan fiel es tu ayuda María
que tu hijo no perdió la esperanza
y sólo,   ¡ le queda la vida !
y de tus ojos ¡ las lágrimas !
y una cruz en el hombro
ya sin fuerzas “pa” llevarla.


¡ Qué triste estás Dolorosa !
¿ Por qué lloras ?
No llores que me pones triste
viendote llorar, tan hermosa
¡ Qué triste estás Dolorosa !


Mi madre lleva tu nombre
Virgen de mis amores
tu cara me recuerda su cara
Virgen De Los Dolores.

Mi alma se pone de luto
al ver a tu hijo muerto,
lloran mis ojos contigo
y mi corazón en silencio
al ver ese Viernes Santo
el paso del Santo Entierro.

La Semana Santa de El Rubio
tiene muy pocas palabras
pero son tan completas y bellas
que cuentan la historia más larga.

En la INFANCIA cuando la primavera nos llenaba de color de chiquillería, calor de inocencia, olor a golosinas, sabor a inquietudes y sonidos que estremecen, alguien me decía que con el Miércoles de Ceniza comenzaba la cuaresma. 

Como si lo hubiéramos olvidado, esperábamos los primeros movimientos que nos dieran muestras, que todo iba a ser igual. 

Como inspectores repasábamos lo necesario, como si dependiera de nosotros, el que todo saliera bien, como si tuviéramos que dar nuestra aprobación para, una vez sabido, dejar tranquilo por unos momentos el gusanillo de la impaciencia, la intranquilidad, el nerviosismo y la ilusión.

Cuando niño, en cada figura de los altares de nuestra iglesia, de la Parroquia  yo veía la Semana Santa.

Y yo creía cuando niño que el vía Crucis del Miércoles Santo era explicado solamente aquí, y quería descubrir al mundo que era aquí y sólo aquí, donde se contaba la verdadera historia de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Cuando era Hermano Mayor Don Francisco Pradas Pradas, el Miércoles Santo por la tarde poníamos las cruces, en las paredes de las calles, que señalaban la parada de las catorce estaciones de la procesión del Santísimo Cristo de la Salud.

En la tarde del Jueves Santo esperábamos en la niñez, que se volviera a repetir lo que tantos años habíamos vivido. Esperábamos incrédulos  que todo volviera a ser como en otros años anteriores.

¡ Todo volvía a serlo !  Con la música anunciadora del pasacalles, que recorría las calles, sacando a los vecinos de sus casas con el sonido ensordecedor de la banda.

Cuando me vestí por primera vez de penitente, comenzó una aventura de ilusión y de sueños.

Aquellas noches de procesión interminables con los pies congelados y las orejas ardiendo.

Aquella primera ropa de penitente...  Una ropa que fui cosiendo de inocencia, remendando de pureza, planchando con la fantasía y dejando impecable y preparada para el Viernes Santo por la tarde.

Recuerdo que mi madre desde el Domingo de Ramos dejaba mi ropa de penitente colgada en la percha.

Cuando apenas teníamos unos años, los días que hablábamos de la Semana Santa, yo, llevaba a mis amigos a mi casa, para que vieran colgada la ropa de penitente.

El deseo constante por ser mayor estaba relacionado con la posibilidad de ser costalero.  
Un deseo ilusionado, por mi parte, y de admiración a las personas que formaban las distintas cuadrillas de los Pasos.

Recuerdo aquellas salidas procesionales del Viernes Santo en la que íbamos en el centro de la fila, con los cirios apagados.

Pero aquella ropa de penitente de mi infancia se fue quedando pequeña, mis manos no las llenaba de cera, y los caramelos del camino se fueron acabando.






COSTALEROS.

Pero yo quiero contar lo que se siente de costalero.

He sido costalero muchos años y he sentido bajo los faldones del Paso, una Semana Santa que empuja hasta clavarse el costal en el morrillo.
Costaleros que llevan los Pasos con gracia sevillana.

Que callan su dolor al unísono en un esfuerzo por llevar, portar, pasear, mecer y hasta dormir los Pasos de El Rubio por sus calles.

Me siento costalero y compañero de todo el que se mete debajo.
Del que sabe apretarse la faja, que sabe de varas y de pateros, de costeros y de fijos, de los que van en la cola y de los “de la cabeza”, de “aguaores” que llevan el agua fresca que no alivia el dolor de la espalda.

Me siento costalero que sabe de promesas en silencio, de racheo de pies, de pasos largos y cortitos.  Que sabe de “vamos todos a una”.

Que saben de camisetas empapadas de sudor, que unen bajo un mismo sentimiento a todos, el esfuerzo de todos los que trabajan para llevar el arte y lo bien hecho.

Quiero poner en mis palabras todos los vivas, todos los ayes, todos los oles, para todos los costaleros rubeños,  que están atentos y preparados cuando se escucha:
¡A esta es !

LLEGÓ  EL  COSTAL.



Llegó el costal a la trabajadera
llegaron mis hombros a dolerme,
llegó la noche para mis ojos
y quedé ciego, no quise verte.


