domingo, 17 de mayo de 2015

2013-XVII PREGÓN DE PASIÓN. Conchi Romero Baena

Pronunciado por Doña Conchi Romero Baena.

Presentado por Don Antonio Joaquín Romero Baena

Parroquia Nuestra Señora del Rosario.

EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2013

XVII PREGÓN DE PASIÓN

Pregón de Semana Santa de El Rubio
2013

Conchi Romero Baena


Que voy a El Rubio, que voy. Que voy al pueblo que me vio nacer. A la tierra que guarda los huesos de mis mayores, al paisaje que más le gusta a mis ojos, al lugar del que vengo y que me ha enseñado a ser la persona en que me he convertido.
Que voy a El Rubio, que voy. Que voy dando una y mil veces las gracias, con la ilusión de la niña que se fue, con la madurez de quien soy ahora mismo.
Que voy a El Rubio, vengo diciéndome durante todos estos meses. Que me tengo que adornar con mis mejores galas.
No quiero galas que se vean con los ojos, no quiero adornos elegidos al azar. No quiero las ropas más caras ni las que me hacen más guapa de lo que soy; no quiero el maquillaje que borra los surcos que dejan las lágrimas. No quiero las galas que puede comprar el dinero.
Hoy me tengo que adornar con las galas verdaderas, las que se guardan dentro del corazón. Con mis mejores galas.
Quiero las galas del cariño y el orgullo de sentirme rubeña; las galas de mis mejores recuerdos, las galas de la Fé, de la alegría de querer compartirla y el empeño, yo no sé si es una gala o no, de querer contarte y cantarte a los cuatro vientos, la hermosura tuya, pueblo mío, la hermosura cotidiana que se presiente en el aire porque sólo falta una semana para que empiece el primor de tu Semana Santa.
  



Tengo el alma rota,
las manos vacías tengo;
y en un vilo el corazón
porque desde lejos vengo,
suplicando tu perdón.
Tengo sucias las rodillas,
porque me incliné a rezar.
y la frente tengo alta
porque te vengo cantar.
Tengo ilusión,
tengo miedo,
tengo, de polvo y sudor,
los pies del camino sucios.
Tengo,
sé que la tengo,
que tengo tu compasión.
Y los hombros de recuerdos
tengo cargados. Y la voz
rota, temblorosa, turbia tengo;
 humilde, para pedirte
que me escuches, por favor.
No tengo otra cosa,
no tengo otro don.
Tengo, voluntad clara y serena
de entregarte con ternura
este pequeño pregón



Reverendo Sr. Cura Párroco de nuestra localidad
Excelentísima Señora Alcaldesa del Ayuntamiento de El Rubio.
Estimados Hermanos Mayores y Junta de Gobierno
de las Hermandades de Penitencia y de Gloria
Dignísimas autoridades
Queridos amigos, querida familia
Querido Antonio, hermano mío
Cofrades de El Rubio, Señoras y Señores, amigos todos.




El Hijo Pródigo
Lo primero que pensé cuando recibí el encargo de este pregón, no fue en la dificultad que entrañaba, sino en el enorme honor que significaba para mí.
Me acordé, desde el principio, de la Parábola del Hijo Pródigo. Porque, como el Hijo Pródigo vivo lejos, también porque, como el Hijo Pródigo, no tengo méritos suficientes para ser recibida aquí, en este lugar sagrado, y en compañía de mi familia y mis paisanos.
No sé si seré capaz de expresar todo el cariño que le tengo a mi pueblo, todo el agradecimiento por este honor que me ha sido concedido. No sé si seré capaz de cantar todo lo que merece nuestra Semana Santa. La veo desde el recuerdo, grande, hermosa, primorosa, llena de detalles bellos.
Mi propósito es explicar mis sentimientos y alentaros a todos a disfrutar de esta Semana Grande de El Rubio. Pero, antes de nada, quiero pedir disculpas por los errores que pudiera cometer y, ¿cómo no?, ayuda a estas Imágenes Sagradas que hoy nos acompañan para que tengan en cuenta la intención que me anima, para que no me vea desamparada en un día tan importante como hoy.


