Presentado por Don Francisco Javier Blanco Martínez
Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
EL RUBIO, SEMANA MAYOR 2002
VIII PREGÓN DE PASIÓN
FRANCISCO MANUEL CARO CARO
PREGÓN
DE
SEMANA SANTA
PRESENTACIÓN
FRANCISCO JAVIER
BLANCO MARTÍNEZ
FRANCISCO MANUEL CARO CARO
PREGÓN
DE
SEMANA SANTA
PRESENTACIÓN
FRANCISCO JAVIER
BLANCO MARTÍNEZ
Excelentísimas autoridades, Hnos.
Mayores, amigos y amigas todos, muy buenas tardes.
Es un tópico comenzar
diciendo, cómo pasa el tiempo¡ pero lo cierto es que es verdad. Nos
encontramos ante la octava edición del pregón, que nuevamente viene a anunciarnos
la inminente llegada de la Semana Santa.
El tiempo pasa y va
transformándonos a cada uno de nosotros, quedan atrás recuerdos de la niñez y
experiencias de adolescentes que van curtiendo a cada persona en el transcurrir
de la vida, momentos que marcan casi sin darnos cuenta un camino a seguir.
Pues bien, hoy vamos a tener la
oportunidad de recorrer junto a nuestro pregonero su particular andadura, llena
de recuerdos que resonarán en la memoria de muchos de nosotros. Recuerdos que
le han ayudado a forjar una visión peculiar de nuestra Semana Santa y que hoy
tiene el orgullo de pregonar.
Francisco Manuel Caro Caro. Rubeño, criado en la plaza¡ entrando y saliendo
del bar de Dolores, su casa, lo mismo con un balón que con un capote hecho por
su padre, recreando así los mejores pases de los toreros de la época.
Afición que ha llevado hasta nuestros
días, buen conocedor de la técnica y el arte de la tauromaquia es el compañero
ideal para una tarde de toros de quien no sabe distinguir entre una chicuelina
y un pase de pecho.
Siempre se caracterizó por su
participación, y en la iglesia no podía ser menos, dos años de monaguillo... de
cuando las campanas se tocaban a ritmo de tirón y compás, para que cada toque
tuviera su significado y las velas chisporroteaban al quemarse, teniendo que
reponerlas cada día.
Caro, como así le gusta que le
llamen, como se acostumbró a oírlo desde niño en el colegio con sus compañeros y
maestros, a los cuales siempre traía de cabeza, colaborando en innumerables
proyectos, sean cuales fueren, desde una obra de teatro hasta aquel primer
intento de formación de banda de música,
con D. Juan Reyes como
director y con instrumentos de juguete.
Aquel esfuerzo frustrado toma
forma hoy con gran recompensa y orgullo para él en Miriam, su hija, magnífica clarinete en la banda municipal de El
Rubio.
Francisco Manuel Caro, tras su paso por el colegio “Carmen
Borrego” continúa su formación académica dentro de la especialidad de
administrativo, en el instituto de formación profesional “Vélez de Guevara” de Écija, pueblo al que
por diferentes motivos le unen grandes lazos y guarda sus mejores recuerdos.
Época en la que conoce a la que
hoy es su mujer, Mari Carmen,
teniendo después que compaginar el noviazgo con el servicio militar.
Gran aficionado a la literatura, va
recopilando durante años innumerables poemas, que tras gran esfuerzo ven la luz
en la publicación de su libro de poesías en el año 1999.
Actualmente tiene ya otro libro
registrado y listo para la imprenta.
Francisco nos da una
visión de la Semana Santa desde el interior, con el conocimiento que le aporta
el haber sido costalero durante buen tiempo.
Siendo todo un reto para él,
vamos a poder disfrutar de un pregón, gestado desde la más profunda sinceridad.
Francisco imprime en él
su fuerte carácter, persona de principios, que sabe bien hacia dónde dirigir su
camino.
Desde mi posición, la de amigo
desde hace años y además compañero de trabajo desde hace también bastante
tiempo, espero no haber caído en excesiva adulación y haber hecho en esta
presentación un retrato lo más fiel posible a la realidad.
Para terminar, quiero agradecerte
la confianza que has depositado en mi al elegirme como tu presentador. Todo un
honor poder compartir unas palabras en este maravilloso acto.
Sin más preámbulo, con todos
ustedes, el pregonero de la Semana Santa del año 2002 D. Francisco Manuel Caro Caro.
Fco. Javier
Blanco Martíne
PREÁMBULO.
En
aquel tiempo, yo usaba pantalones cortos y tenía las rodillas heridas de
jugar. Eché los dientes en una Plaza con una farola en
medio.
Una
Plaza adornada, no como hoy, con naranjos perfumados con la flor del azahar,
sino con dos grandes moreras, en la que jugaba a torear con mis amigos.
Pasaba
la Empresa de Osuna a medio día dos veces, una de ida y otra de vuelta y cuando
caía la tarde pasaba la Sevillana. (Que todos sabemos que no era una mujer de
Sevilla ).
Una
Plaza en la que se ponían los Baratos y aquel día no se aparcaban los pocos
coches que había. Y los taxis y los
cosarios eran el único hilo conductor con la capital.
Los
hortelanos guardaban su sombrilla, que era un paraguas inmenso, en la “Posá “de
Carmen, y en la de Josefa y Pedro.
La
pescadería era un chapón con nieve y agua.
Se hacían los “jeringos” junto a una fuente con una bola de piedra en lo
alto.
Las
carnicerías, las tiendas, los bares, había dos estancos y dos barberías.
El
cañaduz se voceaba y el aguardiente no necesitaba tabernas para venderse.
La
cartelera del cine titulaba en blanco sobre negro y en fotogramas anunciaban
las imágenes de una doble sesión a la que yo siempre me quedaba.
En
aquel tiempo, no hace tanto, el pregón de la Semana Santa era ver montar la
turronería en la Plaza.
Me
anunciaban la Semana Santa unas notas que evaluaban mi rendimiento en la
Escuela y que venían con unas vacaciones recién estrenadas que daban el Viernes
de Dolores.
Veía
pasar el Lunes Santo por la mañana, aquellos grandes cajones de madera pintados
con purpurina, con ruedas y empujados hasta la Iglesia para que pudieran montar
los Pasos.
Jugábamos
a ser músicos, en las Semanas Culturales, con trompetas de plástico y tambores
de detergente.
Los
anunciadores de la Semana Santa eran los primeros polos de nieve comidos al
calor picante de un Paseo de la Iglesia todo repleto de árboles, arbustos y
flores, con arriates y calles de amarillo albero, bancos de hierro para las
parejas de novios, y una fuente con agua embalsada.
Momentos
que están grabados en mi memoria y de los que tengo un recuerdo cariñoso de mi
infancia, que no cambiaría en lo más mínimo.
Empecé
a enamorarme de mi pueblo, como todo aquel que vive donde ha nacido, con
resentimiento y amor.
Enamorado
de sus calles, esquinas y plazas como si fuera una niña de azúcar y ojos de
caramelo.
Sé
tantas historias de este pueblo de penas y dolores, alegrías y esperanzas.
Este
pueblo que se fue a tantos sitios y que hoy también se va, sigue yéndose y que
tiene una raíz aquí, que nunca ha estado, ni está, ni estará olvidada.
Mi
pueblo es mi paisaje de ayer, de hoy y
espero, que así me sigan contando los años y sea siempre donde pueda vivir los
aromas y las sensaciones.
Mi
pueblo es el escenario de mi vida, el papel en blanco de mi reflexión, el
lienzo donde queda plasmada mi experiencia, y cuando a mi cuerpo, se le olvide
vivir, quisiera estar aquí, no en otro sitio, nada más que en este pueblo, que
es mi pueblo, El Rubio.
PRESENTACIÓN.