Fueron mis torpes pies
los que dudaron en el camino,
comprendí la duda de los que hablaban
y quedaron mis fuerzas en el olvido.


Pero fue un instante, una llamada
y la voz del capataz volaba al aire,
mi andar se volvió ritmo
y mis pasos música para llevarte.


La primavera y su azahar
nos dieron fuerzas para imaginarte,
nuestro sudor se hizo silencio
y en la oscuridad yo vi tu imagen.







En tu cara yo vi la luz
todo era distinto en tu semblante,
yo con los pétalos de tus flores
hice un costal de seda suave,
con el manto de tu vestido
una faja bordada de arte,
el terciopelo y el oro me sirvieron
de zapatillas para mimarte.


Pensé en silencio una tarde
que estuve cerca de Dios
¡ en ese preciso instante !






Los años han pasado y sin ponerle adjetivos de Esperanza o de Dolores, puedo decir que soy costalero de la Virgen.

En la tierra de María Santísima, como se le ha llamado tantas veces a Andalucía, yo soy costalero de la Virgen.

En esta tierra mariana, embelesados quedaron los pintores, los escultores, los músicos, los poetas...

Y quisieron poner en una sola cara la belleza y la verdad, la beldad, la guapura, la finura, la alegría y la tristeza.

En una sola cara a la niña, la joven y la madre.

En una sola ternura el trazo del pincel, el golpe de la gubia, la nota en la melodía y la palabra en el verso.




COSTALERO DE LA VIRGEN.



Quisiera que tu costal,
costalero de la Virgen,
para que alivie tu herida;
fuera de seda suave,
fuera de blanca espuma,
fuera de nubes y algodón.


Quisiera que tu costal,
costalero de la Virgen,
para que alivie tu herida;
fuera de terciopelo y agua,
fuera de azahar y tul,
fuera de lana y plumas
para que puedas llevar en volandas;
ese palio de los cielos,
ese jardín de cera y pétalos,
ese palacio de luz y varales,
orfebrería de plata,
que entre plazas y calles
lleva las lágrimas de tu cara
sin faltarle un detalle.







Yo he sido muchos años costalero de la cuadrilla de la Virgen de los Dolores.

Debajo de ese Paso he conocido a personas que no escatiman esfuerzos.

Que exprimen hasta su última gota de sudor.

Ellos me enseñaron como se dobla un costal, para que no se mueva en cinco horas.

Como se aprieta una faja para meter bien los riñones.

Algunos sólo saben dirigirse de esa forma a Dios.

Esa es su forma de rezar.

Así entienden a Dios y así les hablan.

Y a mí, muchas veces, me gustaría tener sus palabras.











COSTALERO.        



Un temblar sufre el corazón
que aguarda con inquietud ese momento                      
y pienso que será largo el camino
e insoportable su peso.


Y a pesar de todo
otra vez estoy aquí
con la blanca camisa
que me recubre el cuerpo,
enlutándome la cintura
y temblando siempre por dentro.


Yo he movido con mi andar
los flecos de su palio negro
he escuchado bajo su paso
el “quejío” de un saetero.


Yo en mis hombros he sentido
el dolor de su semblante moreno,
he sudado por mi frente
sus lágrimas de desconsuelo.





Y en ese preciso instante
es cuando más cerca te tengo,
cuando se me anuda la garganta
y cuando de punta se me ponen los vellos.



Porque es la Virgen de los Dolores
de la que soy costalero
y hay que dar un último suspiro
¡ para subirla hasta el cielo !






DOMINGO DE RAMOS.



Comienza la Semana Santa y la banda de música de El Rubio da los primeros compases en la mañana del Domingo de Ramos.

La gente se agolpa para disfrutar del anticipo matutino de una procesión en la que se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén.

Jesús fue recibido como un triunfador con la alegría  que ponían en su caminar.

Repican las campanas de un Domingo de Ramos que nos anuncia una primavera con todo su alegría.

Y la procesión que pasea sus ramas de olivo, va desde el Paseo de la Iglesia por Juan Carlos I, subiendo por la calle Botica para llegar a Antonio Machado al compás de una banda de música, dirigida con maestría por don Francisco José Gómez Montero.

Se abre así el portón de La Parroquia de Nuestra Señora del Rosario que confunde con orgullo durante una semana; las Sagradas Escrituras con los versos populares, los coros eclesiásticos con las saetas y el amén con el ole.



LUNES Y MARTES SANTO.


El Lunes y Martes Santo, concurren en la Iglesia parroquial todas aquellas personas relacionadas con las Hermandades de nuestro pueblo.

Se pueden admirar los trabajos de preparación necesarios para engalanar los Pasos.

Cabe la posibilidad de ver más cerca que nunca, las tallas realizadas por; Emilio Pizarro de la Cruz en el Cristo yacente.

También, y atribuida a la escuela de Illanes es Jesús Nazareno. 

De uno de los autores más prolíficos, por no decir el que más, en tallas para Pasos, la Virgen de los Dolores y de la Esperanza de Antonio Castillo Lastrucci.

El arte en las tallas, pinturas, bordados, orfebrería y ornamentación que en conjunto forman la exteriorización de sentimientos religiosos, no deja nunca de ser interesante por ser  arte barroco y sevillano.