Tal como Lucas relata en el Evangelio en la Parábola del Hijo Pródigo, siento cómo me llenan el calor y el cariño de la gente de mi pueblo que viene a recibirme, a escucharme, a saber de mí, en el mejor lugar que me pudiera recibir.
Agradezco de corazón vuestra presencia ante la que iré desgranando mis sentimientos, mi Fé y mi Devoción con la esperanza de que alguno de vosotros se vea reflejado también en mis palabras; y que sean muchos los que comiencen a preparar su corazón para estos días que se acercan.
Nos cuenta Lucas que “los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos”. Como indigna pecadora me siento orgullosa de haber sido llamada a la comida que nos ofrece Jesús: Alimento para que el alma crezca y se haga grande. Y con este alimento, aquí me veis.
Como para el Hijo Pródigo, estar en este lugar ante vosotros, es toda una fiesta que no merezco y el mejor de los regalos que se me podría dar.
 Alégrate por mí, Dolores, porque se me ha concedido el don de sentir la misma alegría que aquel mal hijo que relata San Lucas, porque se me ha concedido el don de que mi pueblo vea con mis ojos todo lo que atesora.
Emigrantes
Perdido en la amplitud de la campiña sevillana, tierra de aceite y pan, duerme mi pueblo; pueblo de terrones y de aristas desde tiempos inmemoriales. Aquí me crié y aquí di mis primeros y torpes pasos. Aquí aprendí y soñé.
Con el paso del tiempo tuve que trasladar mi casa, mi familia, mi pueblo. Mi gente. Me fui, como tantos otros rubeños, en busca de un trabajo digno y un futuro para vivir. No fui la primera que se marchó, y, seguramente, tampoco seré la última.
En esta mañana de Domingo de Pasión quiero recordar especialmente a aquellos otros paisanos que, como yo, un día se marcharon. ¿Quién de vosotros no tiene un hermano, un primo, un hijo que esté lejos? Muchos han vuelto a sus orígenes, otros vienen a visitarnos de cuando en cuando, o de vez en vez. Siempre la sonrisa mezclada con la lágrima, siempre un horizonte en la pupila, un horizonte que se acerca. Una garrafita de aceite y un paquete de magdalenas es lo que se llevan de El Rubio. Otros no han vuelto más. Qué poco sabemos de ellos, y, sin embargo, qué presentes están siempre en nuestras oraciones. Más que paisanos son hermanos. Como la uña se despega de la carne, así se han despegado de nosotros.
Desde lejos el Rubio se recuerda y se quiere. Y duele aquí en el costado, estar lejos; como una Lanzada cotidiana con la que se convive día a día. En estos momentos en que la Semana Santa se acerca y adornamos nuestra Iglesia, y mimamos nuestras Imágenes. En estos momentos de ilusión, no dejo de pensar que hay muchos rubeños que viven en otro lugar y que no la pueden disfrutar. Cuántas veces yo misma he deseado venir a compartir con mis Imágenes estos días tan señalados. Cuántas veces he llamado por teléfono para saber si llovía, si había estado bonita, si habían podido salir los Pasos. Cuántas veces, acompañando a otras Imágenes, me he acordado de las mías. Cuántas veces he revivido la Semana Santa de mi infancia.



Breve plaza de la Iglesia
de la Virgen del Rosario;
en la distancia me aguarda
un pequeño campanario.
Lo imagino, lo contemplo,
tengo los ojos allí
y tropiezo cada día
con el sitio en que nací.
Si los caminos llevaron
mi vida por otras sendas
hoy vuelvo a este lugar
con mi más humilde ofrenda.
Ay, cómo pasan los días,
ay, cómo pasan los meses,
ay, cómo pesa en el alma;
temo y deseo que empiece,
que todo empiece.

Semana Santa. Imágenes Sagradas que nos atan el corazón. Compañía en nuestras penas, motivo de orgullo. Estremecimiento de Pasión. Representación simbólica con que nuestra tierra honra el amor de Jesús. Tradición que se repite primavera tras primavera. Imágenes Sagradas donde expresamos toda nuestra Fé, con paciencia y con fervor. En cada puntada del manto está la Fé, en cada mecida del paso está la Fé.
Por la Fé estamos ligados a ellas. Nos emociona ver el encaje que rodea y realza su rostro, porque reflejan la Fé y el más sincero cariño. Nuestros mejores sentimientos, nuestros más puros deseos. Imágenes Sagradas símbolo de nuestra Fé. Fé en madera y en carne. Fé en el gesto. Fé en la expresión. Fé en la Madre y el Hijo. Fé.

