Presentado por Doña María Ángeles Valor Sanz.
Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
EL RUBIO, ROMERÍA 2015
XI PREGÓN DE GLORIA
XI PREGÓN DE GLORIA
XI PREGON
DE GLORIA
A
NUESTRA SRA
DEL ROSARIO
Dedicado
a mi esposa y a mi hijo,
por
estar siempre a mi lado.
Que
Nuestra Sra. del Rosario
los
bendiga siempre.
“Dios
te Salve María
llena
eres de gracia,
El
Señor está contigo
Bendita
tu eres entre todas las mujeres
y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.”
Que hermosas y
simples palabras con las que de forma habitual oramos a María. El Ave María,
oración mariana por excelencia y elemento fundamental del rezo del Santo Rosario,
es con total seguridad la primera oración dirigida a María, que aprendemos en
nuestra infancia dentro de nuestra formación cristiana. Estas palabras están
tomadas de dos de las menciones que aparecen en los Santos Evangelios sobre María, Madre de Jesucristo. Las primeras son
las que le dirige el arcángel Gabriel cuando le anuncia laConcepción virginal
del Hijo de Dios, María, turbada y sorprendida por esas palabras, asiente ante
el razonamiento del ángel y no puede responder de otro modo: “Hágase en mi
según tu palabra”. María acepta con total humildad su papel en el plan de
salvación diseñado por Dios para liberar a la humanidad del pecado original y
lo hace sin ambages, con ofrecimiento absoluto a la voluntad de Dios. La
segunda parte corresponde al saludo que su prima Isabel le traslada, imbuida
por el Espíritu Santo, cuando María la visita al enterarse de su embarazo.
María al escuchar estas palabras le responde entonando lo que se conoce con ese
hermoso texto de alabanza que constituye el Magníficat:
“Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha puesto
sus ojos en la humildad de su esclava y por eso desde ahora todas las
generaciones me llamaran bienaventurada, porque el Todopoderoso ha hecho obras
grandes en mi, su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación”.
María en estas
palabras reconoce el poder de la obra de Dios con total humildad pero al mismo
tiempo profetiza que, por ese mismo poder divino, será exaltada de generación
en generación de ahora por siempre. Por eso permíteme que mis primeras palabras
sirvan de alabanza y de petición hacia ti:
Dios
te Salve, Reina del Rosario.
porque
el Señor está contigo,
llena
eres de gracia entre nosotros.
El
Rubio siempre te espera.
Dios
te salve, Señora del Rosario,
consuelo
en las aflicciones,
brisa
suave de amor,
bálsamo
de tantas penas.
Dios
te salve, Madre del Rosario,
Señora
y Abogada nuestra,
memoria
de los que se fueron,
esperanza
para quienes llegan,
Dios
te Salve, Virgen del Rosario.
bendita
siempre Tú seas,
que
generación tras generación,
El
Rubio siempre te espera.
Rvdo. Sr. Cura
Párroco de ésta de Nuestra Señora del Rosario, Arcipreste de Osuna y Director
Espiritual de esta Hermandad de Romeros.
Excmo. Sr. Diputado
Nacional.
Ilma. Sra.
Alcaldesa-Presidenta del Excmo. Ayuntamiento de El Rubio.
Sr. Hermano Mayor de
la Hermandad de Romeros de Nuestra Sra. del Rosario.
Sras. Hermanas
Mayores y Sr. Hermano Mayor de las Hermandades de Pasión de esta villa de El
Rubio.
Romeros y romeras
todos en María Santísima del Rosario, amigos todos.
Permitidme que mis
primeras palabras sean para mi presentadora,sé que tus palabras salen de tu
corazón y de la profunda y larga amistad que nos une, una amistad iniciada por
motivos laborales por la profesión que compartimos, la de ser enfermeros,
continuada por mi llegada al El Rubio y reforzada en esas muchas y largas
jornadas de trabajo que hemos realizado juntos, jornadas en las cuales hemos
visto debatirse entre la vida y la muerte a muchas personas y seguro que ati al
igual que a mí, por la fe que compartimos, en muchas ocasiones, de forma
silenciosa, se nos ha venido a la cabeza un rezo por esas personas, pidiéndole
a Dios y a la Santísima Virgen que hiciesen el milagro de ayudar en su
recuperación. Gracias Mª Ángeles por tus bonitas palabras e inmerecidas por mi
parte. Seguro que Pepe en los bancos celestes estará con su gorra y su medalla
al cuello tremendamente orgulloso de verte, o de vernos a los dos, compartiendo
este atril.
Puede ser un tópico
decirlo, pero cuando Manuel, el Hermano Mayor, me trasladó, hace poco más de un
año, su petición de que fuese pregonero de la Romería, mi primera respuesta fue
un no rotundo. En primer lugar por ciertas cuestiones de ética personal, que
considero que no vienen al caso referir aquí y en segundo lugar, no, porque
para este rubeño de corazón y a todos los efectos, aunque ecijano de
nacimiento, ese cometido entendía que me sobrepasaba, que estaba por encima de
mis capacidades y, sobre todo, porque la responsabilidad era y es enorme,
puesto que el pregonero, al menos desde mi punto de vista, se convierte en este
acto en el portavoz de todo un pueblo. Mi pregón, estas humildes palabras, van más
allá de mis vivencias y de mis pensamientos, deben intentar ser la expresión de
los sentimientos de todo un pueblo y del modo de vivir la Romería de cada
rubeño y de cada rubeña. Ahí radica la dificultad: Cómo poner palabras a lo que
siente un niño recién nacido cuando durante su primer año de vida es presentado
a Nuestra Madre para que lo proteja bajo su manto, cómo poner palabras a lo que
siente ese niño o esa niña que por primera vez realiza el camino, con total seguridad
en brazos de su padres o de cualquiera de sus familiares o conocidos, porque
ese camino hacia la Ermita del Cerro no deja de ser un reflejo del camino que
recorrerá en su vida, con subidas y bajadas, con circunstancias difíciles pero
con otros periodos de mayor facilidad; cómo poner palabras a lo que sienten
esos niños y jóvenes que realizan el camino por primera vez andando ellos
solos, realizando ese esfuerzo de seguir el paso suave de la carreta que
traslada por esos caminos entre olivares y trigales a Nuestra Madre; cómo poner
palabras a lo que sienten esos hombres y mujeres de cualquier edad, que año
tras año siguen realizando el camino que va hacia el Cerro, siempre con
alegría, con la sonrisa en la cara, olvidándose por unas horas de las
preocupaciones cotidianas o de sus dolores, molestias o pesares; cómo poner
palabras a lo que sienten esos rubeños y rubeñas que acompañan a la Virgen en
el recorrido hasta la salida del pueblo porque ya no pueden, muy a su pesar,
realizar el camino completo, muchos de ellos que estarán esperándola en la
Ermita o bien estarán a su regreso por la tarde en el mismo lugar para volver a
acompañarla hacia la Iglesia; cómo poner palabras a lo que sienten esos mayores
o no tan mayores, incapacitados, que desde sus casas ansían en su corazón
disponer de un solo momento para poder acompañarla en ese día tan especial;
cómo poner palabras a los sentimientos de sus cuidadores que buscan un solo
momento para asomarse al paseo o a las calles por la que discurres para rezarte
al menos un Ave María y pedirte tu protección; como poner palabras a los
sentimientos de todos los rubeños que desde la diáspora se trasladan en mente,
porque en cuerpo no pueden hacerlo , para acompañarte otra vez hasta el Cerro;
como poner palabras a los sentimientos de todos esos rubeños que desde los
bancos celestes dirigen sus miradas hacia este atril recordando todas las
romerías que vivieron. Para lograr trasladar a palabras toda esta amalgama de
sentimientos solo hay un camino: ponerme en tus manos y bajo la protección de
tu mirada para que te dignes aceptar estas palabras que surgen de mis labios,
no soy poeta y mis rimas serán torpes y deslavazadas pero intentaré que este
pregón sea digno precursor y que sepa reflejar todo lo que tu pueblo siente
cuando acontece esa explosión de fe de cada primer domingo de mayo. Simplemente
pedirte tu indulgencia con este pregonero, que no habla con el lenguaje
exquisito de la sabiduría, ni mucho menos, sino con ese otro lenguaje, más
llano y más sincero que mana directamente del corazón de los hombres.