Los triduos y cultos de la cuaresma y de los días precedentes, es la puerta que nos lleva a adentrarnos de forma inminente al recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.


MIÉRCOLES SANTO.



¿ En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío ?
¿ Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno, cae sobre tu frente ?


Versos, para un Cristo velazqueño.


Cristo crucificado y muerto en la Cruz.

La Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, hace su estación de penitencia el Miércoles Santo, de la que yo soy hermano.

La directiva de esta Hermandad tiene especial empeño en hacer muy bien las cosas,  tanto la directiva como su Hermano Mayor don  Ramón Pradas Pradas. 

Hermano mayor que tiene una actitud incansable a cargo de la hermandad, pensando siempre en la forma de ayudar a los demás.

Es una persona perfeccionista que recuerda hasta el último detalle.




Él, junto con una directiva eficaz y escogida consiguen todo lo imprescindible, para que la noche del Miércoles Santo sea, lo que ha sido siempre, la sencillez constante que a golpe de tambor, martillea en nuestros corazones hasta conquistarnos, hasta envolvernos en proyectos, que están llenos de bondad, de generosidad y de caridad.

Proyectos que se convierten en ayuda de ropas, zapatos, alimentos, electrodomésticos, ayuda a las niñas recogidas en el convento de Sor Ángela de Estepa; en libros, estufas para a la Residencia Santa Ana de la Roda de Andalucía, ayuda a las hermanas de los pobres de Antequera, a ANDEX y los niños en oncología, Manos Unidas, UNICEF, Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, apadrinamiento de una niña de Togo en África y muchos más actos que los honran.

Los hermanos de ésta hermandad  llevan a Cristo en sus propios hombros.  Llevan la cruz con Cristo crucificado.

Ejemplo de el buen hacer de esta Hermandad fue el entrañable acto celebrado con motivo de su 50 aniversario.

El Miércoles Santo tiene lo necesario e imprescindible para rememorar la Semana Santa.

Unos elementos sencillos que se basan en la participación de todos sus hermanos, para que siguiendo la palabra de Cristo se pueda practicar la caridad más cercana.
¿Y NO ME MIRAS ?



¿Y no me miras?

Sigues clavado en la cruz,
siguen sangrando tus heridas,
burlado con una corona de espinas
Cristo de la Salud.


¿ Y no me hablas?

Me das fuerza para hablarte
y decirte lo que yo siento,
olvidando sufrimientos,
amándote siempre en silencio
para no escucharme un momento.


¿ Y no me tocas
no me miras,
no me hablas ?


Pero pienso... ,
pienso que me respondes,
que me consuelas, que me acompañas
el Miércoles Santo por la noche
cuando por El Rubio
conmigo tu vayas.
Cristo es condenado a muerte. 
Así comienza el Vía Crucis del Miércoles Santo en la Semana Santa de El Rubio. 

Y ese murmullo impaciente, que espera en el paseo de la Iglesia, que cada año es menor, porque los rubeños en su mayoría, han cambiado la situación de meros espectadores o invitados de piedra,  por participar en ese camino de la Cruz que se compone de catorce estaciones y en la que cada hermano está muy  atento, por saber cuando llegará el turno en que cada uno de ellos  serán los portadores de un Cristo Crucificado, que pasean por las calles.

La palabra de Cristo, una palabra que nos propone dar un paso adelante en la bondad, perdonando.

Es tan duro ser cristiano, es tan duro seguir poniendo la otra mejilla.

Es sacrificado vestirse  sinceramente de actitud cristiana.





ESCÚCHAME.



Vuelvo aquí a sincerarme,
quizás porque tengo la certeza
que no contestarás.


Cristo crucificado
no cierres los ojos, escúchame,
yo quiero que me ayudes
cuando dudo, cuando tiemblo,
cuando pienso que es más fácil
cerrar los ojos yo también.


Vuelvo a ti
como tantas veces
a ver tu cuerpo dormido,
a ver la sangre de tu piel,
a ver tus pies doloridos,
a ver tu gesto de sed.


Vuelvo a ti,
a ti Dios abatido,
vuelvo a hablarte con fe,
porque en ti siempre confío
y sé que me escucharás, otra vez...



Los hermanos de la hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, son todos costaleros del Cristo y les guía el sentimiento.

Sólo el sentimiento es el capataz de la noche del Miércoles Santo.

Noches que son frías, de aire o llueve.

Una frialdad que no congela las ganas de completar un recorrido por las calles de El Rubio.

No merma la voluntad de los hermanos de esta Hermandad, que llevan un cirio en las manos y colgado a su cuello un crucifijo de madera en un cordón rojo.

¡ Qué pocas calles faltan !   ¡ Qué pocas calles podemos decir que no ha recorrido el Cristo de la Salud !

Recuerdo ahora una leyenda; no sé de qué pueblo de Andalucía; que cuenta la historia de alguien muy devoto de un Cristo crucificado, que le iba tan mal en la vida que prometió en voz alta, que no vería  a su Cristo, hasta que él mismo, no fuera a verle. 