Íntima y personal, barrera no quebrada.
esquema propio, que nadie conoce.
Regalo de Dios para el cuerpo y el alma.
Solsticio donde el sol se asoma y no se pone


Domingo de Ramos

Jesús entra en El Rubio al son de palmas y olivos, de la forma más humilde posible. De mis días infantiles recuerdo un sencillo recorrido alrededor de la Iglesia con ramitas de olivo en la mano.
 El olivo, que es el símbolo de la paz desde tiempos inmemoriales. El olivo, que es el árbol que nos da el aceite. En un huerto de olivos rezó Jesús tras la Santa Cena. Amparado por la sombra del olivo, el árbol que bendice el párroco. El árbol bendecido por aquella noche que pasó orando Jesús. Con ramas de olivo recibieron a Jesús cuando entraba en Jerusalén. ¡Qué pronto se tornó en el látigo de la incomprensión esa devoción del primer Domingo de Ramos! ¡Qué pronto lo abandonaron sus Apóstoles, y qué pronto lo dejamos solo!
Tal y como Jesús entra triunfante en Jerusalén así deberíamos dejarlo entrar en nuestros corazones. Domingo de Ramos, pórtico de la Semana Grande. Alcemos los ramos para que Jesús venga a nosotros.
Me cuentan cómo se celebra hoy este Domingo de Ramos en El Rubio, y añoro ver los niños, que siempre  son los protagonistas; ver cómo se visten de hebreos y cómo luce la fiesta con su banda de música, con nuestra banda de música.
Domingo de Ramos. Jesús entra triunfante en Jerusalén a lomos de una humilde borriquita.

Vístete de estreno,
calcetinitos blancos.
Péinate esas trenzas,
zapatitos de charol.
Que va a salir el sol
esta mañana.
Vístete de estreno
a recibir al Señor.
Hoy es Domingo de Ramos.
Presienten las golondrinas
que está entrando el Hijo Amado
en Jerusalén.
Niña bonita, carita de amapola,
vístete de olivos,
que la Paz sea contigo
que ya nunca estarás sola.
De estreno, mi niña, vístete.


Aguantamos la respiración porque falta poco, falta muy poco, para que nuestras Imágenes recorran las calles. Ellas, las calles, están esperando. Todavía guardan el rumor de las pisadas del año anterior. Todavía se alegran, se emocionan. Las calles te están llamando, porque ya casi estás aquí, Cristo de la Salud.

Miércoles Santo

Miércoles Santo. Como en mi infancia, Vía Crucis del Miércoles Santo para celebrar la Procesión del Silencio. El Cristo de la Salud. Lo recuerdo acompañado de un solo, un único tambor, recorriendo las calles oscuras en medio de la silenciosa devoción del pueblo. Un solo tambor para un Cristo solo en su Cruz. Un silencio denso que se puede palpar. Un silencio que se hace carne en Cristo. Cada rincón en el que se detiene el Vía Crucis está marcado con una sencilla Cruz sin adornos. Se detiene el cortejo para escuchar la Palabra.
Lo llevan en andas por las calles los Hermanos de la cara descubierta; sólo una Cruz en el pecho los identifica. Esta noche somos Hermanos todos, hermanados en esa soledad y ese dolor que recorre las calles. No empieza tarde la Procesión, porque temprano fue el martirio de Nuestro Señor. Y sin embargo es noche cerrada. Silencio para el Cristo de la Salud. Miércoles Santo en el Rubio.

Noche cerrada.
Un lucero que por las calles camina.
Cruz de Guía.
Vía Crucis.
Devoción en primavera concentrada.
Alma peregrina.
Velita en papel de hojalata
que alumbra y calla.
Lágrima última
que se oculta en las pestañas.
Camina el Cristo muerto,
Miércoles Santo,
camina en andas.

Estación de Penitencia en parihuelas. Cristo de la Salud. Cristo Crucificado que se deja llevar.




Llevamos un tesoro en parihuelas.
Llevamos la soberanía,
 la calma, el bálsamo que consuela;
aliento en la noche fría.
Noche de Miércoles y estrellas.
Pasa el Silencio, la Cofradía
del Miércoles Santo y Humilde
que no se tapa el rostro, ni se viste.
Una vela en la mano es la ofrenda.
Y un trocito de cartón,
va recogiendo la cera,
como un lacrimario que guarda
gotitas del corazón.
Velas que temblando ensalzan
al Cristo de la Salud.
Pasito a paso va el alma,
llorando tras de la Cruz.
Silencio para el Crucificado,
Silencio en el Vía Crucis.
Silencio.
No llantos ni lamentos;
plegarias
que florecen en los labios
para que se las lleve el viento.