Hoy
que he tenido la suerte
de
sentir vuestra amistad
quisiera
poder contar
todo
lo que el alma siente.
Y es
tan grande la alegría,
que
fluyen con ilusión,
palabras
que la razón,
jamás
componer podría.
Y a
esta dulce aventura
de
pregonar Tu grandeza
el
temor a la torpeza
llenanmi
cuerpo de dudas.
Sin
embargo, Madre Mía,
desde
que en mi te fijaste,
mi
vida entera cambiaste
llenándola
de alegría.
Por
eso no me preocupa
que
falte rima en el verso,
si
en ellos puedo expresar
todo
lo que llevo dentro,
se
bien que a Ti no te importa,
pues
digo lo que siento
lo
que no quieres son penas,
ni
lágrimas ni lamentos,
ni
cariños afligidos,
ni
vivir sin Ti no puedo,
nimuero
por Ti Señora,
que
la Virgen solo quiere
ver
la sonrisa en tu boca,
que
me alegro de vivir,
quiero
que todos lo sepan,
quiero
que te quieran guapa,
quiero
creer que te quieran
queriéndote
con el alma
quiero
que te quieran mucho,
que
ese querer no sea un sueño,
quiero
que te quieran tanto
como
yo te estoy queriendo,
porque
queriéndote así,
cuando
llegue ese momento
de
rendir cuentas a Dios,
vivirán
el Cielo Eterno.
Y así
te quiero cantar
pregonando
tu grandeza
hablándole
al mundo entero
de
tu gracia, tu belleza
del
cariño que te tienen
en
El Rubio, esta tierra,
que
sepan lo que es sentir,
que
sepan que soy sincero
que
sepan lo que es vivir
sintiéndoseromero,
que
sepan Virgen Mía
que
no existe más consuelo
que
sin haber nacido en El Rubio
ser
hoy tu pregonero.
A pesar de todo, una
vez aceptado el nombramiento, muchas dudas se me generaron, en más de una
ocasión estuve tentado de llamar a Manuel y decirle que no, que no podía ser el
pregonero, pero al final no lo hice por varios motivos: el primero de ellos que
considero lógico y humano, y como tal, lleno de defectos entre los que se
encuentra el del orgullo, el que uno siente cuando se fijan y piensan en ti
para afrontar una tarea de tal calibre como la de ser Pregonero. Ese orgullo me
llevó a mantener mi decisión y por ello estar hoy detrás de este atril, y en el
fondo de mi corazón les agradezco a Manuel y a toda su Junta de Gobierno la
confianza depositada en mi persona.
El segundo motivo es
mucho más profundo y en él intervino de forma más íntima, serena y meditada el
sentido propio de ser Pregonero de la Virgen del Rosario y además serlo en El
Rubio. El motivo era que utilizando la protección, la inspiración y el cobijo
de la Señora tenía una oportunidad única para expresar, no los sentimientos del
rubeño que con sus abuelos y sus padres, vive y siente la fiesta, porque no los
tengo, sino los que desarrolla alguien que como en mi caso, viene de fuera, se
comienza a integrar en un pueblo, en una sociedad, procura participar de su
vida, de sus costumbres, sus vivencias y su idiosincrasia, para terminar
inmerso en el grupo totalmente integrado en él e intentar desde ese punto de
vista, como dije con anterioridad, proclamar las vivencias y sentimientos de
cada rubeño respecto a la Romería.
Hoy he venido aquí
para pregonar a la Virgen del Rosario
Hoy he venido aquí
para manifestar un símbolo de amor que se hermana en las mayores devociones de
El Rubio
Hoy he venido aquí, a
tu Iglesia para cumplir la misión imposible de cantar tus glorias como Madre de
todos los rubeños.
Hoy he venido aquí
para pediros que nunca la olvidemos, que seamos fieles a su amor.
Hoy he venido aquí
para deciros que el Rosario nunca pasará de moda
Hoy he venido aquí
para defender a María como Reina y Madre del siglo XXI y de todos los tiempos
Hoy he venido aquí para
recordaros que las mentiras de quienes la desprecian nunca prevalecerán contra
su verdad.
Hoy he venido aquí
para pedir que sus manos bendigan a El Rubio durante todas las horas.
Hoy he venido aquí
como uno más, entre tantas personas que vienen a rezarle.
Hoy he venido aquí
para pedirte por los parados, por los que pasan hambre y sed, por los enfermos
y por los que más sufren.
Hoy he venido aquí
para pedirte por tantos cristianos, seguidores de tu Hijo, que son perseguidos
y asesinados simplemente por ello, por proclamar su fe en Jesucristo Nuestro
Señor.
Hoy he venido aquí
para mirar el rostro de los que la miran y se admiran al encontrarse con tu
mirada.
Hoy he venido aquí
con el sueño impaciente de que ya fuera 3 de mayo para verla por los caminos que
conducen a la Ermita.
Hoy he venido aquí
para pregonar a la Virgen del Rosario y
recordar los gozos que le cantó el Beato Fray Diego José de Cádiz:
Cantemos
con devoción
A la
que es de Dios Sagrario;
Señora,
por tu Rosario,
Logre
yo mi salvación
En
El Rubio hay un clamor
Va
de calle en calle,
De sendero
en sendero,
Santa
María es Rosario,
Y
Ella es faro de amor.