Pasaron los años y una noche de procesión que llovía, no sabiendo donde resguardar la imagen, vieron la casa de este hombre, llamaron a su puerta y allí les recibió.

Y él volvió a recobrar la esperanza para su dolor en la vida.
Cada primavera el Cristo de la Salud pasa por la puerta de nuestra casa, buscando que le hagamos un sitio en ella.






CRISTO MUERTO.



Tus ojos ya no me miran
ya la muerte se apoderó de tu cuerpo
y clavado en esa cruz, muerto,
de nada sirve curar tus heridas.


Quedaste dormido y el sueño
se fue jugando, en la noche, con la vida,
atrás quedó el sufrimiento
y sólo hace un momento
que no respiras.


El sudor de tu cansancio
que mojó tu piel morena
se volvió sangre roja que grita
entre tus carnes abiertas.


Roja sangre que se escapa
huyendo del sufrimiento,
¡ cómo se fue ya tu aliento !
¡ cómo se fue ya tu vida !





JUEVES SANTO.



¡ Oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de esperanza, dulce noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la Esperanza en Cristo Salvador !


Jesús Nazareno lleva la Cruz a cuestas hacia el Calvario seguido de la Virgen de la Esperanza.

Siempre estaré agradecido de haber sido propuesto para este acto, que es para mi un honor, que tal vez no merezca, a Dña. Isabel Caro Ardoy  Hermana Mayor de esta Hermandad.

Amanece la mañana del Jueves Santo rindiéndole pleitesía al sol, oliendo a flores que los miembros de la Hermandad se dan prisa en poner, esmerándose en cada uno de los detalles, en la ornamentación floral de adornos para dejarlo impecable, para terminarlo perfecto.

Hay que decir, sin temor a equivocarse, que tanto la Virgen de la Esperanza como Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Jueves Santo, son presentados en su salida procesional con un gusto exquisito, con una delicadeza, digna de elogio, que ponen el adorno de sus Pasos a la altura de las tallas e imágenes que portan.



Cuidando con mimo todo lo que rodea la salida procesional.

Ese ambiente de preparación se vive en la iglesia, en el paseo, en la plaza, en las calles donde el azahar de los naranjos ya saben que es Semana Santa.

La calle Écija se engalana poco antes de la salida con las filas de penitentes, con el estricto orden y respeto de la espera.

Ya aparecen por un lado y por otro los penitentes, y la tarde no quiere perderse la salida de Jesús.

Ya han llegado las bandas de música, cornetas y tambores que acompañarán durante toda la noche.

El Paseo de la Iglesia ha traído su traje nuevo, impecable, recién estrenado.

Las espadañas tañen un anuncio de bronce que se ha quedado callado.

Y el acordeón de la tarde, enamora vencejos en derredor de los campanarios rubeños.






EL COLOR DE SU TÚNICA.



De púrpura ensangrentada
es el color de su túnica
lo traen en su silencio
con el dolor del peso
que pone en el hombro el madero.


El balanceo de su andar
lo adornó el rojo clavel,
pintado fue por su sangre
las piedras rajaron su piel,
cansancio, sudor, polvo
y arena en sus pies.


Su mirada hizo llorar a la gente
y los que lo mataron,
le pidieron perdón en la cruz
donde frente al sol expiraba.


Y viene callado por mis calles
entre la luz de las velas,
el sonido de los tambores
y el llanto de las cornetas.




Lágrimas lloran las velas
y es la cara de la Virgen,
en su esperanza aún viva,
la que hace que yo le diga
que en su camino le siga,
igual que te sigo yo
y sigo a Jesús al mismo tiempo,
con los hombros doloridos
como Jesús el Nazareno.


También se cansaron mis piernas
y tiemblan mis manos con el peso,
también es duro mi camino
y en cada paso tropiezo


¿ Cómo quieres que te demuestre
en amor que yo te tengo ?


De púrpura ensangrentada
es el color de su túnica
lo traen en su silencio
con el dolor del peso
que pone en el hombro el madero.





Es capataz de Jesús, don Antonio González Rodríguez.

Él nos tiene acostumbrado de muchos años a su voz firme, su recto mando y de forma tranquila  va guiando a los costaleros.

Recuerdo ahora la salida procesional de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su 50 aniversario.

Qué sencillez, qué elegancia, qué bamboleo de su lisa túnica que parece que anda, qué Nazareno, cautivo y sin palabras.

Y los claveles rojos del monte de Nuestro Padre Jesús ven la tarde del Jueves Santo.

Suena una marcha en el aire y todos piensan en silencio: “ Porque te llaman Manuel “.

Y se cruzan en el Paseo de la Iglesia, bajo la mirada de un Cid campeador, los dos pasos de esta Hermandad, camino de la cuesta Tahona en la que convierten su subida en un calvario particular e interminable.

En esa cuesta la gente se agolpa, las marchas procesionales se suceden, se respira el cansancio pero la voluntad es fuerte.

Se ha convertido en tradición el principio del recorrido. En la subida de la cuesta Tahona, los costaleros no quieren ningún alivio a su dolor.  
No hay ninguna prisa.
NAZARENO.