            Que lleve el viento plegarias al Cristo de la Salud, que está sufriendo El Rubio, que siempre hay alguien sufriendo. La enfermedad surge no se sabe bien de dónde ni por qué. Roguemos a este Cristo de la Salud por quienes sufren. Ayer igual que hoy, hoy igual que mañana. La rueda del tiempo se lleva a nuestros seres más queridos, mientras nuevas florecillas comienzan a renacer.

No caen en el olvido nuestras plegarias, como no nos olvidamos de aquellos que hoy ya no están a nuestro lado. Cristo está con nosotros, silencioso, como en su Procesión, pero su presencia es fuerte y nos acompaña. Y aunque hoy nos invade la amargura, el creer con Fé nos salva; es la fuente de la que bebemos el agua más clara que podemos apetecer.
Y rezar al Cristo de la Salud. Rezar no sólo con los labios, sino con las manos y los pies. Rezar al Cristo de la Salud es levantarse cada día y pelear porque todo salga bien. Rezar al Cristo de la Salud es ayudar a aquellos que lo necesitan. Dar la mano a quien lo pide, y a quien no lo pide también. Rezar al Cristo de la Salud es un compromiso día a día con todos y cada uno, hermanos todos, hermanos siempre. Hermanos en el sufrimiento y en la pena, y hermanos en las alegrías.
Creo, firmemente, que las plegarias que más agradan al Cristo de la Salud son nuestras propias obras, aunque nos parezcan pequeñitas, insignificantes. La grandeza de Dios sabe ver cada vez que nos esforzamos en hacer que la vida de otros sea más llevadera y agradable.
Que el dolor que produce ver al Cristo de la Salud en su Cruz, muerto ya, se torne en caricias hacia todo y hacia todos los que nos rodean. Se llama Caridad, se llama Misericordia, se llama Oración, yo lo llamo simplemente, seguir los pasos de Cristo, como en una Procesión, en silencio. Que esta Salud que nos da Cristo sirva para que ayudemos a los que están cerca de nosotros.




Jueves

Luce el Jueves un Nazareno que pasa por nuestro pueblo camino de su Calvario. Y de Nazarenos se visten los hermanos, color morado del lirio que lo simboliza. Va pisando lirios y claveles y tras su estela lo acompaña una Virgen que conserva todavía la Esperanza. El verde de las hojas del lirio, el verde de la Esperanza.
La tarde se viste de fiesta de Pasión con el consentimiento del cielo. Trompetas. Tambores. Sones para la valentía de las espaldas de hombres que llevan el nombre de costaleros. Costaleros de Jesús, Costaleros de Jesús el Nazareno. La dignidad va camino del Gólgota y la tarde se viste de fiesta morada y roja para acompañarla en su Sacrificio.
La humildad y el perdón están en esa imagen que se esmera en cada detalle con paciencia y con cariño, para que tú lo entiendas, para que tú, hombre de bien, lo sientas, para que tú lo conozcas y te reconozcas en cada esquina que se pierde. Manos de antigua sabiduría en flores y en encajes.
El redoble de la caja te está llamando, un solo de trompeta anuncia con alegría que sale el Paso. Cornetas y tambores que son como el repiqueteo de las llaves que abren las puertas del Cielo. Porque el Cielo, rubeño, está en tus calles estos días.
La pasión corona los morrillos de los costaleros. El costalero lleva con orgullo ese sudor tan honrado. Un orgullo que se hace sitio entre los dedos de los pies que arrastran la valentía, que saltan con el dolor. Costalero. Músculo que respira pasión, carne que se tensa, que aguanta, que se ennoblece a cada golpe de martillo y con cada voz del capataz
Ay, quién pudiera recibir esas órdenes de la Imagen Nazarena. Quién supiera escuchar sus voces y suspiros cuando hablan del amor que es darlo todo.
Ay, la Palabra de Dios.