Mi infancia son
recuerdos de un patio conventual ecijano, de lectura y juegos en la amplia
entrada al convento junto con mis hermanas, de un Ave María Purísima como las
primeras palabras que leí al estar grabadas encima del torno del convento, de la misa matinal en el convento como
monaguillo, antes de ir al colegio, de juegos en la Barrera de las Gemelas
antes de ir nuevamente como monaguillo, a las misas diarias de la Parroquia
Mayor de Santa Cruz de Écija en la que se venera y se da culto a la Patrona de
Écija, la Virgen del Valle. Cuando hace ya 24 años, en 1991, asistí a mi
primera Romería me quedé gratamente sorprendido por la vivencia de la misma y
por la trascendencia que tenía. Tuve la inmensa fortuna de que mi novia
entonces, esposa en la actualidad, era y es una mujer de profunda fe y que por
tradición familiar, vivía y vive la romería desde el punto de vista cristiano de la fiesta.En
Écija no existía tradición de realizar romerías, la patrona sale cada 8 de
septiembre en procesión pero un paso típico ecijano llevada por costaleros por
las calles del pueblo. Como romería se puede considerar la que se realizaba en
la parada que efectúa la Hermandad del Rocío de Écija en la aldea de Villanueva
del Rey. Recuerdo con nostalgia y cariño las visitas que realizábamos con mi
abuela en autobús y como pasábamos unas horas en la aldea hasta regresar a
Écija. En mis primeras Romerías viví la parte más lúdica de la fiesta, sin
dejar de asistir a las ceremonias religiosas que son la parte fundamental de la
misma. En el año siguiente, por circunstancias del destino o más bien por
designio divino, dentro del grupo de amigos que nos reuníamos para ir a la
Romería, varios de ellos, entre los que se encuentra mi esposa, entran en la
directiva de la hermandad con diferentes cargos. Al año siguiente, uno de ellos
asume el cargo de Hermano Mayor, Manolo Guerra Moral y tuve el inmenso honor de que Manolo me pidiese
que entrase como vocal en la Junta Directiva para cubrir una de las bajas que se produjeron. Ello me permitió
acercarme más a la Hermandad y por ende a la organización y planificación de la
Romería, pero sobre todo me permitió acercarmemása Ti, a tu Imagen y a la de tu
Bendito Hijo.
Hablar de la Romería
de El Rubio, más allá de la propia intrahistoria de la Hermandad, es hablar de
una larga historia que se remonta ya a casi tres cuartos de siglo. Cuentan las
crónicas que en los años cuarenta, en aquellos años complicados de la
posguerra, se inició una peregrinación con motivo de la festividad de San José
Obrero a diferentes lugares de la comarca sin tener una ubicación definitiva.
La historia de estos años no está documentada salvo en los distintos recuerdos
fotográficos que algunas familias del pueblo puedan guardar.
Es en el año 1972
cuando un grupo de rubeños se plantea la creación de una Hermandad de Romeros
de Nuestra Señora del Rosario, probablemente no de forma improvisada sino fruto
de las inquietudes que sentía aquel grupo de rubeños y rubeñas, y que se plasmó
en la fundación de la Hermandad con una primera Junta Directiva con Carlos
Sánchez Mora como Hermano Mayor. El germen ya estaba sembrado aunque
desgraciadamente no se puede documentar la actividad de la Hermandad hasta el
año 1981, que es cuando aparece la primera acta fechada en libro de actas.
Desde entonces hasta nuestros días se han sucedido hasta ocho hermanos mayores
con sus respectivas juntas de gobierno. De todos ellosmás que el legado
material lo que nos queda es el espiritual: Todos han actuado para propagar y
mantener la fe en Nuestra Señora del Rosario y, a través de ella en su Bendito
Hijo, porque sin ellos nada de esto tendría sentido, la Romería sería algo
vacío y falto de sustancia. Es una fiesta sí, pero sobre todo es una exaltación
de la Virgen y de sus virtudes, de la humildad, de la aceptación de su papel en
el plan de redención divino, de su papel de madre de todos nosotros, porque
ella siempre está ahí para escucharnos y como corredentora para transmitir
nuestras peticiones a su Hijo y por medio de él, al Padre Celestial.
Evidentemente todos
han contribuido en cierta medida a mantener y aumentar el patrimonio material
de la Hermandad. Probablemente por su relevancia, recordar a Eduardo Ruiz
Ledesma porque bajo su mandato se encargó en 1984 la Bendita Imagen de Nuestra
Señora del Rosario que fuera bendecida en esta Iglesia el 7 de octubre de 1985
por su Eminencia Reverendísima, el Cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Fray
Carlos Amigo Vallejo. Los demás Hermanos Mayores contribuyeron también a
mantener a la Hermandad como con Pepe Fuentes o a aumentar el patrimonio como
la ampliación de la Ermita primigenia y la colocación del azulejo con la Imagen
de la Virgen en la pared principal de la Ermita con Manolo Guerra Moral; el
plateado de los varales de la carreta con Manuel Pérez Rodríguez; el plateado
del techo y la tumbilla de la misma con Leonardo Berral Pérez; la adquisición
de la corona de plata para la Imagen de la Virgen con Concepción Rico Muñoz; la
construcción del altar en esta Iglesia donde se coloca a la Virgen junto a San
José, además de la ampliación del recinto de la romería, con José Pachón
Guerrero; la adquisición de la casa hermandad con Manuel Martín Páez, del que
también se puede destacar la organización de los actos de celebración del
vigesimoquinto aniversario de la llegada de la Virgen a El Rubio y la posterior
salida extraordinaria en otro día grande para este pueblo. Con Manuel Ruiz
Matas, actual hermano mayor, la historia está por escribir,pero no tiene que
ser recordada en si por lo material sino por ser capaz como el resto de
mantener el vínculo espiritual que supone la celebración de la Romería entre
Dios y el pueblo de El Rubio a través de María Santísima del Rosario.