El bullicio se hizo silencio
y vimos todos tu caminar
con una cruz en el hombro,
cerré los ojos y no pude mirar.


Tus pies descalzos me hielan por dentro,
tus manos me hablan de dolor
y las espinas de tu corona
se clavan en mi corazón.


Tallado en madera tu rostro
me miras con fuerza y vida,
me dicen callados tus ojos
palabras del alma que estaban dormidas.


Tú pasaste así Nazareno,
agotado, sin fuerzas,
humillado y reo,
en tu andar aprendimos la vida
y a tu paso se paró el tiempo.






Yo he visto salir del Paso, empapados de sudor, a una cuadrilla, que durante muchos años se comprometieron gustosos a llevarlo hasta que pudieran sus fuerzas.

Una cuadrilla, cuajada y asentada de la que es un privilegio para el que pertenezca a ella.  

Una cuadrilla de veteranos la de Nuestro Padre Jesús Nazareno,  que a fuerza de años va dando la mano a la juventud, aún a su pesar.

Y que cada Jueves Santo muestran a Jesús con gran poder y fuerza, lo llevan poniendo el alma en su camino.

Cada año, el mismo día, igual que toda la semana, se suceden los momentos, se van cumpliendo los plazos, las mismas personas en los mismos sitios, la misma mirada cómplice.

Otros que poco a poco se van incorporando, otros que se fueron y no se han olvidado.

Llega Jesús a la Plaza con un festejo de sonidos anunciando una aurora aún lejana.





NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO.                                


El Rubio pone en su paso...;
un monte de claveles rojos
para sus pies doloridos,
una túnica de terciopelo
para cubrir sus heridas
y para llevarlo en volandas
una cuadrilla de costaleros
que se adorna en la salida.


Costaleros que orgullosos
sin preguntarles se identifican
sufriendo el dolor con Jesús
de la forma más sencilla.


Nuestro Padre Jesús Nazareno...;
su cara, llena está de ternura,
su paso firme, suave y sereno,
no he visto nunca más hermosura
¡ que la de Nuestro Padre Jesús Nazareno !





DON JOSÉ JURADO ESPADA.



Son ahora mis palabras una entrega a la memoria de una persona que siempre tuvo mucho que enseñar, don José Jurado Espada.

La dedicatoria de este pregón está rendida en homenaje póstumo para el hombre que en muchas facetas nos dejó impregnados de su toque personal, dedicación, trabajo y sabiduría.

Es una pena que sea después de su muerte, cuando se le reconozca la genialidad de su trabajo, prueba de esto que digo, fue la extraordinaria exposición que se le realizó como homenaje.

Esperado pregonero, dio el mejor pregón con sus manos.

Pero la muerte llamó a tu puerta,
y sorprendido me resigné,
y tú la dejaste abierta. 

Amigo, verdadero amigo,
ese que extiende la mano sólo para dar.

Maestro siempre maestro,
ese que enseña sólo con hablar.




( Seguro que yo fui su peor alumno
aunque él fue mi mejor maestro. )

Dios, ese Dios que le dio a él, el conocimiento, la inteligencia para encaramar con dignidad a quién le prestó la debida atención, seguro que lo tiene a su lado,  y El Rubio lo tiene ya, entre sus hijos más queridos y recordados.





Flores de cera, gladiolos y tulipanes blancos para una Esperanza que lleva un jardín por Paso.

Las ánforas y los candelabros adornan brillantemente y de forma preciosista y perfeccionista todo un conjunto; verde de color, blanco de pureza, oro en el colorido, repujado en la canastilla y brisa en los barales.

Suenan los campanilleros y un capataz: Juan Carlos Jurado Caroso con la voz rota grita “ ¡vamos palante ! “.

El capataz de la Esperanza, además de ser un amigo, admirado por mí, es de esas personas que cuando tienen mucho que decir se le emocionan las palabras.

Es en ese instante cuando dicen sus manos y su fino pincel, apoyado en el tiento de la sabiduría, colorea el tiempo y perfila el abstracto.

Juan Carlos lleva el arte en sus manos y lo desparrama y regala a todos, de la misma forma que se extiende en el lienzo el óleo.

Sólo hay que admirar su trabajo en la Virgen del Carmen, en el Cristo de la Salud, y su voz honda y de mando como capataz de la Esperanza.




CONSUELO DE TODO LLANTO.



Esperanza...
suena tu nombre redoblando,
repiquetea mi corazón esperando,


ronca...
rompe la voz del capataz mandando.


Tu palio es vela y se mueve
al aire del Jueves Santo,
Esperanza de verde y blanco
tu haces que mi dolor sea leve.


Esperanza de sol y oro,
verdeada la primavera de tus manos,
blanqueadas las flores de tu ramos,
me pregunto ahora; ¿ por qué lloro ?


Si es tu mirada Esperanza
agua alegre que se derrama
por el jardín de tu Paso,
si es tu cara filigrana
y consuelo de todo llanto.

Esperanza y dolor, son muchos los momentos de nuestra vida que llenamos con estas dos palabras.

Dolor y sufrimiento pero resistimos siempre porque albergamos un atisbo de esperanza. 