Reverendo
señor Párroco. Ilustrísimo señor Alcalde. Hermanos y Hermanas Mayores de
Hermandades de penitencia y gloria, señoras y señores.
En
primer lugar gracias Javier, amigo desde la infancia y compañero, muchas
gracias, por tus palabras.
Voy
a comenzar este pregón, para que deje de desvelarme las noches que pienso en la
Semana Santa y descanse con la satisfacción de haberlo hecho como tantas veces
lo imaginé en la soledad de la noche.
Nace
con el temor a que nunca será terminado, y con la enorme admiración a aquellos,
que habiendo sido pregoneros, fueron capaces de concretar y decir lo que ahora
yo pretendo expresar.
Es
éste, un pregón que nace del sentimiento cofrade y de todo aquel que participa
en la Semana Santa.
Que
se renueva cada año con experiencias vividas, y renace cada vez que escucho de
boca de otros pregoneros anteriores, este mismo pregón, pero visto desde otros ángulos, otras fechas,
otros matices y otros sentimientos.
Pregones
que han sido y son piezas de un rompecabezas que año tras año forman un cúmulo
de recuerdos y que es en conjunto lo que siento por la Semana Santa.
Pregón
que empieza cada uno de sus párrafos con la palabra recuerdo. Porque son
recuerdos los que ahora me hacen hablar de la belleza en conjunto y de resaltar
lo bello de cada una de las imágenes de este pueblo.
Este
pregón que viene celebrándose desde hace varios años y que sirve para darnos la
noticia, decirnos que ya está aquí la Semana Santa.
Cada
año da riendas sueltas al pensamiento y pone palabras a los hechos y
sentimientos.
Acertado
es decir también que cada uno de los pregoneros que han pasado por El Rubio han
puesto el listón a una altura casi imposible para los demás.
Y
justo es nombrar a;
Don
Francisco Jesús Jiménez Reina.
Don
Antonio Andrés Verdugo Durán.
Don
José Francisco Valor Sanz.
Don
Francisco Verdugo Durán.
Don
Vicente Durán Recio.
Don
Antonio Francisco Díaz Pérez.
Don
Antonio Moral Pérez.
Quisiera
tener las palabras que a mano y a tiempo tuvieron mis antecesores en este
cometido.
Aunque
hay que resaltar que son pregoneros todos aquellos que ayudan a los actos de la
Semana Santa, y que montando los Pasos, vistiendo a las Virgenes, ornamentando
con flores, y cuidando las tallas de los Cristos dan el mejor pregón de la
Semana Santa.
Pienso
en voz alta en esos recuerdos, para que, con las notas indispensables escuchen
y escuchemos la melodía de una música que rítmica, sencilla, y que en una sola
pieza forme esta canción.
SITUACIÓN.
Desde
la salida por la mañana del Domingo de Ramos, pasando por ese intervalo de
tiempo de preparación de los Pasos en la iglesia, para llegar a la noche del
miércoles santo y su Vía Crucis, viviendo el Jueves Santo con todo su esplendor
y muriendo, como muero, por el Viernes Santo, hasta quedarme sin aliento. Llego al Sábado para hacer memoria de toda
una Semana de Pasión, para revivir el Domingo lleno de regocijo y alegría, por
haber pasado un año más este acontecimiento único, esta semana que dura un año.
Recuerdos,
añoranzas, nostalgias y melancolías, que fueron unos de experiencia propia y
otros que se han ido agregando a la memoria colectiva y viven hoy en mi retina,
de la misma forma que si los hubiera vivido yo mismo.
El
Rubio, por su situación geográfica no es un punto aislado dentro de un entorno,
sino que su Idiosincrasia es consecuencia del lugar donde está situado.
Es
un pueblo del sur, aquí se vive la Semana Santa de una forma más exteriorizada
y se puede decir que la Semana Santa; se celebra con toda la carga de
contradicción.
El
Rubio es un pueblo de Andalucía y que como tal rememora, cuenta, saca fuera la
Semana Santa.
Los
rubeños degustamos de lo bien hecho, ponemos empeño en conseguirlo, somos
trabajadores incansables de los sueños.
Tenemos
presente a El Rubio y lo demostramos con esa morriña especial de los que
viviendo fuera, vuelven siempre que pueden, o ejercen de rubeño allí donde
estén.
No
podemos negar, con críticas y admiraciones que tenemos muchos puntos en común
con Sevilla y decir al mismo tiempo, que Sevilla es nuestra guía.
Yo
creo que El Rubio, tiene una Semana Santa con personalidad, que huele a Sevilla
por los cuatro ”costaos”.
Citando
a un autor sevillano; “ A Sevilla la representa todo aquel que en su oficio o
profesión logra captar e infundir el espíritu de la ciudad ”, pero que es
trasladable a este pueblo, a su provincia en este caso.
“Cada
cual en su esfera, por modesta que sea. Y no olvidemos que este espíritu es la
gracia sobre-humana, que nunca muere porque reside sólo en Dios, y Dios la da y
otorga cuando le place.”
En
el sur hemos sido capaces de hacer algo singular y propio, como tantas veces,
los andaluces hemos hecho alegre lo trágico.
Hacer
alegre aquello que es más triste. Hacer
alegre la muerte de Jesucristo. La
muerte del que es nuestro Dios. Un Dios andaluz, un Cristo andaluz.
Esa
es la Semana Santa de El Rubio, una Semana Santa que es sevillana, con
sentimiento Andaluz y con alma del sur.
Es
difícil de entenderla, porque para comprenderla de una forma completa, tendrían
que comprender a su gente, a nosotros, con las contradicciones y los aciertos.
La
Semana Santa es el sentimiento de un
pueblo.
Si
hacemos cosas, que no sentimos, las manifestaciones que conocemos como Semana
Santa se perderán.
No
podemos retener nuestros sentimientos,
renunciar a ellos, o hacer lo que sentimos y mirar atrás para ver si ha
parecido bien.
Ni
renunciar a nuestra tradición, porque la
tradición de un pueblo es lo que ha hecho ese pueblo durante muchos años.
Nuestros
sentimientos buscan expresarse con arte.
En la Semana Santa, y en su forma de expresarla y de sentirla, buscamos
el arte, pero el arte tiene un tiempo de espera, para después manifestarse en
un corto instante.
Como
dice un gran poeta: en un momento pasamos del “todavía no”, al “ya no”.
Buscamos
el arte, la belleza y la disfrutamos con todos los sentidos, formando un
conjunto de luces, colores, olores, sonidos, músicas y silencios.
Buen
momento es éste para recordar cómo se definió la Gracia sevillana; “como una
gracia que mueve a gratitud, por amor de caridad y amor de poesía, es, a un
tiempo, creación recreadora y activa contemplación; es virtud sin esfuerzo,
ciencia infusa, razón del corazón, poder y conocimiento que, por modo
sobrenatural, recibimos y por grande amor comunicamos a cuanto nos rodea...;
alegría de los hombres que hacen de la tierra cielo...”
Arte
y gracia hay en la Semana Santa de El Rubio, que se transpira por cada uno de
los poros de la piel de todas las personas que participan.
Música
de la Banda de El Rubio, que ameniza el Domingo de Ramos, Jueves y Viernes
Santo para disfrute de todos los rubeños que se enorgullecen de estos músicos y
los anima para que vayan a más.
Marchas
procesionales que se suceden en las calles que nos envuelven a los sones de Amargura,
Esperanza, Macarena, Rocío, Costalero...
Exaltación
y saeta en esa necesidad de hablar con Dios y que Dios escucha al hombre en su
agonía, en un quejío al aire que nos
engalana por dentro. Un lamento, una
queja que nos habla con un colorido ancestral que viene cargado de años.
Y
una palabra la de Jesucristo que es la mejor guía de la vida, en nuestra
cotidianidad.