Pero todo esto,
además de por los hermanos mayores que han dirigido los pasos de esta Hermandad
no habría sido posible sin la colaboración de los que lo acompañaron en esta
tarea como miembros de sus Juntas de Gobierno o sin serlo, pero que colaboraban
desinteresadamente en la organización de la Romería. Nombrarlos a todos sería
largo e imposible y probablemente me dejaré muchos nombres en el camino pero
con vuestra indulgencia si quisiera recordar a personas comoJosé María Maraver,
Manuel Caraver Rodríguez, José María Pérez Caro, Manuel el Chispa, Pablo Moral,
Luis Guerrero, Antonio Baena, Antonio Martín, Rafael Valor, Juan Maraver, Paco
Martín, el tío del bigote, porque no nombrarlo y todos y cada uno de los
miembros de las juntas de gobierno y colaboradores que han discurrido en la
historia de esta Hermandad. Algunos de ellos presentes en este acto o entre
nosotros y otros que nos estarán mirando desde los bancos celestes. Pero sobre
todo permitidme hacer un pequeño homenaje al papel de la mujer rubeña en el
devenir histórico de la Hermandad, un papel oscuro y en ocasiones no
reconocido, pero fundamental en esos
primeros años, ¿Isabel, Cuánto trabajo has tenido durante muchos años?, pero
que ha ido adquiriendo cada vez más importancia a lo largo de la historia de la
misma de igual modo que lo hacía el papel de la mujer en la sociedad actual, en principio como camareras de la Virgen como Asunción
Díaz, Araceli Baena, Natividad Caro o Juana Pardillo, posteriormente como
miembros de la Junta de Gobierno con Toñi Blanco, Amparo Guerra, Carmela Caro, como
ejemplos de elloy que alcanzó su máxima expresión con el ascenso al cargo de Hermana Mayor, por primera y única vez
hasta ahora, de Concepción Rico, con la que tuve el inmenso honor de formar
parte de su Junta de Gobierno. Sirvan estas humildes palabras de reconocimiento
a su importantísima labor sin la cual la Romería de El Rubio no tendría
probablemente la trascendencia que actualmente posee. Quisiera asimismo tener
hoy un recuerdo especial hacia D. José María Ortiz Caballos, el que fuera
párroco de esta Iglesia y al que la enfermedad obligó a abandonar prematuramente
su puesto. Todos recordamos aquel 1 de mayo de 2005 en el que subido en una
frágil escalera, vimos como colocaba la
corona de plata que la hermandad y el propio pueblo de El Rubio habían
adquirido para la Imagen de la Virgen y con la cual la proclamábamos simbólicamente
como Reina. A ella que es
Reina de los Ángeles
Reina de los patriarcas
Reinas de los profetas
Reina de los apóstoles
Reina de los mártires
Reina de los confesores
Reina de las Vírgenes
Reina de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina asunta al cielo
Reina de la Paz
Reina del Santo Rosario
Reina de la Campiña
Y Reina de El Rubio
Andalucía es tierra de María, de norte a sur y de este a oeste,
con advocaciones que trascienden por todo su territorio como la Blanca Paloma
almonteña, la Virgen del Rocío, la
Macarena o la Virgen de la Cabeza de Andújar y con otras que se enmarcan en su
propio ámbito local: Angustias en Granada, Cinta en Huelva, Fuensanta en
Córdoba, Victoria en Málaga, Rosario en Cádiz, de la Capilla en Jaén, del Mar
en Almería y de los Reyes en Sevilla, además de las múltiples devociones que
jalonan cada ciudad y pueblo de nuestra Andalucía.Pero a pesar de todo, de toda
esta pléyade de advocaciones marianas, debemos pensar que todas se resumen en
una: María, la Madre del Salvador. Da igual el nombre con el que la queramos
llamar, con el que nos queramos dirigir a ella, todas son Una y solo Una y que
todas vienen a representarla a ella, en diferentes momentos o actitudes, pero
su gracia, su amparo y su protección las obtenemos de ella como tal, en su
condición de Madre de Cristo y de Madre nuestra por indicación del propio
Jesucristo en la cruz.
La provincia de Sevilla no podía ser menos, desde Consolación en
Utrera y Osuna, Remedios en Estepa, Gracia en Carmona, Setefilla en Lora y en
Écija la nombran Reina del Valle. ¿Y en El Rubio? En la Iglesia de El Rubio, se
podría realizar un curso de mariología: proclamamos el dogma de la Inmaculada
Concepción de la Madre de Dios, le pedimos ayuda en nuestras aflicciones como
María Auxiliadora o María Milagrosa, la veneramos como Reina del Carmelo en esa
advocación tan marinera, la elevamos a la categoría de Reina de los Reyes,
compartimos los rezos de los pastorcillos de Fátima, cada Viernes Santo la
acompañamos en el cortejo fúnebre de su Hijo compartiendo su Dolor por la
muerte de Nuestro Señor, pero al mismo tiempo, estamos con ella en la Esperanza
de que la vida vencerá a la muerte en esa paradoja tan cristiana de que la
muerte del pecado será vencida por el sacrificio de Cristo al resucitar al
tercer día y con el recuperaremos la gracia que se perdió por el pecado
original. De igual modo que estamos con ella en la expectación ante el
nacimiento del Hijo de Dios por esa dualidad que el propio origen de su nombre
indica.
Pero sobre todo la advocación con la que la veneramos en El
Rubio es como Reina del Rosario por partida doble: con la preciosa talla que
preside este altar mayor de la Parroquia, y fundamentalmente, ante la maravillosa
Imagen de la Virgen del Rosario de los romeros. Rosario que como su nombre
indica es “ramillete de rosas”. Rosas que le ofrecemos a la Virgen en cada
oración, en cada rezo, en cada piropo que se le dirige ante la belleza de su
Imagen y que se van uniendo una tras otra hasta formar ese ramo de rosas que
conducen hasta tu nombre. Manos divinas guiaron las gubias de Luis Álvarez
Duarte cuando cinceló toda Tu Imagen y la de tu Bendito Hijo. Yo que he tenido
el inmenso privilegio de contemplar tu rostro cara a cara, puedo afirmar sin
temor a equivocarme que la sensación es la de estar ante el rostro vivo de la
Madre de Dios y ante ello hay dos opciones: o quedarse sin palabras o la más
coherente con el sentir del cristiano, dirigirle una oración de loa, de
alabanza y de agradecimiento por permitirme estar tan cerca de su Divina
presencia.
Tantas
cosas te diría, Señora
que
tiempo quizás no tenga.
Tantas
cosas que ni ahora
Que
tan cerca te tengo
Pueda
articular palabra,
Tan
solo puedo decirte
Rosario,
te quiero.
Te
quiero, Madre Mía del alma
Como
quiere la carreta al sendero
Como
quiere el Sol a la mañana
Y la
noche al lucero.
Te
quiero Rosario y te venero
Te lo
digo con el corazón.
No me
dejes nunca solo, Señora,
Ampárame
y lléname de tu Gracia
Que
aquí en mi pecho, tu casa
Escrito
está con amor.
Te
quiero Rosario, te quiero.
El Santo Rosario, además de ser una de las grandes expresiones
de religiosidad popular, desde un principio, su rezo, propagado por Santo
Domingo de Guzmán, representó para la cristiandad una poderosa arma de defensa
contra la herejía y fomento de la piedad popular. El Rosario ha sido objeto de
meditación y de estudio por numerosos Papas y Santos de la Iglesia. Hablar
sobre él sería interminable.
Dijo el Papa León XIII: “No hay nada mejor ni más oportuno que
recomendar y promover esta forma de oración, para que mediante el Rosario,
gracias a la consideración frecuente de los misterios de la salvación, la fe
despierte más viva en el corazón de los hombres y el fuego sagrado de la
oración, se reanime y resplandezca como prenda de paz, de elevación moral y de
prosperidad”.
Pablo VI lo calificó como una oración evangélica centrada en el
misterio de la Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de
orientación profundamente cristológica; pero sobre todo recordar por su
cercanía a San Juan Pablo II, que en octubre de 2002 a través de la carta
apostólica RosariumVirginisMariae, declaró el año del Rosario desde octubre de
2002 a octubre de 2003 y añadió una nueva serie de Misterios a las tres series
tradicionales: los Misterios Luminosos.
En dicha carta, nos indica además que el Rosario era su oración
predilecta, que el Rosario, además de oración vocal, es oración mental, oración
del corazón, meditación, contemplación de los Misterios de Cristo. El Rosario
es una oración eminentemente contemplativa que trata de modelar al cristiano
según el corazón de Cristo. Por eso Juan Pablo II propuso meditaciones
adecuadas a cada Misterio del Rosario. Además podríamos llamarlo el camino de
María. Recorrer con María las escenas del Rosario nos conduce a conocer a
Cristo en su vida, en sus misterios y en su doctrina, a comprenderlo y a
intentar entender su mensaje.