La Palabra de Dios encarnada en las manos del Nazareno, en la mirada que expresa lo que mis palabras no pueden decir. Palabra de Dios hecha hombre. Palabra de Dios hecha imagen. Nervio y vena que vibra en madera. Recuerdo de carne dolorida vestida con una túnica morada y un cordón. Oh Carne humana encarnada de Dios por la voluntad del Padre.
Por la voluntad del Padre
estalla la primavera en las gargantas
y el pueblo te canta.
Rotundo alarde.
Verde primavera, verde
manto de Esperanza.
En cada hueco crece
alguna yerba sin nombre:
espalda de Nazareno que se mece
al borde de un abismo es Dios y hombre.
¡Aparta de mí este cáliz de amargura!
Verde primavera
de un Cristo que camina
hacia un Calvario de locura.
Calvario convertido en cada espina,
Calvario presentido en la penumbra.
Muerte en primavera.
Cristo que se arrastra, que se mece,
que se aclama, que se vence,
que se despierta y se levanta.
Cristo Nazareno transformado
de tanto amado
en Cristo Resucitado.
Nazareno y verde primavera.
No toca la Cruz. Nuestro Nazareno no toca la Cruz con sus manos puras. Se deja llevar, pero no toca la Cruz. Es como si la Cruz, por serle más alegre y menos penosa en su peregrinar, no se dejase tocar por sus Manos Santas. Cristo tiene sus manos dispuestas para nosotros. Nos está esperando. Para acompañarlo, no en su camino de agonía sino en su camino de Resurrección y Gloria.
Cómo no recordarte,
si los años más alegres
pasé junto a ti
vestida de fiesta.
Cómo olvidar los sones
por el Paseo de la Iglesia.
Cómo no estremecerse
ante el paso apresurado
de un sencillo penitente
que llega tarde y va descalzo;
y la capa se le vuela
y el morrión quiere escaparse,
recoge la túnica,
se ajusta los guantes
y dice “Que llego tarde,
y es mi Madre quien espera”.
Visión de mi adolescencia,
del divino anonimato
que luce por las callejas
sin rostro y sin zapatos.
Visión que no se marchita.
Historia que causa revuelo
y que a la sonrisa incita
y me hace pensar:
eso es el Cielo
Palio de Esperanza
Si la primavera trae agua verdean los campos. La Esperanza del trigo con su manto verde, llegando Junio, se tornará de oro para ser harina blanca de Pan de Resurrección.
Pan de la tierra, Virgen de la verde Esperanza en la Resurrección de la carne.
Te siento Virgen Santísima, más allá de esa Resurrección, en el Paraíso que tu rostro de belleza representa.
Manos que dibujan en un suspiro de sus dedos blancos la Fé en el otro mundo. Coronada de Estrellas en la Esperanza del Cielo. Asunción bendita. Rosario que desgrana ilusiones en cada oración. Araceli, Altar del Cielo, que concebiste sin mancha. Consuelo para nuestros pecados. Carmen de Gloria y de Paz. Pureza que borra errores como una hoguera en torno a la que reunirse y conversar.
Pureza de Candelaria.
Virgen de la Esperanza. Todos somos Esperanza. Esperanza en convertirse, Esperanza en esforzarse una vez más. Esperanza de María, espejo para mirarse, ventana para mirar más allá de nosotros mismos. María, Esperanza nuestra de cada día.
Con las luces de la tarde sacamos a nuestra Esperanza a que mire su pueblo. Luz del Cielo que baja a la tierra. Sueño que transita detrás del amado Hijo que se escapa de calle en calle, de balcón en balcón ¿Dónde, Madre de la tarde,  Lucero nuestro, quieres que te lleven tus costaleros?¿Qué sones te han de acompañar?




Que no me canso de verte
ni de lejos ni de cerca;
no me canso de sentirte,
aunque tu paso se aleja.
No me canso. Espero un año
y si hace falta esperar,
espero lo que haga falta,
que siempre es recompensa.
Mirarte es descansar
tanto si miro de lejos,
como si miro de cerca,
imagen de mi Hermandad

Guarnecida por una nube de flores blancas y el rizado de las velas que poco a poco se consumen, tu rostro se acerca y nos deja tras de ti un rastro indeleble que solo puede verse en el alma. Es el rastro de tu Hijo. Huella para poner en ella nuestro pies. Te acercas calle arriba, ya casi estás aquí. No te alejes de nosotros no permitas que te dejemos ir.

Palio de la Esperanza.
Varal que mira hacia el cielo.
Palio de flores blancas.
Corazón claro y sereno.
En tu cintura se cimbrean como un junco
tus sueños y todo tu afán.
Y en tus manos el Rosario deja un surco
una súplica de Paz.