Una
palabra la de Jesús y una injusticia la de su muerte en la Cruz, denunciable a
través de los siglos, sólo por eso, no hace falta nada más, toman parte, tantos
y tantos detrás de un hombre.
La
Cruz nos recuerda continuamente un atentado a la justicia, la libertad de
expresar la palabra y el pensamiento y a la igualdad de todos desde la
pluralidad.
A
los valores de la vida de Jesucristo se han entregado muchos hombres a través
de los tiempos.
La Palabra Jesucristo es el cimiento desde el
que tenemos que construir la virtud fundamental de ser cristiano.
Una
figura la Virgen, que debe ser contemplada con admiración y símbolo, donde
desde el respeto cada uno veamos; una madre para el niño de nuestro interior,
al que no debemos nunca olvidar, un ideal de belleza espiritual y una hija en
la que proyectar para que el futuro pueda dar la mano a la continuación
Buscamos
el arte espontáneo y natural, el don divino y la belleza:
Con nuestros ojos:
viendo la cara de las Vírgenes, los “Cristos”,
jardines de flores, altares traídos del cielo en un idilio bajado desde
lo más alto del firmamento, que forrado de colores nos alcanzan la cima, nos
ponen el ideal de nuestra vida terrenal más cerca de Dios y a Dios más cerca de
nosotros.
Son
esas figuras policromadas de perfección absoluta la que nos dicen que Dios
puede estar cerca de nosotros.
Que
podemos ver a Dios a través de la obra de los hombres, a través de la belleza y
del arte.
Belleza
que se encuentra en cada una de las tallas de imágenes de El Rubio. Que sin desmerecer otras, para mí, son las
más bellas.
Con nuestros oídos: escuchando
la música de las marchas procesionales, el retumbar de los bombos, el ritmo de
tambores estridentes, el repiqueteo de la caja tambor.
Escuchando
los silencios, esos silencios poéticos y angelicales, música necesaria que
marcan los tiempos de ésta Semana Santa.
Los
murmullos preliminares; de la expectación, de la espera impaciente, que da pie
a escuchar nuestros corazones, que se alteran y aceleran.
Las
saetas sevillanas que vuelan al aire, llenas de “quejíos”, de llantos, de
sentimiento acongojado de palabras, de coplas y de versos cantados.
El
rezo silencioso antes del comienzo de la penitencia, bajo un capillo, o en la
intimidad del pensamiento, o a viva voz, o siguiendo el sonido de un megáfono.
La
voz de mando del capataz, con la orden precisa, y la respuesta del costalero a
la llamada en el respiradero.
Escuchando
el ¡ bien ! , el ¡ ole ! a tiempo, sin abuso, con sentimiento, afirmando y
asintiendo, aprobando juntos y en soledad, en un solo suspiro y en un solo
respiro.
Con el tacto: tacto
de nuestras manos, de nuestra piel. Sumergiéndonos y embulliéndonos en el
gentío.
Apreciar
de las telas los encajes, de la
madera las tallas, del metal el repujado, del oro los bordados, suavidad
contrastada con la aspereza del esparto reseco duro y antiguo.
Con el olfato: el olor a incienso, azahar, flores, lentisco,
velas, y con todos y cada uno de los poros de la piel, para estremecernos,
vibrar, sentir y vivir la Semana Santa.
Poner
nuestros cinco sentidos para regalarnos las sensaciones propias más profundas.
Con el gusto y con el sabor a nuestra tierra, a esas
cosas que son diferentes e iguales al mismo tiempo.
LA SEMANA SANTA DE EL RUBIO.
La
Semana Santa de El Rubio
tiene
muy pocas palabras
pero
son tan completas y bellas
que
cuentan la historia más larga.
El
vía crucis de tu muerte
marca
los versos de nuestra vida,
nos
unimos a tus pasos lentamente
para
lograr entre todos la poesía.
Yace
tu cuerpo muerto
tu
cuerpo abatido en la cruz
y
sangrantes tus heridas,
es
tu muerte, Cristo de la Salud.
Camina
Jesús Nazareno
la
noche del Jueves Santo
cansado
y de heridas lleno
con
una cruz en sus manos.
Tan
fiel es tu ayuda María
que
tu hijo no perdió la esperanza
y
sólo, ¡ le queda la vida !
y
de tus ojos ¡ las lágrimas !
y
una cruz en el hombro
ya
sin fuerzas “pa” llevarla.
¡
Qué triste estás Dolorosa !
¿
Por qué lloras ?
No
llores que me pones triste
viendote
llorar, tan hermosa
¡
Qué triste estás Dolorosa !
Mi
madre lleva tu nombre
Virgen
de mis amores
tu
cara me recuerda su cara
Virgen
De Los Dolores.
Mi
alma se pone de luto
al
ver a tu hijo muerto,
lloran
mis ojos contigo
y
mi corazón en silencio
al
ver ese Viernes Santo
el
paso del Santo Entierro.
La
Semana Santa de El Rubio
tiene
muy pocas palabras
pero
son tan completas y bellas
que
cuentan la historia más larga.
En
la INFANCIA cuando la primavera nos
llenaba de color de chiquillería, calor de inocencia, olor a golosinas, sabor a
inquietudes y sonidos que estremecen, alguien me decía que con el Miércoles de
Ceniza comenzaba la cuaresma.
Como
si lo hubiéramos olvidado, esperábamos los primeros movimientos que nos dieran
muestras, que todo iba a ser igual.
Como
inspectores repasábamos lo necesario, como si dependiera de nosotros, el que
todo saliera bien, como si tuviéramos que dar nuestra aprobación para, una vez
sabido, dejar tranquilo por unos momentos el gusanillo de la impaciencia, la
intranquilidad, el nerviosismo y la ilusión.
Cuando
niño, en cada figura de los altares de nuestra iglesia, de la Parroquia yo veía la Semana Santa.
Y
yo creía cuando niño que el vía Crucis del Miércoles Santo era explicado
solamente aquí, y quería descubrir al mundo que era aquí y sólo aquí, donde se
contaba la verdadera historia de la pasión, muerte y resurrección de
Jesucristo.
Cuando
era Hermano Mayor Don Francisco Pradas Pradas, el Miércoles Santo por la tarde
poníamos las cruces, en las paredes de las calles, que señalaban la parada de
las catorce estaciones de la procesión del Santísimo Cristo de la Salud.
En
la tarde del Jueves Santo esperábamos en la niñez, que se volviera a repetir lo
que tantos años habíamos vivido. Esperábamos incrédulos que todo volviera a ser como en otros años
anteriores.
¡
Todo volvía a serlo ! Con la música
anunciadora del pasacalles, que recorría las calles, sacando a los vecinos de
sus casas con el sonido ensordecedor de la banda.
Cuando
me vestí por primera vez de penitente, comenzó una aventura de ilusión y de
sueños.
Aquellas
noches de procesión interminables con los pies congelados y las orejas
ardiendo.
Aquella
primera ropa de penitente... Una ropa
que fui cosiendo de inocencia, remendando de pureza, planchando con la fantasía
y dejando impecable y preparada para el Viernes Santo por la tarde.
Recuerdo
que mi madre desde el Domingo de Ramos dejaba mi ropa de penitente colgada en
la percha.
Cuando
apenas teníamos unos años, los días que hablábamos de la Semana Santa, yo,
llevaba a mis amigos a mi casa, para que vieran colgada la ropa de penitente.
El
deseo constante por ser mayor estaba relacionado con la posibilidad de ser
costalero.
Un
deseo ilusionado, por mi parte, y de admiración a las personas que formaban las
distintas cuadrillas de los Pasos.
Recuerdo
aquellas salidas procesionales del Viernes Santo en la que íbamos en el centro
de la fila, con los cirios apagados.