Con el Rosario el pueblo cristiano aprende de María a contemplar
la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor.
Mediante el Rosario obtenemos abundantes gracias, como recibiéndolas de las
mismas manos de la madre del Redentor.
El Papa Francisco también es un fiel devoto del rezo del santo
Rosario. Así dice de él: “En este mes de mayo, quisiera recordar la importancia
y la belleza de la oración del Santo Rosario. Rezando el Ave María, somos
conducidos a contemplar los misterios de Jesús, es decir, a reflexionar sobre
los momentos centrales de su vida, para que como María y para San José, Él sea
el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras
acciones.
Para escuchar al Señor, es necesario aprender a contemplarlo, a
percibir su presencia constante en nuestra vida; es necesario detenerse a
dialogar con Él, darle espacio con la oración.
Y como final del Santo
Rosario ese compendio de gloria y alabanza hacia ella cuando le rezamos sus Letanías:
Santa María
Eres la Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
Eres Madre de Cristo
Madre de la Divina Gracia
Madre purísima y castísima
Madre inmaculada
Nuestra madre santa
Madre amable y admirable
Madre del buen consejo
La madre del creador
Y la Madre del Salvador
Eres Virgen prudentísima
Virgen digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen poderosa
Virgen clemente y fiel
El ideal de Santidad
La Morada de sabiduría
La causa de nuestra alegría
El templo del Espíritu Santo
El honor de los pueblos
El modelo de entrega a Dios
La rosa escogida
Torre de David
Torre de Marfil
Eres casa de oro
Y Arca de la Alianza
Puerta del Cielo
Estrella de la Mañana
Salud de los enfermos
Refugio de los pecadores
Consuelo de los afligidos
Auxilio de los Cristianos
Madre de todos los rubeños
Que te llamas del Rosario
No nos vayas a abandonar
Por este mundo perdido.
Ampáranos de verdad
Madre de todo consuelo
Y llévanos hacia Dios
Reina nuestra del cielo.
Rosa encendida de amores
Azucena entre romero
Lucero de resplandores
Jara y lirio del sendero.
Flor de romero florecido
Que todo se encierra en un nombre
Todo se encuentra en el tuyo,
Rosario.
La primavera vuelve a El Rubio. Cada año
surge la vida del aletargado sueño del invierno. Todo parece dormido y de
pronto, aparece esa eclosión de colorido de la que hacen gala nuestros campos,
nuestros parques, nuestras plazas. La primavera está hecha para los ojos, para
que estos la disfruten suavemente, está hecha para que podamos percibir los
suaves olores florales, está hecha para poder saborear todo el regusto de una
rancia tradición muy arraigada en nuestro pueblo, está hecha para que nuestros
oídos se llenen de dulces notas que proceden de una marcha procesional o de una
flauta rociera o mejor dicho romera que anuncia las vísperas de una fiesta. En
definitiva, a través de los sentidos nos encontramos inmersos en la estética de
la primavera, de nuestra primavera. Este tiempo que nos ocupa, nuestras
cofradías y una carreta que camina hacia la Ermita del Cerro hacen que nuestra
primavera sea distinta, sea especial.
Y nosotros que
somos fieles amantes de nuestro pueblo y de sus tradiciones, hacemos al igual
que cada primavera que esta tierra se convierta en un trocito de cielo que baja
hacia lo terreno para que siga ocurriendo el milagro. El milagro de la vida, el
milagro del florecer de nuestras esperanzas, el milagro de oler esas esencias
que nos purifican, el milagro del Sol que alumbra el camino, el milagro del
alma que vuela buscando el calor de Dios, el milagro del que se despierta tras
un letargo en la fe, el milagro, en definitiva, de Dios que transforma nuestra
tierra en un génesis que se repite año tras año y que además de nacer la vida,
sabemos que vuelve a nacer nuestra fe. Vuelve a reafirmarse con la Pascua de
Resurrección, porque Cristo está vivo y se encuentra en cada uno de nosotros,
en cada uno de nuestros corazones. Por todo eso, así empieza todo, con la
Resurrección. Cuando todo parecía acabarse, Cristo convirtió la derrota en una
gran victoria. Resucitó para poder quedarse entre nosotros y además nos envió
su Espíritu para fortalecer nuestra alma y nuestra fe.
Y en El Rubio, me
vais a permitir el atrevimiento de decirlo, tenemos la inmensa fortuna de
recibir dos veces el Espíritu de Dios: una en el día de Pentecostés y con
anterioridad en el domingo de la Romería, porque al levantarnos ese día, al
llegar a tu Iglesia, al entrar y estar delante de tu Bendita Imagen y de la de
Tu Hijo en tus brazos, nos sentimos imbuidos del Espíritu Santo, nuestro
corazón se llena de fe y salimos a proclamar la grandeza de Dios a través de
Ti, no hablamos lenguas extranjeras como los primeros apóstoles, pero en cada
una de nuestras palabras se advierte el amor y la devoción hacia Ti y por medio
de Ti, hacia Dios Nuestro Señor. Un Espíritu de Dios que llena el Paseo, que se
prolonga durante el camino, que se adivina en la llegada a la Ermita, que se
prolonga con el rezo y canto del Ángelus y con la celebración de la Eucaristía,
que continúa en nosotros mientras te visitamos en la Ermita en un día de
exultación, con el que te acompañamos en el camino de regreso, que llena
nuestros corazones mientras que rezamos o te cantamos la última oración tras
ese día maravilloso al volver nuevamente a la Iglesia y que nos hace volver a
nuestras casas, cansados pero dichosos y llenos de fe, tras pasar un día de
comunión con Dios a través de su Bendita Madre.
La Romería no es
solo una fiesta ruidosa, tenemos que verla con los ojos de la inmensidad y del
anhelo infinito del que se siente lleno del Espíritu Santo, de estar llenos de
la profunda luz que nos proporciona tu hermosa mirada, esa que siempre mira
hacia nosotros. La Romería es la Virgen, la que va con sus romeros para
entregarles lo mejor de Ella, entregarles a su Hijo en una comunión espiritual
y material para que el Espíritu entre de lleno el alma del que devotamente se
pone en sus manos.
Solo esto justifica
y hace posible el sentido religioso y profundo del romero, del que se desborda
de alegría contagiosa en explosión de amores. El sentido de la Romería es una
constante, porque la Romería es camino y no meta, porque es ir dejando atrás
todo lo farragoso de nuestra vida, es romper con lo que dejamos para entrar en
la bella utopía y hacer realidad lo que fue un sueño durante todo un año. Es
abrir el corazón con fe verdadera y no rezada a la vista de todos, es hacerla conciencia
y esperanza ilusionada; es dar vivas en la tierra para que el viento los lleve
a otros lugares donde otros hermanos han alcanzado la gracia de habitar en las
campiñas celestes; es desprenderse de ese pesado equipaje para poder levantar
los ojos al cielo y traspasar la línea del horizonte; es extender las manos
suplicantes buscando la verdad que nos hará libres.