Y junto a esa esperanza la alegría, que nunca hay que perderla, para enfrentarnos a la vida.

Para levantarnos cuando caemos por el peso de la cruz.  
Alegría y vida en los ojos de una Virgen que se le acaban de saltar las lágrimas.

Ese meñique de tu mano,
la sutileza con la que acaricias tu pañuelo,
la suavidad de esas palomas,
el aroma, el arrullo y su revuelo.

Hueles a moña de jazmínez,
a ramo de azucenas,
a manojo de romero,
a cogollito de claveles,
a puñado de rosas
y a mata de hierbabuena.




ESPERANZA.                              



Esperanza...


Esperanza, esmeralda encendida,

silencioso sabor saetero,

pausado placer palaciego,

elegida, elegante embeleso,

reina, reflejo risueño,

alcanzado albor alfarero,

nácar, néctar nevado,

zafiro, azucena, luz,

alegre ánimo anunciado.


¡ Esperanza, Esperanza, Esperanza !





VIERNES SANTO.



No me tienes que dar porque te quiera,

pues aunque lo que espero no espera,

lo mismo que te quiero, te quisiera.


Cristo yacente en la urna es seguido de María Santísima con el dolor de ver a su hijo muerto.  

He vivido siempre la Semana Santa perteneciendo a la Hermandad del Viernes Santo.  

José Antonio Guerra Moral, es el  Hermano Mayor de esta Hermandad que ha conseguido aunando voluntades, revestir de protagonismo a cuantos quieren ayudar.  Su talante humano y su cordial propósito han hecho que goce del respeto y amistad de todos los que lo rodean. 

A lo largo de muchos años he visto esta hermandad por dentro y por fuera.  La siento cerca y participo en ella para poderla mejorar siempre.








EL EMBLEMA.



Desde niño he aprendido
a vestirme el Viernes Santo,
mi madre planchaba la túnica negra,
la capa y los guantes blancos.


A media tarde, el azahar
perfumaba la primavera
y se escuchaba por las calles
redobles de tambores
y música de cornetas.


Todo a punto, preparado,
una tradición y una penitencia,
un emblema que año a año
nos marca con una misma experiencia.


Sobre un fondo de luto negro
un corazón con siete dagas,
tres lágrimas de sangre
y un fuego que quema el alma.





Los costaleros de la procesión del Viernes Santo, tienen el alma entregada en cada una de sus acciones.

Costaleros que siempre miman, la forma de hacerlo y que ponen todas sus fuerzas y todo su empeño.

La cuadrilla del Santo Entierro fue pionera en las salidas de costaleros en El Rubio.

Ellos con arte paran el tiempo en el reloj con su esfuerzo. 
Porque es arduo el camino desde el Paseo de la Iglesia, bajar por Juan Carlos I.  

Solemne siempre el Santo Entierro provoca respeto.

Y en la esquina con la Plaza todo El Rubio está esperando para verlo pasar.

Seguirá la calle  Botica para cruzando La Hoz y pasando por Manuel de Falla encuentre en la calle Bécquer, toda la sevillanía y el romanticismo del poeta que pone nombre a la calle.

Y quedaremos clamando sin saber si volverán las oscuras golondrinas la próxima primavera.

Y muerto Cristo le seguirá la Virgen de los Dolores.


Bajan por la calle Cánovas, y pasando por la Hoz, entra en la calle Beata, ya de vuelta.

Costaleros del Viernes Santo como mis amigos Francisco Javier Martín Hidalgo y José María Rodríguez Pérez me han contado muchas veces lo duro que es llevar al Santo Entierro.

Ellos cuentan: paso, silencio, dolor, sudor, paso y vuelta a empezar.

¡ Qué duro es llevar el Paso del Santo Entierro !

¡ Qué duro es llevar la muerte, llevar a Cristo muerto !

Iris y lirios morados para el Santo Entierro que este año cumple su centenario.

Calladamente en silencio tantas veces.

Recientemente acompañado de la melodía propia para un Cristo que en el cerrar de sus ojos se ve la muerte.

Pero quizás sin movimiento siga Cristo muerto.

Por eso cada vez que empiezan la chicotá los costaleros lo levantan de un golpe, sin flexiones, con un golpe seco que intenta despertar a Cristo de su muerte.

El capataz Antonio De La Rubia Belmonte manda; y los costaleros quieren resucitarlo y se vuelve a escuchar;
¡ Menos paso !
Todo está contagiado; de silencio, está contagiado; de respeto, de discreción; de movimientos.

SANTO ENTIERRO.



Tu cuerpo desnudo, Cristo yacente,
tu sudor ya seco sobre tu frente.


Tus ojos dormidos, perdidos en el sueño
y yo que te espero, aferrado a mi empeño.


De tus manos; los dedos sin fuerza
dejan al viento, la vida que cesa.


Quedó tu palabra clavada en mi pecho
y pensarlas en alto es hoy mi rezo.


Detesto ser yo, el que tu mirada cierro
muerto ya...   Cristo del Santo Entierro.






Hay algo más venerado, más amado que una madre.