Pero
aquella ropa de penitente de mi infancia se fue quedando pequeña, mis manos no
las llenaba de cera, y los caramelos del camino se fueron acabando.
COSTALEROS.
Pero
yo quiero contar lo que se siente de costalero.
He
sido costalero muchos años y he sentido bajo los faldones del Paso, una Semana
Santa que empuja hasta clavarse el costal en el morrillo.
Costaleros
que llevan los Pasos con gracia sevillana.
Que
callan su dolor al unísono en un esfuerzo por llevar, portar, pasear, mecer y
hasta dormir los Pasos de El Rubio por sus calles.
Me
siento costalero y compañero de todo el que se mete debajo.
Del
que sabe apretarse la faja, que sabe de varas y de pateros, de costeros y de
fijos, de los que van en la cola y de los “de la cabeza”, de “aguaores” que
llevan el agua fresca que no alivia el dolor de la espalda.
Me
siento costalero que sabe de promesas en silencio, de racheo de pies, de pasos
largos y cortitos. Que sabe de “vamos
todos a una”.
Que
saben de camisetas empapadas de sudor, que unen bajo un mismo sentimiento a
todos, el esfuerzo de todos los que trabajan para llevar el arte y lo bien
hecho.
Quiero
poner en mis palabras todos los vivas, todos los ayes, todos los oles, para
todos los costaleros rubeños, que están
atentos y preparados cuando se escucha:
¡A
esta es !
LLEGÓ EL COSTAL.
Llegó
el costal a la trabajadera
llegaron
mis hombros a dolerme,
llegó
la noche para mis ojos
y
quedé ciego, no quise verte.
Fueron
mis torpes pies
los
que dudaron en el camino,
comprendí
la duda de los que hablaban
y
quedaron mis fuerzas en el olvido.
Pero
fue un instante, una llamada
y
la voz del capataz volaba al aire,
mi
andar se volvió ritmo
y
mis pasos música para llevarte.
La
primavera y su azahar
nos
dieron fuerzas para imaginarte,
nuestro
sudor se hizo silencio
y
en la oscuridad yo vi tu imagen.
En
tu cara yo vi la luz
todo
era distinto en tu semblante,
yo
con los pétalos de tus flores
hice
un costal de seda suave,
con
el manto de tu vestido
una
faja bordada de arte,
el
terciopelo y el oro me sirvieron
de
zapatillas para mimarte.
Pensé
en silencio una tarde
que
estuve cerca de Dios
¡
en ese preciso instante !
Los
años han pasado y sin ponerle adjetivos de Esperanza o de Dolores, puedo decir
que soy costalero de la Virgen.
En
la tierra de María Santísima, como se le ha llamado tantas veces a Andalucía,
yo soy costalero de la Virgen.
En
esta tierra mariana, embelesados quedaron los pintores, los escultores, los
músicos, los poetas...
Y
quisieron poner en una sola cara la belleza y la verdad, la beldad, la guapura,
la finura, la alegría y la tristeza.
En
una sola cara a la niña, la joven y la madre.
En
una sola ternura el trazo del pincel, el golpe de la gubia, la nota en la
melodía y la palabra en el verso.
COSTALERO DE LA VIRGEN.
Quisiera
que tu costal,
costalero
de la Virgen,
para
que alivie tu herida;
fuera
de seda suave,
fuera
de blanca espuma,
fuera
de nubes y algodón.
Quisiera
que tu costal,
costalero
de la Virgen,
para
que alivie tu herida;
fuera
de terciopelo y agua,
fuera
de azahar y tul,
fuera
de lana y plumas
para
que puedas llevar en volandas;
ese
palio de los cielos,
ese
jardín de cera y pétalos,
ese
palacio de luz y varales,
orfebrería
de plata,
que
entre plazas y calles
lleva
las lágrimas de tu cara
sin
faltarle un detalle.
Yo he sido muchos años costalero de la
cuadrilla de la Virgen de los Dolores.
Debajo de ese Paso he conocido a
personas que no escatiman esfuerzos.
Que exprimen hasta su última gota de
sudor.
Ellos me enseñaron como se dobla un
costal, para que no se mueva en cinco horas.
Como se aprieta una faja para meter
bien los riñones.
Algunos
sólo saben dirigirse de esa forma a Dios.
Esa
es su forma de rezar.
Así
entienden a Dios y así les hablan.
Y
a mí, muchas veces, me gustaría tener sus palabras.
COSTALERO.
Un
temblar sufre el corazón
que
aguarda con inquietud ese momento
y
pienso que será largo el camino
e
insoportable su peso.
Y
a pesar de todo
otra
vez estoy aquí
con
la blanca camisa
que
me recubre el cuerpo,
enlutándome
la cintura
y
temblando siempre por dentro.
Yo
he movido con mi andar
los
flecos de su palio negro
he
escuchado bajo su paso
el
“quejío” de un saetero.
Yo
en mis hombros he sentido
el
dolor de su semblante moreno,
he
sudado por mi frente
sus
lágrimas de desconsuelo.
Y
en ese preciso instante
es
cuando más cerca te tengo,
cuando
se me anuda la garganta
y
cuando de punta se me ponen los vellos.
Porque
es la Virgen de los Dolores
de
la que soy costalero
y
hay que dar un último suspiro
¡
para subirla hasta el cielo !
DOMINGO DE RAMOS.
Comienza
la Semana Santa y la banda de música de El Rubio da los primeros compases en la
mañana del Domingo de Ramos.
La
gente se agolpa para disfrutar del anticipo matutino de una procesión en la que
se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén.
Jesús
fue recibido como un triunfador con la alegría
que ponían en su caminar.
Repican
las campanas de un Domingo de Ramos que nos anuncia una primavera con todo su
alegría.
Y
la procesión que pasea sus ramas de olivo, va desde el Paseo de la Iglesia por
Juan Carlos I, subiendo por la calle Botica para llegar a Antonio Machado al
compás de una banda de música, dirigida con maestría por don Francisco José
Gómez Montero.
Se
abre así el portón de La Parroquia de Nuestra Señora del Rosario que confunde
con orgullo durante una semana; las Sagradas Escrituras con los versos
populares, los coros eclesiásticos con las saetas y el amén con el ole.
LUNES Y MARTES SANTO.
El
Lunes y Martes Santo, concurren en la Iglesia parroquial todas aquellas
personas relacionadas con las Hermandades de nuestro pueblo.
Se
pueden admirar los trabajos de preparación necesarios para engalanar los Pasos.
Cabe
la posibilidad de ver más cerca que nunca, las tallas realizadas por; Emilio
Pizarro de la Cruz en el Cristo yacente.
También,
y atribuida a la escuela de Illanes es Jesús Nazareno.
De
uno de los autores más prolíficos, por no decir el que más, en tallas para
Pasos, la Virgen de los Dolores y de la Esperanza de Antonio Castillo
Lastrucci.
El
arte en las tallas, pinturas, bordados, orfebrería y ornamentación que en
conjunto forman la exteriorización de sentimientos religiosos, no deja nunca de
ser interesante por ser arte barroco y
sevillano.
Los
triduos y cultos de la cuaresma y de los días precedentes, es la puerta que nos
lleva a adentrarnos de forma inminente al recuerdo de la pasión, muerte y
resurrección de Jesucristo.
MIÉRCOLES SANTO.
¿
En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío ?
¿
Por qué ese velo de cerrada noche
de
tu abundosa cabellera negra
de
nazareno, cae sobre tu frente ?
Versos,
para un Cristo velazqueño.
Cristo
crucificado y muerto en la Cruz.
La
Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, hace su estación de penitencia el
Miércoles Santo, de la que yo soy hermano.
La
directiva de esta Hermandad tiene especial empeño en hacer muy bien las
cosas, tanto la directiva como su
Hermano Mayor don Ramón Pradas
Pradas.