Viernes de Pasión

Viernes de Pasión con el fúnebre cortejo del Señor en su Cajita que los hermanos transportan para su entierro. Visten el blanco de la pureza y el negro luto que cae sobre todos nosotros con su muerte. Lo acompaña su Madre Dolorosa, roto el corazón por siete puñales, deshecho el rostro en lágrimas.
Es viernes de Dolorosa Pasión. Viernes triste de muerte. Fuego vivo que aprisiona al respirar. Ventolera que se lleva los cabellos y esparce los pensamientos. Agua salada que se escapa sin querer, como un pequeño río de lágrimas al que llaman el Salado. Y tierra que muerde, que muerde, como el látigo o la espuela en el ijar.
En una urna de cristal han colocado su cuerpo lacerado y muerto. Cuerpo cansado. Cuerpo marchito. Cuerpo manchado por las manos que lo llevaron a estar así. Cuerpo de Cristo blanco y puro que habrá de Resucitar en todo su esplendor.
Se entonan sones lúgubres. Cada minuto pesa como una eternidad en el corazón y se rasga la garganta de cariño por el que se va en una saeta que corta el miedo como un cuchillo de plata.
Ay, cuántos lamentos porque ya no está entre nosotros. Quisiéramos volver a tenerlo aquí para seguir aprendiendo de su ejemplo. Pero se nos ha ido.
Oh Cristo de luto, oh pueblo de luto. Oh ilusiones rotas.
Oh, Muerte, cuán grande es lo que te has llevado.
Oh corazones desolados que quedan tras de ti.
El negro es el color que visten tus cofrades y la Imagen de este Cristo que se nos ha ido por tanto pecado y tan poquita Fé, nos acongoja.


No quito ni pongo versos
caminando tras la duda,
que quien un nuevo sol saluda suda
y gana su pan con esfuerzo.
Dios vive aquí en el costado,
habita oculto en un recodo,
se manifiesta en un todo
íntimo de quien lo ha encontrado.
Dios es aparejo y amarra,
ancla que une a la vida;
quien navega a la deriva
tal vez no comprendió la Palabra
Mas yo no quito ni pongo
versos que hagan dudar.
La Fé ha de madurar
en rama que se une al tronco.

No sufras, hermano, en este entierro. No sufras si se van tus seres queridos. Escucha la Palabra de Salvación que te llama y que te asegura que este sólo es un destierro temporal, que hay otros terrones más livianos, que hay un camino menos duro, que hay un lugar adónde nos lleva la Fé en el que estaremos en su Divina Presencia y en la compañía de aquellos seres queridos que un día se nos fueron.
No nos olvidamos de ellos. Se nos han ido y no hay bocado de pan ni vaso de agua que no nos recuerde a ellos.
Como Cristo, un entierro que es sólo un destierro temporal. Confiemos todos y, mientras el Señor nos permita transitar por estos lares, recordemos su Palabra.

La Palabra de Dios es Palabra del Amor. Palabra que lleva el agua al sediento. Palabra que sabe perdonar.
Por su palabra, por su Sagrada Imagen, por ese destierro temporal, por esa Fé en la Vida Eterna, que no haya un pobre que no reciba nuestra ayuda, que no haya un triste que no reciba nuestro consuelo. Que aprendamos a ser mejores cada día, que tengamos siempre presente  que todos somos hermanos y, por tanto, que todos somos iguales. Que hace más hombre al hombre la bondad y la misericordia.
Acompañamos a este Jesús muerto en su Estación de Penitencia por las calles y las piedras de las calles se enternecen al pasar. Enternezcamos también nosotros nuestros corazones. Que no haya dureza en ellos para el dolor y la necesidad. Que cada dolor y cada necesidad sean para nosotros la obligación de remediarlos. Una y mil veces que no sea duro nuestro corazón, una y mil veces si fuera necesario.
Pasamos una mala etapa. Justo es acordarnos de aquellos que sufren. Porque fue Jesús quien vino a pedir por ellos.
Hombre bueno, hombre de bien,
que transitas día a día por mi suelo
escucha esta súplica sin desdén:
Amar a Dios es el consuelo.
Amar a Dios en sus obras,
amar a Dios en sus criaturas.
Amar a Dios, - lo demás sobra -
con las manos, los dientes, la cintura.
Amar a Dios muerto por nuestros pecados.
Amar a Dios, con nuestras obras
y, por la voluntad del Padre,
amar a Dios Resucitado.