La inmensa alegría
que se apodera de nuestro vivir espiritual hace que le rindamos esa alegría a
quien solo lo merece, con la humildad y sencillez que caracteriza a quien da
todo lo que tiene solo por agradar a la Virgen y sin pretensiones, ni luchas,
ni ensalzamientos personales que llevan a la vanidad de la grandeza material
pero con su correspondiente vacío del alma. La inmensa alegría que desborda
nuestros sentidos a medida que nos vamos acercando a aquel paraíso terrenal en
el Cerro donde se unen el cielo y la tierra.
Dios te salve, Virgen pura
Reina del cielo y la tierra,
luna clara y sin menguante,
luciente y hermosa estrella.
Dios te salve, Blanca Aurora,
que disipa las tinieblas
del pecado malicioso,
que influye en nuestras miserias.
Vida que nos vivificas,
dulzura que nos consuelas,
y Esperanza cuyo amparo
nuestras desdichas ahuyenta.
A ti te llaman los romeros,
tus devotos a ti apelan,
a ti como su Patrona,
porque los socorras ruegan.
A ti llamamos nosotros,
desterrados hijos de Eva,
y los que de su desgracia
arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
a Ti porque nos defiendas,
suspiramos los mortales,
en este valle de penas.
¡Ea, preciosa Señora¡
¡Ea, dulcísima Reina¡
¡Ea, Madre del Rosario¡
constante abogada nuestra;
vuelve a nosotros tu vista,
de misericordia llena.
Y después de este destierro,
al bello Jesús nos muestra
a ese Sol, bendito fruto
de tus entrañas excelsas
a ese salvador del mundo
que nos cría y nos sustenta.
¡Oh clemente, oh piadosa,
misericordia y buena
¡Oh dulce Virgen María¡
Madre de Jesús y nuestra,
intercede por tu pueblo,
las necesidades todas
mira piadosa y remedia,
a este pueblo que te invoca
salud y gracia dispensa.
Por medio de tu gracia,
ten con nosotros tal cuenta
que alcancemos por tu influjo
del buen Jesús las promesas.
Amen, Jesús repitamos
y así para siempre sea,
y alabemos a María
en los cielos y en la tierra.
El Camino. Hablar de la Romería es hablar del
camino hacia la Ermita del Cerro, van juntos los dos una con el otro unidos
indisolublemente, pero pensemos una cuestión: La Romería y el camino no se
inician el domingo por la mañana con la llegada a la Iglesia y con la salida de
la Virgen ni terminan el domingo por la tarde con la vuelta a la Iglesia y con
la última estrofa del último canto de la Salve, debemos considerar que vivimos
en una Romería continua pues los valores cristianos y marianos que nos llenan
ese día son los que deben estar inculcados y marcar nuestra actuación en
nuestra vida cotidiana. Vana sería nuestra fe si fuera solo flor de un día. La Romería continua que debemos mantener se
inicia desde el jueves con el primer día del Triduo que se celebra como
preparación para la misma. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que es el
primer paso que damos para iniciarla, la asistencia al Triduo nos sirve de
preparación para poder afrontar, espiritualmente hablando, todos los actos del
domingo y el resto de año para conservar esos sentimientos. Son tres días en
los que prevalece la Comunión con Dios a través de la celebración de la Sagrada
Eucaristía con el rezo anterior a la misma del Santo Rosario, con la meditación
de la Palabra de Dios a través de la lectura de la vida de los primeros
apóstoles en las primeras comunidades cristianas, de los pensamientos que
transmitían a los fieles de otras comunidades y de la propia vida de Cristo en
la lectura del Evangelio, de asistir una vez más, al milagro de la
transformación del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo en la
Consagración, de la Comunión con él al recibirlo y además, de dedicar un
momento a orar delante del Sagrario, donde no olvidemos encontramos a Cristo vivo
y glorioso tal y como está en el cielo.
El domingo con el alba, con el sonido de los
primeros cohetes, todas las casas del pueblo son un rebullir de personas, ha
llegado el gran día y a todos nos pueden las ganas. Hay que prepararse para
continuar el camino iniciado, se hacen los últimos preparativos de la comida y
la bebida que se compartirán en el cerro, pero, sobre todo, ultimamos los
detalles para realizar el camino en peregrinación unos, acompañar a la Virgen
hasta la salida del pueblo otros o bien verla salir de la Iglesia y montarla en
su carreta. Las mujeres se colocan sus trajes de volantes, se engalanan con
flores en el pelo y adornos a juego y las que vayan a caballo se colocarán sus
trajes de amazona. Los hombres se visten igualmente de corto si van a caballo o
los que no lo hacemos nos preparamos igualmente para afrontar el camino siempre
con la medalla puesta en el cuello para sentirla cerca de nuestro corazón.
La llegada a la Iglesia es un momento especial,
se entra para verla, para orarle, para dejarle un ramo de flores, para pedirle por los que no están, para
solicitarle una gracia, para pedirle su amparo en este día y que nos cubra con
su protección…, cada rubeño y cada rubeña que entran lo hacen por un motivo
diferente, pero todos salimos con un ánimo diferente, reconfortados y
fortalecidos en nuestra fe.
Papel especial tienen los caballos en el
desarrollo de la propia Romería, piafar
y movimiento continuo de caballos, montados por hombres y mujeres se producen
en el paseo y en las calles aledañas, todos ellos preparados para servir de
punta de lanza de la comitiva que recorrerá los caminos hasta la Ermita del
Cerro, para servir de escolta a la Reina de la Campiña en su transitar por los
caminos y senderos.
A la señal del Hermano Mayor, mujeres cogen
la peana y al son del tamboril y de la flauta rociera se inicia el camino
propiamente dicho. Son momentos emocionantes, el Paseo se hace silencio por un
momento, roto por el repicar de las campanas que anuncian que la Reina de la
Campiña sale ya de su Iglesia para iniciar su Peregrinación hasta la Ermita del
Cerro. Lluvia de pétalos de flores caen sobre la Virgen para que formen una
alfombra sobre la que pase su Imagen. Entre el gentío la Virgen se va
aproximando a la Carreta, totalmente engalanada, donde los bueyes se mueven nerviosos
obligando al boyero a tener que tranquilizarlos con pequeños golpes de su vara.
La Virgen es montada en la carreta colocando a su alrededor todos los ramos y
centro de flores que se han llevado para agasajarla. La Imagen de la Virgen y
del Niño parecen refulgir, diríase que su eterna sonrisa se hace más
pronunciada y que sus mejillas se arrebolan ante los múltiples piropos que se
le lanzan, Ella siempre tan discreta en la vida pública de su Hijo, no quiere
ser el centro de atención ni en ese día, por eso sonríe y baja su mirada aunque
en el fondo de su corazón, ese que está repleto de todo lo que le dijeron el
Ángel, los pastores, los Reyes Magos, el Viejo Simeón, sobre su Hijo, aún le
queda espacio para guardar los piropos que recibe, año tras año, de sus amados
hijos de este querido pueblo.
Poco a poco se inicia el camino de la carreta
dificultada por el gentío que hay a su alrededor, pero ya se pone en marcha con
el lento caminar de los bueyes a las órdenes de los boyeros. Nuevas lluvias de pétalos
de flores alfombran los primeros pasos del camino para que la carreta de la
Virgen discurra casi sin pisar ni el suelo.