Hermano
mayor que tiene una actitud incansable a cargo de la hermandad, pensando
siempre en la forma de ayudar a los demás.
Es
una persona perfeccionista que recuerda hasta el último detalle.
Él,
junto con una directiva eficaz y escogida consiguen todo lo imprescindible,
para que la noche del Miércoles Santo sea, lo que ha sido siempre, la sencillez
constante que a golpe de tambor, martillea en nuestros corazones hasta
conquistarnos, hasta envolvernos en proyectos, que están llenos de bondad, de
generosidad y de caridad.
Proyectos
que se convierten en ayuda de ropas, zapatos, alimentos, electrodomésticos,
ayuda a las niñas recogidas en el convento de Sor Ángela de Estepa; en libros,
estufas para a la Residencia Santa Ana de la Roda de Andalucía, ayuda a las
hermanas de los pobres de Antequera, a ANDEX y los niños en oncología, Manos
Unidas, UNICEF, Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, apadrinamiento de una niña de
Togo en África y muchos más actos que los honran.
Los
hermanos de ésta hermandad llevan a
Cristo en sus propios hombros. Llevan la
cruz con Cristo crucificado.
Ejemplo
de el buen hacer de esta Hermandad fue el entrañable acto celebrado con motivo
de su 50 aniversario.
El
Miércoles Santo tiene lo necesario e imprescindible para rememorar la Semana
Santa.
Unos
elementos sencillos que se basan en la participación de todos sus hermanos,
para que siguiendo la palabra de Cristo se pueda practicar la caridad más
cercana.
¿Y NO ME MIRAS ?
¿Y
no me miras?
Sigues
clavado en la cruz,
siguen
sangrando tus heridas,
burlado
con una corona de espinas
Cristo
de la Salud.
¿
Y no me hablas?
Me
das fuerza para hablarte
y
decirte lo que yo siento,
olvidando
sufrimientos,
amándote
siempre en silencio
para
no escucharme un momento.
¿
Y no me tocas
no
me miras,
no
me hablas ?
Pero
pienso... ,
pienso
que me respondes,
que
me consuelas, que me acompañas
el
Miércoles Santo por la noche
cuando
por El Rubio
conmigo
tu vayas.
Cristo
es condenado a muerte.
Así
comienza el Vía Crucis del Miércoles Santo en la Semana Santa de El Rubio.
Y
ese murmullo impaciente, que espera en el paseo de la Iglesia, que cada año es
menor, porque los rubeños en su mayoría, han cambiado la situación de meros
espectadores o invitados de piedra, por
participar en ese camino de la Cruz que se compone de catorce estaciones y en
la que cada hermano está muy atento, por
saber cuando llegará el turno en que cada uno de ellos serán los portadores de un Cristo Crucificado,
que pasean por las calles.
La
palabra de Cristo, una palabra que nos propone dar un paso adelante en la
bondad, perdonando.
Es
tan duro ser cristiano, es tan duro seguir poniendo la otra mejilla.
Es
sacrificado vestirse sinceramente de actitud
cristiana.
ESCÚCHAME.
Vuelvo
aquí a sincerarme,
quizás
porque tengo la certeza
que
no contestarás.
Cristo
crucificado
no
cierres los ojos, escúchame,
yo
quiero que me ayudes
cuando
dudo, cuando tiemblo,
cuando
pienso que es más fácil
cerrar
los ojos yo también.
Vuelvo
a ti
como
tantas veces
a
ver tu cuerpo dormido,
a
ver la sangre de tu piel,
a
ver tus pies doloridos,
a
ver tu gesto de sed.
Vuelvo
a ti,
a
ti Dios abatido,
vuelvo
a hablarte con fe,
porque
en ti siempre confío
y
sé que me escucharás, otra vez...
Los
hermanos de la hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, son todos costaleros
del Cristo y les guía el sentimiento.
Sólo
el sentimiento es el capataz de la noche del Miércoles Santo.
Noches
que son frías, de aire o llueve.
Una
frialdad que no congela las ganas de completar un recorrido por las calles de
El Rubio.
No
merma la voluntad de los hermanos de esta Hermandad, que llevan un cirio en las
manos y colgado a su cuello un crucifijo de madera en un cordón rojo.
¡
Qué pocas calles faltan ! ¡ Qué pocas
calles podemos decir que no ha recorrido el Cristo de la Salud !
Recuerdo
ahora una leyenda; no sé de qué pueblo de Andalucía; que cuenta la historia de
alguien muy devoto de un Cristo crucificado, que le iba tan mal en la vida que
prometió en voz alta, que no vería a su
Cristo, hasta que él mismo, no fuera a verle.
Pasaron
los años y una noche de procesión que llovía, no sabiendo donde resguardar la
imagen, vieron la casa de este hombre, llamaron a su puerta y allí les recibió.
Y
él volvió a recobrar la esperanza
para su dolor en la vida.
Cada
primavera el Cristo de la Salud pasa por la puerta de nuestra casa, buscando
que le hagamos un sitio en ella.
CRISTO MUERTO.
Tus
ojos ya no me miran
ya
la muerte se apoderó de tu cuerpo
y
clavado en esa cruz, muerto,
de
nada sirve curar tus heridas.
Quedaste
dormido y el sueño
se
fue jugando, en la noche, con la vida,
atrás
quedó el sufrimiento
y
sólo hace un momento
que
no respiras.
El
sudor de tu cansancio
que
mojó tu piel morena
se
volvió sangre roja que grita
entre
tus carnes abiertas.
Roja
sangre que se escapa
huyendo
del sufrimiento,
¡
cómo se fue ya tu aliento !
¡
cómo se fue ya tu vida !
JUEVES SANTO.
¡
Oh noche, madre de los blandos sueños,
madre
de esperanza, dulce noche,
noche
oscura del alma, eres nodriza
de
la Esperanza en Cristo Salvador !
Jesús
Nazareno lleva la Cruz a cuestas hacia el Calvario seguido de la Virgen de la
Esperanza.
Siempre
estaré agradecido de haber sido propuesto para este acto, que es para mi un
honor, que tal vez no merezca, a Dña. Isabel Caro Ardoy Hermana Mayor de esta Hermandad.
Amanece
la mañana del Jueves Santo rindiéndole pleitesía al sol, oliendo a flores que
los miembros de la Hermandad se dan prisa en poner, esmerándose en cada uno de
los detalles, en la ornamentación floral de adornos para dejarlo impecable,
para terminarlo perfecto.
Hay
que decir, sin temor a equivocarse, que tanto la Virgen de la Esperanza como
Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Jueves Santo, son presentados en su salida
procesional con un gusto exquisito, con una delicadeza, digna de elogio, que
ponen el adorno de sus Pasos a la altura de las tallas e imágenes que portan.
Cuidando
con mimo todo lo que rodea la salida procesional.
Ese
ambiente de preparación se vive en la iglesia, en el paseo, en la plaza, en las calles donde el azahar de los naranjos
ya saben que es Semana Santa.
La calle Écija se engalana poco antes
de la salida con las filas de penitentes, con el estricto orden y respeto de la
espera.
Ya
aparecen por un lado y por otro los penitentes, y la tarde no quiere perderse
la salida de Jesús.
Ya
han llegado las bandas de música, cornetas y tambores que acompañarán durante
toda la noche.
El
Paseo de la Iglesia ha traído su traje nuevo, impecable, recién estrenado.
Las espadañas tañen un anuncio de
bronce que se ha quedado callado.
Y el acordeón de la tarde, enamora
vencejos en derredor de los campanarios rubeños.
EL COLOR DE SU TÚNICA.
De
púrpura ensangrentada
es
el color de su túnica
lo
traen en su silencio
con
el dolor del peso
que
pone en el hombro el madero.