Virgen de los Dolores

Cuánto tiempo, Dolores, hace que esperaba yo este día. Bien lo sabes. Cuánto tiempo hace que deseaba estar frente a ti y, como dos comadres de toda la vida, sentarnos juntas y conversar.
Tengo tu imagen presente por donde quiera que voy. Ay, Dolores, déjame que me acerque a ti, y que te cuente mis alegrías y mis penas.
Siempre que me acerco allí, en mi Huelva, a la Virgen de la Cinta, pienso lo mismo: tiene la carita de rubeña. Me siento allí, casi como si aquí estuviera. Y, Dolores, tengo allí otra Imagen tuya que sale el Jueves Santo, y  que tanto y tanto me recuerda a ti.
Mi Estación de Penitencia es seguirte. Mi Estación de Penitencia es admirarte. Mi Estación de Penitencia la hago con los ojos y el corazón. Con la cámara de fotos que se empeña en conquistar un instante volandero en el que todo eres Tú y Tú estás en todo. Mi Estación de Penitencia es andar, conversar. Contener la respiración a lágrima viva. Mi Estación de Penitencia es estar cerca, con un bocadillo en la mano, con una botella de agua. No me pidas que sea más, que yo sólamente puedo ser así.
Hago las cosas como puedo. Dame fuerzas. Sabes que me equivoco, tropiezo, caigo, y con tu ayuda me vuelvo a levantar. Dame fuerzas, Dolores. A cambio te doy, lágrimas y sonrisas. A cambio hago lo que puedo, tú lo sabes bien. Gracias Dolores que, desde El Rubio, viniste a acompañarme en la Cofradía del Cristo del Buen Viaje. Gracias Dolores, porque estás aquí, con el Santo Entierro, y allí, acompañando al Cristo de las Cadenas. Gracias Dolores porque tu rostro y su rostro son el mismo, y porque así allí me siento menos sola.


Ya no sé qué me hablo y qué me digo;
se confundieron mis sienes ya tan presto.
Vine a cantarte sólo con lo puesto
y en un revés sufro de olvido;
que al mirarte pienso en la alegría,
que al mirarte, hermosa entre las flores,
me olvidé de tu pena, Madre mía,
me olvidé que te nombro Amor, y eres Dolores


Dolores que ascienden al Cielo en forma de plegaria. Igual que es plegaria y oración que asciende al Cielo el olor del incienso. Ese olor que se esparce por las calles y en cada recodo susurra que ya es Semana Santa.
Siempre que pienso en la oración, pienso también que hay muchos modos y maneras de rezar. Aquellos que me conocen bien saben que yo rezo con las manos, que esa es mi costumbre desde siempre. Cuando nuestras acciones son buenas, cuando solo persiguen el bien de los demás, seguramente, Dios las entiende como una oración sin palabras.
Por eso quisiera recordar aquí a una mujer a quien me gustaría imitar en esa forma de rezar que son las acciones. En estos tiempos difíciles, recordar su ejemplo no es sólo un reconocimiento para ella, sino una invitación para ser como ella fue.
Hace más de 30 años yo era una niña que corría por las calles sin parar, me fijaba en todo y por todo iba preguntando. Un día pregunté a mi padre quién era Eloísa Rodríguez Ramos, cuyo nombre figuraba en el rótulo de una calle. Me fijé porque era uno de los pocos nombres de calles dedicados a una mujer y porque no me sonaba tanto como Severo Ochoa o Cervantes.

Mi padre me respondió que Eloísa fue una buena mujer que ayudó en unos tiempos muy difíciles a aquellos que lo necesitaron. Que en su puerta siempre había gente y que ella procuraba remediar el hambre que los acuciaba como mejor podía y sabía.
Más tarde he escuchado de otros labios estremecedores relatos de una niña de apenas siete años que vendía espárragos y a quien ella le compraba siempre los que no había conseguido vender, y si podía “me daba un trozo de pan”, cuenta todavía con lágrimas en los ojos.
Para mí, esta es la mejor manera de expresar la Fé, y una hermosa forma de rezar: a través de nuestras acciones.
Mi humilde persona, delante de los aquí congregados, sólo quiere honrar su memoria con este pequeño recuerdo. Vaya mi más sincera admiración, y mi empeño en que su ejemplo siga siendo ejemplo hoy.
 Que no se trata de hacer mucho ni poco, sino que cada cual haga lo que sus fuerzas le alcancen.
Virgen de los Dolores,
que al atardecer caminas
por las calles de mi pueblo,
dame fuerzas y humildad;
y haz que en mi vida
se refleje la bondad,
y ayúdame en el esfuerzo.
Hermosa entre todas las mujeres
y para todas las mujeres ejemplo.