Es el primer amor de cada uno de nosotros.

La Virgen es el  alabado símbolo de la madre, es la representación humana y divina del dolor.

Un dolor que puede afectar de muy diversas maneras, que nos acobarda y empequeñece, que se ve en la calles, en la noche, en el frío, en el hambre, en las guerras, en la pobreza, que se ve en las injusticias, las desigualdades, los sometimientos, las intolerancias.

Un dolor tan lejos de nosotros y a la vez tan cerca.

Durante muchos años en el Viernes Santo, me he fijado en los detalles que forman mis propios recuerdos.

Detalles que se repiten cada año de forma sencilla.

Que personifican los símbolos haciéndolos más humanos, que marcan nuestra forma de hablar y que pasan a ser nuestra forma de sentir.




LOS DETALLES DE ESE DÍA.

Tú no has visto el Viernes Santo
los detalles de ese día,
¡ cómo se viste la Virgen !
¡ cómo se adorna con mantilla !
y pone en sus manos un rosario
y se mira orgullosa en la salida.

Tú no has visto el Viernes Santo
los detalles de ese día, 
que el clavel de la solapa
del capataz y contraguía
se lo dio Cristo de su paso
cuando la tarde caía.

Tú no has visto el Viernes Santo
los detalles de ese día,
¡ cómo pasea a la Virgen el costalero,
con costal, faja y zapatillas
y mueve con su cintura
el palio y las bambalinas !

Tú no has visto el Viernes Santo
los detalles de ese día,
cuando quedan en un rincón
los zapatos de la vida
y se siente el frío intenso
de quien descalzo camina.

Tú no has visto el Viernes Santo
los detalles de ese día...

DON JOSÉ MARÍA PÉREZ CARO.



Viene aquí y ahora, por un momento, el recuerdo de una persona ya fallecido hace años; Don José María Pérez Caro.

Verlo, era para mí, pensar en la Semana Santa. 

Desde muy niño lo relacionaba con ella.

Un día hablando con él, estuvo dando un repaso a los principios de la Hermandad de los Dolores.

Me estuvo contando las aventuras y desventuras de la rifa de un Seiscientos.

Los pocos que se juntaban para que todo fuera adelante, los años que pasaron de penuria en la Hermandad, con los pocos medios que había y como broche final a aquella explicación y conversación de otros tiempos.  

Me dijo sin regateo un poema en voz baja que él había hecho a la Virgen de los Dolores, que hablaba de “esas tres lagrimitas...”

Yo para recordar aquel momento escribí este poema que dice:


DON JOSÉ MARÍA PÉREZ CARO.



Con voz quebrada
y palabras de lamento,
tan lleno de sentimiento
él desplegaba sus alas.


Alas que sabían hablar
de una Virgen guapa,
de cara morena
y que llena de pena
guió su caminar.


Una Virgen Dolorosa
que con tres “lagrimitas”
y un pañuelo blanco
bordado de llanto,
le enseñó a rezar.


Rezaba en voz alta
con palabras sencillas,
palabras de terciopelo negro
como el manto de una Virgen
que un día le vio llorar.




Espigados los capirotes negros se mueven por encima de la gente y las túnicas abotonadas en blanco como las capas de nieve ondean al viento.

Que soñar es fácil y lo pregonan en las esquinas de mi pueblo, en los recovecos del pensamiento de la gente, en las revirás que mecen la ilusión que se hace encanto.

En la Cruz de Guía de cada Viernes Santo.

En la peana donde se muestra la vida.

En el llamador de la conciencia.

En la parihuela donde mostramos el adorno, la verdad, el vestido de fiesta y el de diario.

Entretanto nosotros pasamos el tiempo, tiempo que vemos como en una foto de año en año.

Y se asoman a las casas encaladas y limpias.

A la coquetería de las fachadas, los balcones y ventanas llenas de flores, con la forja del negro hierro.







LA VIRGEN DE LOS DOLORES.



El Viernes Santo por la tarde
escuché los comentarios
y decían los que contaban
que aquello no era un milagro
que era la pura verdad,
la Virgen estaba llorando.


En aquel mismo momento
nervioso llegó el capataz.
Vamos todos costaleros
que es la clara realidad
lo que he visto con mis ojos,
ahora mismo, es la Virgen  llorar.


Se apretaron bien la faja
se calzaron zapatillas
se santiguaron en silencio
y bordaron maravillas
cuando el palio acarició el cielo
moviendo las bambalinas.


Yo he visto llorar como niños
a los hombres que la llevan
cuando gritó el capataz
¡ al cielo vamos con ella !

Rosas y claveles blancos, flor de cuero entre la panícula salpicada de lentisco y luz entre varales.

El capataz del Paso de la Virgen;  Álvaro Pérez Pérez ordena: ¡ Más despacio!

El contraguía Antonio Rodríguez Pérez atento siempre rectifica, manda corregir y pegado a los respiraderos da ánimos y se esfuerza para que todo quede perfecto.

Son muchos los días en los que el tiempo pasa rápidamente hablando.