El
balanceo de su andar
lo
adornó el rojo clavel,
pintado
fue por su sangre
las
piedras rajaron su piel,
cansancio,
sudor, polvo
y
arena en sus pies.
Su
mirada hizo llorar a la gente
y
los que lo mataron,
le
pidieron perdón en la cruz
donde
frente al sol expiraba.
Y
viene callado por mis calles
entre
la luz de las velas,
el
sonido de los tambores
y
el llanto de las cornetas.
Lágrimas
lloran las velas
y
es la cara de la Virgen,
en
su esperanza aún viva,
la
que hace que yo le diga
que
en su camino le siga,
igual
que te sigo yo
y
sigo a Jesús al mismo tiempo,
con
los hombros doloridos
como
Jesús el Nazareno.
También
se cansaron mis piernas
y
tiemblan mis manos con el peso,
también
es duro mi camino
y
en cada paso tropiezo
¿
Cómo quieres que te demuestre
en
amor que yo te tengo ?
De
púrpura ensangrentada
es
el color de su túnica
lo
traen en su silencio
con
el dolor del peso
que
pone en el hombro el madero.
Es
capataz de Jesús, don Antonio González Rodríguez.
Él
nos tiene acostumbrado de muchos años a su voz firme, su recto mando y de forma
tranquila va guiando a los costaleros.
Recuerdo ahora la salida procesional de
Nuestro Padre Jesús Nazareno en su 50 aniversario.
Qué
sencillez, qué elegancia, qué bamboleo de su lisa túnica que parece que anda,
qué Nazareno, cautivo y sin palabras.
Y
los claveles rojos del monte de Nuestro Padre Jesús ven la tarde del Jueves
Santo.
Suena
una marcha en el aire y todos piensan en silencio: “ Porque te llaman Manuel “.
Y
se cruzan en el Paseo de la Iglesia, bajo la mirada de un Cid campeador, los
dos pasos de esta Hermandad, camino de la cuesta Tahona en la que convierten su
subida en un calvario particular e interminable.
En
esa cuesta la gente se agolpa, las marchas procesionales se suceden, se respira
el cansancio pero la voluntad es fuerte.
Se
ha convertido en tradición el principio del recorrido. En la subida de la
cuesta Tahona, los costaleros no quieren ningún alivio a su dolor.
No
hay ninguna prisa.
NAZARENO.
El
bullicio se hizo silencio
y
vimos todos tu caminar
con
una cruz en el hombro,
cerré
los ojos y no pude mirar.
Tus
pies descalzos me hielan por dentro,
tus
manos me hablan de dolor
y
las espinas de tu corona
se
clavan en mi corazón.
Tallado
en madera tu rostro
me
miras con fuerza y vida,
me
dicen callados tus ojos
palabras
del alma que estaban dormidas.
Tú
pasaste así Nazareno,
agotado,
sin fuerzas,
humillado
y reo,
en
tu andar aprendimos la vida
y
a tu paso se paró el tiempo.
Yo
he visto salir del Paso, empapados de sudor, a una cuadrilla, que durante
muchos años se comprometieron gustosos a llevarlo hasta que pudieran sus
fuerzas.
Una
cuadrilla, cuajada y asentada de la que es un privilegio para el que pertenezca
a ella.
Una
cuadrilla de veteranos la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que a fuerza de años va dando la mano a la
juventud, aún a su pesar.
Y
que cada Jueves Santo muestran a Jesús con gran poder y fuerza, lo llevan
poniendo el alma en su camino.
Cada
año, el mismo día, igual que toda la semana, se suceden los momentos, se van
cumpliendo los plazos, las mismas personas en los mismos sitios, la misma
mirada cómplice.
Otros
que poco a poco se van incorporando, otros que se fueron y no se han olvidado.
Llega
Jesús a la Plaza con un festejo de sonidos anunciando una aurora aún lejana.
NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO.
El
Rubio pone en su paso...;
un
monte de claveles rojos
para
sus pies doloridos,
una
túnica de terciopelo
para
cubrir sus heridas
y
para llevarlo en volandas
una
cuadrilla de costaleros
que
se adorna en la salida.
Costaleros
que orgullosos
sin
preguntarles se identifican
sufriendo
el dolor con Jesús
de
la forma más sencilla.
Nuestro
Padre Jesús Nazareno...;
su
cara, llena está de ternura,
su
paso firme, suave y sereno,
no
he visto nunca más hermosura
¡
que la de Nuestro Padre Jesús Nazareno !
DON JOSÉ JURADO ESPADA.
Son
ahora mis palabras una entrega a la memoria de una persona que siempre tuvo
mucho que enseñar, don José Jurado Espada.
La
dedicatoria de este pregón está rendida en homenaje póstumo para el hombre que
en muchas facetas nos dejó impregnados de su toque personal, dedicación,
trabajo y sabiduría.
Es
una pena que sea después de su muerte, cuando se le reconozca la genialidad de
su trabajo, prueba de esto que digo, fue la extraordinaria exposición que se le
realizó como homenaje.
Esperado
pregonero, dio el mejor pregón con sus manos.
Pero
la muerte llamó a tu puerta,
y
sorprendido me resigné,
y
tú la dejaste abierta.
Amigo,
verdadero amigo,
ese
que extiende la mano sólo para dar.
Maestro
siempre maestro,
ese
que enseña sólo con hablar.
(
Seguro que yo fui su peor alumno
aunque
él fue mi mejor maestro. )
Dios,
ese Dios que le dio a él, el conocimiento, la inteligencia para encaramar con
dignidad a quién le prestó la debida atención, seguro que lo tiene a su
lado, y El Rubio lo tiene ya, entre sus
hijos más queridos y recordados.
Flores
de cera, gladiolos y tulipanes blancos para una Esperanza que lleva un jardín
por Paso.
Las
ánforas y los candelabros adornan brillantemente y de forma preciosista y
perfeccionista todo un conjunto; verde de color, blanco de pureza, oro en el
colorido, repujado en la canastilla y brisa en los barales.
Suenan
los campanilleros y un capataz: Juan Carlos Jurado Caroso con la voz rota grita
“ ¡vamos palante ! “.
El capataz de la Esperanza, además de
ser un amigo, admirado por mí, es de esas personas que cuando tienen mucho que
decir se le emocionan las palabras.
Es
en ese instante cuando dicen sus manos y su fino pincel, apoyado en el tiento
de la sabiduría, colorea el tiempo y perfila el abstracto.
Juan
Carlos lleva el arte en sus manos y lo desparrama y regala a todos, de la misma
forma que se extiende en el lienzo el óleo.
Sólo
hay que admirar su trabajo en la Virgen del Carmen, en el Cristo de la Salud, y
su voz honda y de mando como capataz de la Esperanza.
CONSUELO DE TODO LLANTO.
Esperanza...
suena
tu nombre redoblando,
repiquetea
mi corazón esperando,
ronca...
rompe
la voz del capataz mandando.
Tu
palio es vela y se mueve
al
aire del Jueves Santo,
Esperanza
de verde y blanco
tu
haces que mi dolor sea leve.
Esperanza
de sol y oro,
verdeada
la primavera de tus manos,
blanqueadas
las flores de tu ramos,
me
pregunto ahora; ¿ por qué lloro ?
Si
es tu mirada Esperanza
agua
alegre que se derrama
por
el jardín de tu Paso,
si
es tu cara filigrana
y
consuelo de todo llanto.
Esperanza
y dolor, son muchos los momentos de nuestra vida que llenamos con estas dos
palabras.
Dolor
y sufrimiento pero resistimos siempre porque albergamos un atisbo de esperanza.
Y
junto a esa esperanza la alegría, que nunca hay que perderla, para enfrentarnos
a la vida.
Para
levantarnos cuando caemos por el peso de la cruz.