El recorrido continúa por la calle Écija,
llega a la Laguna y en la Avenida de Andalucía te esperan parte de los
remolques engalanados para la ocasión, que durante el camino te acompañarán
detrás de Ti y de tus romeros, llevando a niños y mayores que de igual modo,
realizan el camino.
Al llegar a la salida del pueblo parece que
un sentimiento especial nos embarga, romeros delante de tu carreta, otros que
continúan detrás, pero todos con un brillo especial en la mirada, las
desigualdades propias de los caminos no importan, y en las lindes las flores
del campo se asoman a ellas para ver el paso de la Flor más hermosa, margaritas
y amapolas empalidecen ante su paso, pero no les importa; las espigas de trigo
se agolpan en los campos para ver el paso de la carreta que transporta a la
Madre del Creador y a El mismo en sus brazos. Entre olivares y trigales llega
la primera parada obligada en el Molino Marqués, hay que dar un pequeño
descanso a la comitiva. Y allí como por generación espontánea, sin necesidad de
ningún tipo de organización previa, inmediatamente vuelven a sonar la flauta y
el tamboril, se produce un revoleo de volantes y entre Vivas a la Virgen y al
Pastorcillo Divino se inicia la primera Sevillana
A ti mi Virgen Morena
quiero escribirte rezando
ati que eres luz y guía,
a ti que te quiero tanto.
A ti Reina de El Rubio
Señora de tierra y cielo,
te pido de corazón
por todos los romeros.
Bendita seas Rosario,
bendito tu santo nombre,
enséñame Tu el camino
para la paz de los hombres.
Quisiera ser tu corona,
quisiera ser tu rostrillo,
quisiera ser tus varales
para estar siempre contigo.
A ninguna hora del día
tú te quitas de mi mente,
Virgencita del Rosario,
siempre te tengo presente.
Gracias te doy Señora
benefactora de amor,
gracias te doy Rosario
por limpiar mi corazón.
Tras la parada prosigue el camino con el lento
discurrir de la carreta tirada por los bueyes, con el tintineo de las
campanitas que adornan los varales y el bamboleo de los rosarios colocados en
los mismos.
Un camino que transcurre además con un
recuerdo especial a las madres pues la Romería no se podía celebrar en mejor
fecha que en el día de las madres, sobre todo, para honrar a la Madre por
excelencia, la Virgen María. Las felicitaciones se suceden, algunos de nosotros
con una oración dirigida hacia el cielo pues, al no tenerla con nosotros, tenemos
la certeza de que se encuentra compartiendo con María la gloria celestial. Y en
este momento, permitidme que haga una mención a una madre muy especial. Gracias
Matilde por ser mi compañera, gracias por haberme hecho padre, gracias por estar
siempre a mi lado en los buenos y en los malos momentos, sobre todo, por tu
paciencia y benevolencia en estos. Gracias de todo corazón.
El siguiente hito dentro del camino se
produce al llegar a la Laguna Escalera a los pies del camino que sube al Cerro
de la Cabeza, una subida que podríamos interpretar como una subida hasta el
cielo, hasta la gloria que todos esperamos gozar algún día. La subida supone un
esfuerzo más, pues el cansancio ya empieza a hacer mella en algunos de
nosotros, pero la fe y las fuerzas que da el Espíritu que nos guía hacen más
llevadera la subida.
En mitad de la subida se produce un momento
importante, es el mediodía y como tal hay que saludar a María con el rezo del Ángelus,
e incluso, que mejor forma que alabar a María y Nuestro Señor que además de
rezarlo, cantarlo.
(Canto del Ángelus)
Una vez terminado el rezo del Ángelus, se
inicia el último tramo de subida, de esa subida hasta la gloria, en la lejanía
se va adivinando la Ermita, los que ya se encuentran allí esperándola se
agolpan en el borde del camino para verla pasar, para dedicarle una oración o
una petición.
En la campiña resuena una pequeña campana que
anuncia que su Reina ya está en la puerta de su Ermita, se oyen nuevos vítores
hacia ella y hacia su Hijo. La Virgen es introducida en la Ermita a los sones,
con flauta y tamboril, de la Marcha Real. Poco después se inicia el momento
culminante del día, la celebración de la Eucaristía, sin la cual no tendría
sentido nada de lo que celebramos. La Comunión con Dios a través de la
transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
En todos estos actos, como siempre desde hace
más de 30 años, destaca la presencia del coro de la Hermandad. Voces diversas
de hombres, mujeres, niños y niñas que se unen con un solo objetivo: glorificar
a su Patrona, la Virgen del Rosario. Como bien dicen en la página web de la
Hermandad: “quien canta reza dos veces”, palabras sabias de un santo sabio, San
Agustín, porque su canto es oración viva hacia Nuestra Madre. Mi agradecimiento
a ellos por su participación en este acto.
De igual modo que durante la salida, el
camino y la entrada la presencia de la flauta y el tamboril son
imprescindibles. Mi agradecimiento también a José Antonio Vega por su
colaboración hoy.
¡Qué arte tiene el coro
Para cantarle a su Rosario¡
En la Ermita del Cerro
le canta Rosario contigo vengo
traigo la garganta seca
y los pies tos doloríos,
mi camisa que era blanca
y hasta el color ha perdido
pero merece la pena
para ver tu cara pastora.
En los caminos le canta a Ella
por acompañarla a Ella se engalana el Cielo
ya los caminos se visten de primavera
soñando con Ella que es la Pastora mas bella,
soñando con Ella el pueblo entero espera.
Quiero Madre,sentir en mí, tu mensaje.
Quiero refugiarme,en tu amor que me protege.
Quiero abrazar,el canto, de tu profecía.
Quiero rezar el Rosario, en romería
con el corazón, en armonía.
Quiero meditar,los misterios de tu vida.
Quiero alabar,a Dios, en tu compañía.
En fin, Madre Mía,que tu amor florezca;
Y resplandezcaen mi camino cada día.
Tras la Misa viene un día de convivencia, un
día de compartir con todo el que se acerca tanto la comida como la bebida que
se ha preparado para ese día. Es normal recuperar las fuerzas después de haber
realizado el camino, pero incluso en ello podemos encontrar sentido cristiano,
porque en esa atalaya que supone el Cerro de la Cabeza nos debemos acordar de
Cristo y convertirlo en un nuevo Monte de las Bienaventuranzas donde cobre
nueva fuerza cada año el Sermón de la Montaña, sobre todo en estos momentos
difíciles para muchos cristianos que se ven perseguidos, torturados y
asesinados por el nombre de Cristo, tu Bendito Hijo, en algunos países de
Oriente Medio, como bien dijo Él, su recompensa será grande en el cielo, pero
tengamos un recuerdo en forma de oración por ellos, tal y como recomienda el
Papa Francisco pidiendo además una intervención para evitar esta nueva
persecución. Además de tener un recuerdo especial también para todos aquellos
hermanos, cristianos o no, que sufren las penalidades o la muerte en el mar por
huir de la miseria de sus países en su deseo de alcanzar una vida mejor en
nuestras tierras. Tengámoslos presentes también en nuestras oraciones.