Tertulias interminables con Manolo Gómez Chía, Francisco Javier Torres Maldonado y tantos otros, en las que se debate esa perfección imaginaria, de cómo llevar un Palio.

Charlas en las que se cuestionan y rectifican, se aprende y se ensaya cada movimiento, cada mecida.

Tendencias de novedades, recuperación de aquellas que se quedaron antiguas, renovación de algunas cosas ya olvidadas, dan una variedad de matices de la más exigente opinión estética.

¿ Quién mueve a tantas personas por un momento de gloria, por un inefable segundo de misterio, por un instante oportuno en que una fuerza que ignoramos nos toca ?

ASOMA SU CARA MORENA.



Ya viene moviéndose el palio
desde el fondo de la iglesia,
ya se escucha un tambor,
ya se preparan cornetas
y quiere asomar su cara
a ese pueblo que le espera.


Ya resuenan corazones
y se encienden tristes velas,
ya redobla el nerviosismo,
ya sudan las trabajaderas,
y hay murmullos de “gentío”,
y silencios que no esperan.


El aire perfumado de flores,
de azahar y primavera
y la Virgen de los Dolores
¡ asoma su cara morena !








La Virgen de los Dolores
lleva en sus manos los encajes blancos
y viste con la saya negra,
bordados de oro, 
y el corazón de plata
por dentro y por fuera.

Todos somos hijos de una mujer y nacimos de su vientre.

El amor más grande que existe en el mundo es el amor de una madre a su hijo.

Ese gran amor se trunca, se convierte en dolor cuando se llora su muerte.

La inmensidad del amor se convierte en infinito dolor.

Y es su cara a la vez:

un rostro maduro y una joven mujer,
una boca callada y por palabras abierta,
una faz de dolor y tan llena de amor,
unos ojos llorosos y una viva mirada,
un semblante triste y lleno de alegría,
unas cejas de pena y una clara sonrisa.

Ella es mi Virgen, mi  Virgen de los Dolores.





PÉTALOS  DE  COLOR  MORENO.



Es mi Virgen una flor
con pétalos de color moreno,
sus lágrimas son el rocío,
su corona el sol y sus destellos
y brillan en la noche de sus ojos
pestañas de terciopelo.


He soñado la finura de tu cara
y he detenido un instante mi pensamiento,
he recordado tu imagen tan hermosa
para que siempre me sirva de consuelo.


Tu frente de agua clara
calma la sed de mis sueños
y los labios de tu boca
dicen palabras de fuego,
es mi Virgen una flor
con pétalos de color moreno.








DOMINGO DE RESURRECCIÓN.



Que eres, Cristo, el único

triunfador de la muerte, que la vida
por Ti quedó encumbrada.   Desde entonces,
por Ti  la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida.


El Domingo, Cristo resucita y nosotros procuramos que nuestra resurrección sea siempre la palabra de Cristo, y los valores más nobles de la  humanidad.

Que nuestra Semana Santa sea el llanto de un camino pasado que desemboque en una renovación de los tiempos venideros.

No debemos pedirle a  Dios que convierta el mundo en que vivimos en un paraíso terrenal y no exigirnos a nosotros, solucionar la realidad más cercana. 

No debemos ser lastimeros con situaciones que nos estremecen y que nada podemos hacer por solucionarlo.

Vamos a mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de lo mucho que podemos hacer.





¡ Oh ! no eres tú mi cantar;
a ese Jesús del madero...
sino al que anduvo en la mar.

un Dios victorioso, un Dios de vida.

Que siga la vida con la resurrección de la Semana Santa, alimentando nuevas esperanzas, conviviendo como podamos con el dolor, con la cruz a cuestas de cada día, más allá de la muerte y  tener al menos, la fe de seguir la vida de aquel que murió en la Cruz por nosotros.

Cristo ha resucitado.  Dios ha resucitado.

Dios es un Dios de vivos y no de muertos.



Muchas gracias.





                                      El Rubio a 17 de marzo de 2002.






PREGÓN.    SEMANA  SANTA.              2002



Índice.


Presentación....................................................................1


Preámbulo......................................................................1
Presentación..................................................................4
Situación.........................................................................7
La Semana Santa de El Rubio........................................14
Infancia.........................................................................16
Costaleros......................................................................19
Llegó el costal................................................................20
Costalero de la Virgen...................................................23
Costalero.......................................................................25
Domingo de Ramos.......................................................27
Lunes y Martes Santo....................................................28
Miércoles Santo.............................................................29
¿Y no me miras?...........................................................31
Escúchame....................................................................33
Cristo Muerto................................................................36
Jueves Santo..................................................................37
El color de su túnica......................................................39
Nazareno.......................................................................42
Nuestro Padre Jesús Nazareno.......................................44
Don José Jurado Espada................................................45
Consuelo de todo llanto.................................................48


Esperanza......................................................................50
Viernes Santo................................................................51
El emblema...................................................................52
Santo Entierro................................................................55
Los detalles de ese día...................................................57
Don José María Pérez Caro...........................................58
La Virgen de los Dolores...............................................61
Asoma su cara morena..................................................63
Pétalos de color moreno.................................................65
Domingo de Resurrección.............................................66 

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