Alegría
y vida en los ojos de una Virgen que se le acaban de saltar las lágrimas.
Ese
meñique de tu mano,
la
sutileza con la que acaricias tu pañuelo,
la
suavidad de esas palomas,
el
aroma, el arrullo y su revuelo.
Hueles
a moña de jazmínez,
a
ramo de azucenas,
a
manojo de romero,
a
cogollito de claveles,
a
puñado de rosas
y
a mata de hierbabuena.
ESPERANZA.
Esperanza...
Esperanza, esmeralda encendida,
silencioso sabor saetero,
pausado placer palaciego,
elegida, elegante embeleso,
reina, reflejo risueño,
alcanzado albor alfarero,
nácar, néctar nevado,
zafiro, azucena, luz,
alegre ánimo anunciado.
¡
Esperanza, Esperanza, Esperanza !
VIERNES SANTO.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues
aunque lo que espero no espera,
lo mismo que te quiero, te quisiera.
Cristo
yacente en la urna es seguido de María Santísima con el dolor de ver a su hijo
muerto.
He
vivido siempre la Semana Santa perteneciendo a la Hermandad del Viernes
Santo.
José
Antonio Guerra Moral, es el Hermano
Mayor de esta Hermandad que ha conseguido aunando voluntades, revestir de
protagonismo a cuantos quieren ayudar.
Su talante humano y su cordial propósito han hecho que goce del respeto
y amistad de todos los que lo rodean.
A
lo largo de muchos años he visto esta hermandad por dentro y por fuera. La siento cerca y participo en ella para
poderla mejorar siempre.
EL EMBLEMA.
Desde
niño he aprendido
a
vestirme el Viernes Santo,
mi
madre planchaba la túnica negra,
la
capa y los guantes blancos.
A
media tarde, el azahar
perfumaba
la primavera
y
se escuchaba por las calles
redobles
de tambores
y
música de cornetas.
Todo
a punto, preparado,
una
tradición y una penitencia,
un
emblema que año a año
nos
marca con una misma experiencia.
Sobre
un fondo de luto negro
un
corazón con siete dagas,
tres
lágrimas de sangre
y
un fuego que quema el alma.
Los
costaleros de la procesión del Viernes Santo, tienen el alma entregada en cada
una de sus acciones.
Costaleros
que siempre miman, la forma de hacerlo y que ponen todas sus fuerzas y todo su
empeño.
La
cuadrilla del Santo Entierro fue pionera en las salidas de costaleros en El
Rubio.
Ellos
con arte paran el tiempo en el reloj con su esfuerzo.
Porque
es arduo el camino desde el Paseo de la Iglesia, bajar por Juan Carlos I.
Solemne
siempre el Santo Entierro provoca respeto.
Y
en la esquina con la Plaza todo El Rubio está esperando para verlo pasar.
Seguirá
la calle Botica para cruzando La Hoz y
pasando por Manuel de Falla encuentre en la calle Bécquer, toda la sevillanía y
el romanticismo del poeta que pone nombre a la calle.
Y quedaremos clamando sin saber si
volverán las oscuras golondrinas la próxima primavera.
Y
muerto Cristo le seguirá la Virgen de los Dolores.
Bajan por la calle Cánovas, y pasando
por la Hoz, entra en la calle Beata, ya de vuelta.
Costaleros
del Viernes Santo como mis amigos Francisco Javier Martín Hidalgo y José María
Rodríguez Pérez me han contado muchas veces lo duro que es llevar al Santo
Entierro.
Ellos
cuentan: paso, silencio, dolor, sudor, paso y vuelta a empezar.
¡
Qué duro es llevar el Paso del Santo Entierro !
¡
Qué duro es llevar la muerte, llevar a Cristo muerto !
Iris
y lirios morados para el Santo Entierro que este año cumple su centenario.
Calladamente
en silencio tantas veces.
Recientemente
acompañado de la melodía propia para un Cristo que en el cerrar de sus ojos se
ve la muerte.
Pero
quizás sin movimiento siga Cristo muerto.
Por
eso cada vez que empiezan la chicotá los costaleros lo levantan de un golpe,
sin flexiones, con un golpe seco que intenta despertar a Cristo de su muerte.
El
capataz Antonio De La Rubia Belmonte manda; y los costaleros quieren
resucitarlo y se vuelve a escuchar;
¡
Menos paso !
Todo
está contagiado; de silencio, está contagiado; de respeto, de discreción; de
movimientos.
SANTO ENTIERRO.
Tu
cuerpo desnudo, Cristo yacente,
tu
sudor ya seco sobre tu frente.
Tus
ojos dormidos, perdidos en el sueño
y
yo que te espero, aferrado a mi empeño.
De
tus manos; los dedos sin fuerza
dejan
al viento, la vida que cesa.
Quedó
tu palabra clavada en mi pecho
y
pensarlas en alto es hoy mi rezo.
Detesto
ser yo, el que tu mirada cierro
muerto
ya... Cristo del Santo Entierro.
Hay
algo más venerado, más amado que una madre.
Es
el primer amor de cada uno de nosotros.
La
Virgen es el alabado símbolo de la
madre, es la representación humana y divina del dolor.
Un
dolor que puede afectar de muy diversas maneras, que nos acobarda y
empequeñece, que se ve en la calles, en la noche, en el frío, en el hambre, en
las guerras, en la pobreza, que se ve en las injusticias, las desigualdades,
los sometimientos, las intolerancias.
Un
dolor tan lejos de nosotros y a la vez tan cerca.
Durante
muchos años en el Viernes Santo, me he fijado en los detalles que forman mis
propios recuerdos.
Detalles
que se repiten cada año de forma sencilla.
Que
personifican los símbolos haciéndolos más humanos, que marcan nuestra forma de
hablar y que pasan a ser nuestra forma de sentir.
LOS DETALLES DE ESE DÍA.
Tú
no has visto el Viernes Santo
los
detalles de ese día,
¡
cómo se viste la Virgen !
¡
cómo se adorna con mantilla !
y
pone en sus manos un rosario
y
se mira orgullosa en la salida.
Tú
no has visto el Viernes Santo
los
detalles de ese día,
que
el clavel de la solapa
del
capataz y contraguía
se
lo dio Cristo de su paso
cuando
la tarde caía.
Tú
no has visto el Viernes Santo
los
detalles de ese día,
¡
cómo pasea a la Virgen el costalero,
con
costal, faja y zapatillas
y
mueve con su cintura
el
palio y las bambalinas !
Tú
no has visto el Viernes Santo
los
detalles de ese día,
cuando
quedan en un rincón
los
zapatos de la vida
y
se siente el frío intenso
de
quien descalzo camina.
Tú
no has visto el Viernes Santo
los
detalles de ese día...
DON JOSÉ MARÍA PÉREZ CARO.
Viene
aquí y ahora, por un momento, el recuerdo de una persona ya fallecido hace
años; Don José María Pérez Caro.
Verlo,
era para mí, pensar en la Semana Santa.
Desde
muy niño lo relacionaba con ella.
Un
día hablando con él, estuvo dando un repaso a los principios de la Hermandad de
los Dolores.
Me
estuvo contando las aventuras y desventuras de la rifa de un Seiscientos.
Los
pocos que se juntaban para que todo fuera adelante, los años que pasaron de
penuria en la Hermandad, con los pocos medios que había y como broche final a
aquella explicación y conversación de otros tiempos.
Me
dijo sin regateo un poema en voz baja que él había hecho a la Virgen de los
Dolores, que hablaba de “esas tres lagrimitas...”
Yo
para recordar aquel momento escribí este poema que dice:
DON JOSÉ MARÍA PÉREZ CARO.
Con
voz quebrada
y
palabras de lamento,
tan
lleno de sentimiento
él
desplegaba sus alas.