Bienaventurados nosotros también porque cada
primer domingo de mayo damos ejemplo de estos preceptos con una demostración de
fe manifestada por el amor y la devoción que siente El Rubio por su Virgen del
Rosario y por su Bendito Hijo acompañándola hasta la Ermita y en el camino de
regreso hasta la Iglesia y que se repite año tras año, generación tras
generación.
Tras un día repleto de vivencias y de visitas
a la Ermita, reconozco que por mi parte no todas las que debería, se inicia los
preparativos para el regreso cuando el sol va ya decayendo. El camino de
vuelta, hay que reconocerlo no es igual que el de ida, aunque en el fondo
debería ser más reconfortante pues nuestra fe debe haber salido reforzada
después de un día de convivencia con María Santísima y con su Hijo.
El caminar de los bueyes parece más cansino
aunque al llegar al pueblo parecen revitalizarse nuestros cuerpos. La llegada a
la Iglesia siempre es especial. Los últimos cantes y rezos, con la voz
entrecortada por la emoción y por el largo día pasado en el Cerro marcan esos
momentos. Una vez cantada la Salve a la Virgen y con los últimos Vivas volvemos
a casa, cansados pero contentos y fortalecidos un año más en nuestra fe. Pero
recordemos algo importante: María está siempre ahí, en ese altar junto a su
esposo San José o en cualquiera de los altares donde se encuentra una Imagen de
María con cualquier otra advocación y sobre todo, detrás nuestra tenemos a
Jesús vivo en el Sagrario. Tengamos un momento de oración para ellos durante el
año, porque como dije antes debemos considerar que estamos en una Romería
continua, que no es flor de un solo día o de una semana, sino que para los
cristianos debe ser un proceso continuo de manifestación de fe.
Ahora que el pregón llega a su fin permitidme
que antes de terminar tenga un recuerdo muy especial: en primer lugar a mis
padres, los planes de Dios quisieron que se fueran pronto a su presencia, pues
tengo la seguridad de que están ante él, a ellos debo mi formación y la fe que
me inculcaron y que debo reconocer que no he sido capaz de desarrollar
totalmente. En segundo lugar, es difícil para un rubeño pasar una Romería fuera
de El Rubio, pero más difícil se hace pasarla en un hospital mientras tu hija
se debate entre la vida y la muerte, sabiendo además, que a pesar de que la fe
y la esperanza son lo último que se pierden, las posibilidades son escasas. Hace
ya 14 años tuve que vivir esa circunstancia, pero no es un reproche, María, te
doy las gracias porque me permitiste durante esos 9 días disfrutar de ella, poder
sentirla, poder tocarla, poder acariciarla, hasta que un 13 de mayo, el día en
el que te apareciste a los pastorcillos de Fátima, decidiste que ya era hora de
que un ángelmás subiera al cielo, de que tu Hijo tuviera una compañeramás de
juegos en las campiñas celestes. Sé que están bien cuidados bajo tu Bendita
Mirada. Simplemente espero hacerme digno durante mi vida y lo que me quede de ella,
para poder gozar de su compañía en Vuestra presencia. Porque además te doy
gracias Madre por permitirnos tener otro hijo a quien dedicarnos y a quien
amar, gracias a él la vida tiene otro sentido. Gracias José María por estar
ahí, por tu alegría, por tu sonrisa, aunque a veces nos preocupas más de lo que
tú crees.
Estas últimas líneas del pregón se convierten
en sentido rezo para que la Virgen nos ayude a seguir viviendo con fe. Con la
fe como única arma para salir de estos momentos duros respecto a tantas cosas
que necesitan de tu intercesión, para pedir tu ayuda para aquellos que lo pasan
mal, que no tienen empleo, para los que están enfermos, para los que están
fuera, para pedirte en definitiva que los que nos rodean puedan ser más felices
y agarrarse a ti como un clavo ardiente.
Porque al final siempre queda Ella, al final
de todo, al final de cada Romería, al final de nuestra vida, al final de los
tiempos, al final de este pregón, siempre queda Ella. Permitidme que clave mis
esperanzas en la que es esperanza. Permitidme que deposite esta fe y estos
sentimientos en la que es agua de mi sed, en la que es manantial de bondades y
rio de todas las gracias.
Ya está todo dicho, porque a
partir de este momento en que todos salgamos por las puertas de este sagrado
templo, esperaremos sentir como se estremece nuestra alma con el primer toque
de campana, con el primer sonido de flauta, con el primer tintineo de las
campanas de tu carreta, con sus sonidos al pasar por los caminos que conducen
hacia el Cerro. Sentiremos entonces la necesidad de ese encuentro con Ella, la
necesidad interior de encontrarnos con su bondad. El resurgir cada año de las
cenizas que nos incita en el transcurrir de los días a marcarnos nuestros
objetivos y nuestra vida como Dios quiere que lo hagamos, desde el compromiso
con Dios. Porque solo así de esa forma estaremos seguros plenamente de que un
día podamos mirarla de frente y sentir para siempre el hechizo de su mirada
porque nos encontraremos donde se descansa eternamente junto a los que ya no
están con nosotros.
Madre,
ahora sí, en estos instantes empieza el pregón de cada uno de los que este mediodía
se encuentran convocados en tu nombre. Porque el mejor de los pregones es el
que todos te ofrecemos con una mirada llena de esperanza ilusionada. El mejor
de los pregones es el que se da cuando se tiene el alma llena de tanto amor y
el recuerdo inundado de momentos que no se pueden describir con palabras porque
esos momentos son encabezados por los sentimientos los cuales no se pueden
plasmar en un papel porque jamás se podrían encontrar las palabras precisas
para transmitirlos a la perfección.
Al mirarte mi cuerpo se estremece
contemplando Rosario tu grandeza,
y a pesar de la humildad que te precede
no puedes ocultar tanta belleza.
Es tu cara Señora tan hermosa,
que ni soñando pudieran igualarte,
solo el candor de una escogida rosa,
podrá, sin tu presencia, compararse.
Eres el Sol que allá en el Universo,
destaca por su luz, de las estrellas,
es tu sonrisa tan dulce como el verso,
que brota alegre de labios del poeta.
Tu mirada Señora nos consuela
y la esperanza de nuevo resucita,
tu cuerpo y tu presencia nos augura,
toda la paz que el mundo necesita.
En este pueblo Rosario te veneran
como Reina de todo lo creado
y yo Señora mirándote quisiera
vivir eternamente enamorado.
Te estoy diciendo Rosario que te quiero,
con el alma rebosando de alegría,
no teniendo Señora más deseo
que verte sonreír en este día.
Porque Tu, eres la luz que en el sendero,
de mi existencia los pasos iluminas,
manteniendo mi amor y mi desvelo,
dando razón de ser, paz, a mi vida.
Ya no quiero que digan más mentiras
ni cambien la verdad con el engaño,
Tú has hecho que la gloria de este día
se repita con fervor todos los años.
Y si algún año, Señora, no pudiera,
llegar, hasta las puertas de tu Iglesia,
no dudes ni un momento que quisiera,
morir, a no volverte a ver por primavera.
HE DICHO
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