            Porque ya va a empezar la Semana Santa en El Rubio y tenemos que abrir de par en par las ventanas del corazón. Una Semana para disfrutar de nuestras bellas Imágenes, de los sones de la banda, de las flores, del incienso. Detrás de cada detalle hay un esfuerzo colectivo y anónimo. Como laboriosas hormigas que trabajan sin descanso, cada cual se afana en poner un detalle para que luzca el sentimiento que hay detrás. Se adornan los balcones, se plancha con esmero cada túnica. Y canta el campanario con dulzura una hermosa canción. Sobre los tejados crece la luz de la tarde.
            Y tú, Dolores, no tengas pena en ser la última en salir. No tengas pena de recogerte, ya, tan pronto, porque el tiempo pasa rápido. Hoy acompañas a tu Hijo en una urna, mañana celebrarás su Resurrección. Y nosotros estaremos aquí, más presentes que nunca, para alegrarnos de que la muerte no es el final y que Él está con nosotros.
            Si quieres ver a tus devotos, Dolores, ten un poco de Esperanza, porque juntas estaréis de nuevo con todos los rubeños en el primer Domingo de Mayo, cuando las dos seáis Rosario y el pueblo celebre su romería.
            Rosario, Madre y Patrona de El Rubio de quien lleva el nombre esta Iglesia.

Virgen del Rosario,

Esta vieja Imagen de la Virgen del Rosario es chiquita. Yo la miraba de niña y me parecía tan chiquita y tan humilde como yo. Y por eso me gustaba tanto.
Y esta nueva Imagen, que tan unida está ya a todos nosotros, es la que pasea entre olivos y trigales camino del Cerro de la Cabeza. La misma devoción a la cuenta que se desliza entre los dedos mientras los labios susurran la correspondiente plegaria. En el primer Domingo de Mayo, cuando la lágrima roja  de una amapola se cuela entre los trigales, Rosario va de Romería

Y allí los cantos y las campanas,
van con la oración sincera.
al Cerro de la Cabeza
donde a Rosario se aclama.
Ni un alma en el pueblo queda
las familias se reúnen
se comparte y se consume
lo que da la buena tierra.
Virgen del Rosario,
Señora del dulce abrazo;
de nuestro pueblo Patrona
que orgullosa te coronas
con tu Hijo en el regazo
Virgen del Rosario, Virgen,
las campanas ya publican
con fervor y Fé Cristiana
que El Rubio entero te sigue
con canciones que suplican,
con rezos y sevillanas.


Pero ahora, es tiempo ya de disfrutar de la belleza, y hacer gala de la Fé. Ahora, rubeños, os esperan estas calles vestidas de Cielo y Gloria. Cuánto os envidio y cuántos recuerdos de infancia y juventud dejo aquí. Cuánto me gustan los sones y las mecidas de los Pasos, cuánto os admiro y cuánto os añoro. Pueblo mío. Disfruta todo lo que tienes que es mucho y muy hermoso. Pueblo mío, El Rubio, ¡A vivir esta Pasión! No permitas que pase de largo bajo tu ventana.

 Las palabras volanderas se las lleva el viento como pavesas. Queda el sentimiento y en ese sentimiento que nos espera en la Semana Santa de El Rubio, te encontrarás con Él y con Ella. No hacen falta más palabras. Sólo hace falta el sentimiento.

Ya no me tiemblan las piernas,
ya no me tiembla la voz;
estoy temblando toda yo
de seguro agradecida.
Pues pienso que en esta vida
solo atiende la razón
a un par de cosas queridas:
una es el amor, paisanos,
otra la Fé verdadera,
lo demás todo es quimera.
Para lo importante mi mano
hallarás siempre extendida.
Dejadme aún que lo diga
solo atiende la razón
a aquello que más amamos.
Todo se llama Pasión



He dicho.


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