Alas
que sabían hablar
de
una Virgen guapa,
de
cara morena
y
que llena de pena
guió
su caminar.
Una
Virgen Dolorosa
que
con tres “lagrimitas”
y
un pañuelo blanco
bordado
de llanto,
le
enseñó a rezar.
Rezaba
en voz alta
con
palabras sencillas,
palabras
de terciopelo negro
como
el manto de una Virgen
que
un día le vio llorar.
Espigados
los capirotes negros se mueven por encima de la gente y las túnicas abotonadas
en blanco como las capas de nieve ondean al viento.
Que soñar es fácil y lo pregonan en las
esquinas de mi pueblo, en los recovecos del pensamiento de la gente, en las
revirás que mecen la ilusión que se hace encanto.
En la Cruz de Guía de cada Viernes
Santo.
En la peana donde se muestra la vida.
En el llamador de la conciencia.
En la parihuela donde mostramos el
adorno, la verdad, el vestido de fiesta y el de diario.
Entretanto nosotros pasamos el tiempo,
tiempo que vemos como en una foto de año en año.
Y se asoman a las casas encaladas y
limpias.
A la coquetería de las fachadas, los
balcones y ventanas llenas de flores, con la forja del negro hierro.
LA VIRGEN DE LOS DOLORES.
El
Viernes Santo por la tarde
escuché
los comentarios
y
decían los que contaban
que
aquello no era un milagro
que
era la pura verdad,
la
Virgen estaba llorando.
En
aquel mismo momento
nervioso
llegó el capataz.
Vamos
todos costaleros
que
es la clara realidad
lo
que he visto con mis ojos,
ahora
mismo, es la Virgen llorar.
Se
apretaron bien la faja
se
calzaron zapatillas
se
santiguaron en silencio
y
bordaron maravillas
cuando
el palio acarició el cielo
moviendo
las bambalinas.
Yo
he visto llorar como niños
a
los hombres que la llevan
cuando
gritó el capataz
¡
al cielo vamos con ella !
Rosas
y claveles blancos, flor de cuero entre la panícula salpicada de lentisco y luz
entre varales.
El
capataz del Paso de la Virgen; Álvaro
Pérez Pérez ordena: ¡ Más despacio!
El
contraguía Antonio Rodríguez Pérez atento siempre rectifica, manda corregir y
pegado a los respiraderos da ánimos y se esfuerza para que todo quede perfecto.
Son muchos los días en los que el
tiempo pasa rápidamente hablando.
Tertulias
interminables con Manolo Gómez Chía, Francisco Javier Torres Maldonado y tantos
otros, en las que se debate esa perfección imaginaria, de cómo llevar un Palio.
Charlas
en las que se cuestionan y rectifican, se aprende y se ensaya cada movimiento,
cada mecida.
Tendencias
de novedades, recuperación de aquellas que se quedaron antiguas, renovación de
algunas cosas ya olvidadas, dan una variedad de matices de la más exigente
opinión estética.
¿
Quién mueve a tantas personas por un momento de gloria, por un inefable segundo
de misterio, por un instante oportuno en que una fuerza que ignoramos nos toca
?
ASOMA SU CARA MORENA.
Ya
viene moviéndose el palio
desde
el fondo de la iglesia,
ya
se escucha un tambor,
ya
se preparan cornetas
y
quiere asomar su cara
a
ese pueblo que le espera.
Ya
resuenan corazones
y
se encienden tristes velas,
ya
redobla el nerviosismo,
ya
sudan las trabajaderas,
y
hay murmullos de “gentío”,
y
silencios que no esperan.
El
aire perfumado de flores,
de
azahar y primavera
y
la Virgen de los Dolores
¡
asoma su cara morena !
La
Virgen de los Dolores
lleva
en sus manos los encajes blancos
y
viste con la saya negra,
bordados
de oro,
y
el corazón de plata
por
dentro y por fuera.
Todos somos hijos de una mujer y
nacimos de su vientre.
El
amor más grande que existe en el mundo es el amor de una madre a su hijo.
Ese
gran amor se trunca, se convierte en dolor cuando se llora su muerte.
La
inmensidad del amor se convierte en infinito dolor.
Y
es su cara a la vez:
un
rostro maduro y una joven mujer,
una
boca callada y por palabras abierta,
una
faz de dolor y tan llena de amor,
unos
ojos llorosos y una viva mirada,
un
semblante triste y lleno de alegría,
unas
cejas de pena y una clara sonrisa.
Ella
es mi Virgen, mi Virgen de los Dolores.
PÉTALOS
DE COLOR MORENO.
Es
mi Virgen una flor
con
pétalos de color moreno,
sus
lágrimas son el rocío,
su
corona el sol y sus destellos
y
brillan en la noche de sus ojos
pestañas
de terciopelo.
He
soñado la finura de tu cara
y
he detenido un instante mi pensamiento,
he
recordado tu imagen tan hermosa
para
que siempre me sirva de consuelo.
Tu
frente de agua clara
calma
la sed de mis sueños
y
los labios de tu boca
dicen
palabras de fuego,
es
mi Virgen una flor
con
pétalos de color moreno.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN.
Que eres, Cristo, el único
triunfador
de la muerte, que la vida
por
Ti quedó encumbrada. Desde entonces,
por
Ti la muerte es el amparo dulce
que
azucara amargores de la vida.
El
Domingo, Cristo resucita y nosotros procuramos que nuestra resurrección sea
siempre la palabra de Cristo, y los valores más nobles de la humanidad.
Que
nuestra Semana Santa sea el llanto de un camino pasado que desemboque en una
renovación de los tiempos venideros.
No
debemos pedirle a Dios que convierta el
mundo en que vivimos en un paraíso terrenal y no exigirnos a nosotros,
solucionar la realidad más cercana.
No
debemos ser lastimeros con situaciones que nos estremecen y que nada podemos
hacer por solucionarlo.
Vamos
a mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de lo mucho que podemos hacer.
¡
Oh ! no eres tú mi cantar;
a
ese Jesús del madero...
sino
al que anduvo en la mar.
un
Dios victorioso, un Dios de vida.
Que
siga la vida con la resurrección de la Semana Santa, alimentando nuevas
esperanzas, conviviendo como podamos con el dolor, con la cruz a cuestas de
cada día, más allá de la muerte y tener
al menos, la fe de seguir la vida de aquel que murió en la Cruz por nosotros.
Cristo
ha resucitado. Dios ha resucitado.
Dios
es un Dios de vivos y no de muertos.
Muchas
gracias.
El Rubio
a 17 de marzo de 2002.
PREGÓN.
SEMANA SANTA. 2002
Índice.
Presentación....................................................................1
Preámbulo......................................................................1
Presentación..................................................................4
Situación.........................................................................7
La
Semana Santa de El Rubio........................................14
Infancia.........................................................................16
Costaleros......................................................................19
Llegó
el costal................................................................20
Costalero
de la Virgen...................................................23
Costalero.......................................................................25
Domingo
de Ramos.......................................................27
Lunes
y Martes Santo....................................................28
Miércoles
Santo.............................................................29
¿Y
no me miras?...........................................................31
Escúchame....................................................................33
Cristo
Muerto................................................................36
Jueves
Santo..................................................................37
El
color de su túnica......................................................39
Nazareno.......................................................................42
Nuestro
Padre Jesús Nazareno.......................................44
Don
José Jurado Espada................................................45
Consuelo
de todo llanto.................................................48
Esperanza......................................................................50
Viernes
Santo................................................................51
El
emblema...................................................................52
Santo
Entierro................................................................55
Los
detalles de ese día...................................................57
Don
José María Pérez Caro...........................................58
La
Virgen de los Dolores...............................................61
Asoma
su cara morena..................................................63
Pétalos
de color moreno.................................................65
Domingo
de Resurrección.............................................66
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